«Guerra Florida» de Daniela Catrileo: “Perfume fragante de la memoriamadreselva” o “esta danza es por nosotras”

Guerra Florida, territorio poético feraz, contiene zonas, territorios ante los que mi cuerpo se doblega. Mi lectura conmovida asedia a cada uno en su anchura. Mi emoción se encoge o se ensancha ante las entradas, entrecruces, salidas intempestivas, arremetidas, permanencias hermosas, laberintos, (trans)fugas, trayectos, huidas.

Arar el duelo/ sembrar en él. Reseña de «Cuaderno de Croquis» de Rolando Martínez

La escritura, digamos, se transforma en una invocación de ese instante de tránsito donde la vida deja un cuerpo. Gracias a esa necesidad de encarar la pérdida de diferentes maneras tenemos un libro tan rico en montajes que operan en múltiples niveles.

El sublime suicidio.

Aunque es evidente que algunas de las causas del suicidio son la creciente precarización en las condiciones de vida así como la sensación de inseguridad e insatisfacción que le son inherentes, se trata de un acto que desplaza y desdibuja al individuo que lo protagoniza.

La China Morena se acorta la falda: La revolución estética de las travestis

Como la mismísima Diega reconoce ―y eso es mucho decir―, fue Ofelia (Carlitos) quien más innovó en Oruro y alentó todos aquellos cambios en la China Morena pero también, de rebote, en la ciudad de La Paz, donde poco a poco fueron modificando la estética.

¿Estamos muy lejos de La Pintana?

Porque a pesar de que viaje constantemente, pareciera que el Juan siempre tiene un pasaje guardado de vuelta a La Pintana. Donde hay “balnearios populares como las piscinas en las veredas”, donde “en la calle José Santos González Vera todo es tan claro”.

Un ponencista suelto en Bogotá (cap. XIII y XIV −final)

Esta es una pesadilla con la que ha soñado tantas veces, que ahora que comienza a rielar el decorado y sus personajes, el ponencista no puede sino fascinarse con su horripilante ejecución.

“En lo más banal y cotidiano nos damos cuenta de lo más dramático”, entrevista a Alejandra Costamagna

Lo interesante del archivo es que posibilita la memoria pero al mismo tiempo siempre pone en riesgo esas memorias cerradas que ya se dieron por zanjadas, porque una pieza siempre puede desarticular eso.

Un ponencista suelto en Bogotá (cap. XI y XII)

Ahora bien, si el club nocturno es la noche sin concesiones ni remisión, el “Mol (sic) es su previsible anverso. En su recinto se sucumbe a la luz del día sin sol. Los habitantes se someten a este espacio para vivir bajo la claridad sin calor del reflector.

Alan García, a galope.

Quiso ser el rey, pero nunca pasó de ser un caballo acostumbrado a escapar saltando por encima de todas las piezas que le salían al frente. Al final se encontró acorralado por los peones (jueces y fiscales) que tanto despreciaba. Caballero nomás, Caballo Loco.

Un viaje personal a La Ciudad Perdida del Dios Mono

Los primeros capítulos de La Ciudad Perdida del Dios Mono parecen una síntesis de crónicas de saqueadores y aventureros, de self−made men ansiosos por dejar una huella en la historia antes que imaginar un pasado de curso diferente.