Creo que hay algo profundamente benjaminiano en este libro. Lo atraviesa una marcada indistinción entre poesía y política, una pasión por el fragmento, por el trabajo con los harapos de la historia. ...
Podríamos decir que todo Budnik se rebela contra esta práctica que capitaliza la realidad, como si operase con objetos desechables. Ante ello, la estrategia es tajante: la autoexpropiación como estética y consigna, como una ética a contramano de la enajenación y el individualismo, como amorosa...