La ciudad letrada

Políticas del espacio y la nueva «arquitectura social»

Comments (2)
  1. Eugenio Ferrer dice:

    Un muy buen artículo sobre la arquitectura actual y muy bien escrito. Pero además, valiente. Porque en el Chile de hoy decir algo contra, por ejemplo, Arturo Vidal es impensable, aunque el tipo maneje curado, choque el auto y haya estado a punto de causar una tragedia. Lo mismo pasa con Aravena. Si le preguntamos a alguien por las casas Monroy, pero sin informarle que es de Aravena -ahora todo un un Pritzker-, diría que parecen nichos de cementerio y que son mudas, in-significantes, modelo de ciudad pobre, etc. Pero claro, es de Aravena y ya nadie se atreve a criticar. El nuevo superhéroe de la arquitectura social… a la medida de los poderosos claro está…Por eso, por los argumentos esgrimidos, felicitaciones.

  2. Frano dice:

    Me parece un excelente analisís de situación urbana del Chile de hoy en día. Como arquitecta me parece un poco injusto crucificar a Aravena, dado que tal cual expones y él muchas veces ha comentado en entrevistas, incluso, anteriores al premio que se le fue otorgado, que plantea una solución a las variantes que dentro de las posibilidades económicas que el Estado dispone para este tipo de proyecto, las cuales generalmente se ven vetadas o deformadas: tales como la posibilidad de ampliación, puesto que la vivienda social comprende un rango de 50 m2, lo cual es un espacio muy pequeño, para una familia biparental con tres hijos, por ejemplo. Creo que la creatividad con la abordó este tipo de proyecto (proyecto con pocos recursos, poco espacio, poco tiempo y que además da «poca plata»), a los cuales generalmente «los grandes arquitectos de este país» hacen la vista gorda, es un mérito que su actual fama no debería restar. Si, estoy de acuerdo con la falta de compromiso a la problemática de fondo detrás de la arquitectura «social», pero es parte de un entramado construido tanto politícamente como económicamente, en el cual nuestro país está estancado.

    Para tratar el tema de la organización urbana, primero hay que comprender que son muchos factores los que generan una ciudad segregada, tantos como ciudades. El rol del arquitecto en la ciudad, abarca desde el urbanismo, la vivienda, el paisajismo, proponer normativas y regulaciones, restauraciones, hasta la planificación del crecimiento de las ciudades. Cada una de estas diciplinas tan complejas como profundas, cuya responsabilidad es compartida además con distintas entidades. Ningún arquitecto es un superhéroe. Y aquellos que han intentado serlo, han fracasado. La planificación de las ciudades fracasa, porque se olvidan de quienes viven en ellas, el sistema no se detiene a preguntar, cuales serán las condiciones de habitabilidad más favorables para las personas de clase media o escasos recursos y si cuentan con el equipamiento apropiado a sus alrededores. En la mayoría de los casos buscan los terrenos más baratos, ya sean forestales o agrícolas, lejos de los centros, imprimen una vivienda modelo, envían a todos los subsidiados, compran otro terreno, envían otro lote de subsidiados, y así sucesivamente, entonces te preguntas ¿Quién planífico estas poblaciones? No lo sabemos, quizás el dinero, quizás intereses alejados de cualquier humanidad, porque estos grupos de reunidos en las periferias actuales, no tienen identidad ni razón de cohesión, con suerte un poco de espacio digno para vivir… hasta que llegue la droga, por algún lado, ladrones, bandas, asaltos, etc. Un círculo vicioso al que está sometido nuestro país, que nace precisamente porque no existe una verdadera responsabilidad social con las personas y el crecimiento de la población, puesto que está demás decir que lo que ya está hecho significa un gran problema, que se acumula.
    La mejor manera a mi punto de vista es tratar con comunidades, ya sea constituidas culturalmente o aún desarticuladas, promoviendo factores existentes o construyendo «puentes» la una mejor comunicación entre la población, pero siempre caso a caso. Somos seres humanos distintos, con distinto origen y destino, y esa naturaleza debería ser respetada y dignificada tanto en lo urbano como la vivienda y la sociedad. Las cosas no se estarán haciendo bien, mientras el capitalismo vea la vivienda como un negocio y a las personas como números.

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