Drácula o la mordida de la imagen en el cuello del ojo.

Los últimos gajos de sol enrojecen tramos disparejos de cielo y con mi abuela cruzamos el polvoriento peladero en dirección a la cancha, envueltos en el frescor de la tarde de algo así como octubre. Este no es un recorrido inocuo. De ese lado está el campamento; un conjunto de casas levantadas con retazos irregulares y delgados de tabla.

VAMOS A VER QUÉ PASA

Pienso en los comedores estudiantiles, en los niños que sólo comen si van a la escuela y qué estarán haciendo. Pienso en el señor que pasa vendiendo aguacates todos los días y no sé si es porque estoy paranoica pero cada día lo escucho más desesperado.

El rey del oxicorte

Regresamos a Chile porque todo olía a farmacia, todo era políticamente correcto y las concesiones le quitaban aire a la pasión. Y lo debo repetir: la palabra concesión se inoculó en el ADN del país como lo venéreo, a la primera concesión, al primer arrendamiento, a la primera firma de contrato, a la primera exigencia de servicios: fichados, enfermos y chilenizados.

Noche púrpura en la Divine

Sin mirar atrás las parejas gays calcinadas en los carbones de Pompeya. Encontrar los baños para refugiarse en el frío falso de los azulejos plásticos. Como si en último momento se eligiera el lugar del placer, recordando chupeteos y escenas de fragor, reviviendo en la emergencia la humedad sexual de los baños del Cinelandia.

Menos machos, más compañeros: desarmando los nudos patriarcales

Arrastramos cinco mil años de patriarcado, dijeron más de una vez en el ELVA, y eso no se acabará en un pestañeo

Desandar la ciudad

Desandamos esta ciudad en todas sus desigualdades para pensar de qué, exactamente, debiéramos estar orgullosos, y cuáles debieran ser nuestros colores.

Santa Rosa de Pelequén

El día amanece nublado y me pierdo en las nubes que se acercan de la costa. Con mi hermano vamos camino al último día de la fiesta de Santa Rosa de Pelequén.

Bulnes 11: la mala memoria

Recuerdo balas todo el día, al atardecer comenzó más crudo. Yo sentí balazos siempre. En ningún momento dejó de haber balas.

Mi viaje preescolar

Vamos a suponer entonces que había cumplido recién los seis años y que fue antes de entrar a la escuela cuando supe que la libertad es un modo de decir valentía, subversión, locura.

En busca del oro verde: crónica de una temporada en el Triángulo Esmeralda

Nunca nuestro tiempo había valido tanto, nunca pensamos que todo ese valor se desprendería del hecho de ser mujeres y saber usar un par de tijeras.