01.01.2016

Tres poemas a la revolución cubana
/ por Gustavo Ramírez
Corre el año mil 900 LIX (1959) de la era cristiana. El calendario en una sola noche había perdido y vuelto a recuperar intactas todas sus hojas. Es primero de enero. La revolución cubana rompe aguas. De aquí en más la isla será una cuna. Se trata, cómo no, de un parto complicado. Sin embargo, la guerrilla es una nodriza feroz cuando se trata de defender el sueño de la recién nacida (y nada sueña más que una revolución). Los vagidos despiertan a algunos. Otros en cambio, ya no podrán dormir tranquilos.
Ciento cincuenta y cinco años antes, la revolución haitiana dio a luz a la primera insurrección moderna llevada a cabo por esclavos. Un hecho no tan sólo excepcional, sino que ejemplar, puesto que inaugura el ciclo de independencias que a lo largo y ancho de nuestra región concluirá con la emancipación del dominio español en Latinoamérica. Una de las medidas inmediatas que adopta el imperio galo una vez asumida la pérdida de este valioso territorio, a la sazón la colonia francesa de la Hispaniola era la mayor productora de azúcar en el por ese entonces precoz mercado global, fue imponer un embargo económico a la recién conformada nación. La mayoría de los países “libres” estuvieron de acuerdo en sancionar con rigor la abrupta pérdida de aquel derecho sagrado a enriquecerse a costa de mano de obra esclava. Todo esto provoca que España a través de Cuba, su colonia antillana, reemplazara a Haití en la producción azucarera y pasara al frente de las economías de plantación. No obstante, este liderazgo comercial tendrá consecuencias políticas. El horror que experimentan los sectores terratenientes cubanos ante la posibilidad de que un fenómeno similar al haitiano se replique en la isla frena cualquier inventiva que esté fuera de los marcos que impone el imperio español. Ese amenazador escenario los hace sumamente conscientes de la fragilidad del sistema social que han construido. A la larga es esa actitud reaccionaria y medrosa la que termina por rezagar las fuerzas independistas hasta finales del siglo XIX. Sin embargo, la tardía liberación de la corona española, contribuye para constatar una realidad mucho más fundamental en materia política. Esa revelación, que ninguno de los estados que se independizaron a principios del XIX habían percibido con total nitidez, se puede expresar de la siguiente manera: es imposible alcanzar una verdadera emancipación si esta tarea no se afronta de modo estructural, creativo y popular. En otras palabras, de forma revolucionaria. Resulta paradojal en ese sentido que aquella lección que en un principio desdeña Cuba de Haití, un siglo y medio después, le permita ostentar una posición de vanguardia en el panorama político mundial. Es en esa coyuntura y es a través de ese bagaje, en donde la idea, tan sólo en apariencia radical a ojos de los siempre capciosos moderados de: Patria o muerte, adquiere su palmaria prerrogativa. Los estados “libres” por su parte no se demoran en actuar. Esta vez, ordenados bajo las directrices del imperio estadounidense, recurren a una estratagema conocida e intentan ahogar económicamente a la isla mediante un embargo. El resto ya se sabe. El bloqueo jamás logró detener la enorme irradiación que produjo el gesto heroico de los cubanos en la historia reciente de “nuestra América”.
Para celebrar esta efeméride queremos rescatar tres poemas inspirados por este imprescindible hito: