En la ciudad de Talca, capital de la Región del Maule, hemos desarrollado ya diez versiones de un festival de teatro que tiene la particularidad de ser producido y gestionado con el aporte del propio público y vecinos del sector de La Florida. Se trata de una instancia donde los artistas y los espectadores forman un todo, que se propone romper con los parámetros establecidos por la economía de libre mercado y la política gubernamental en torno a la cultura y las artes, política que ha pretendido instaurar una industria cultural imaginaria que conceptualiza el arte como un bien de consumo.
La Feria de las Artes Escénicas del Maule es diferente, o por lo menos, se plantea como una nueva alternativa y otra forma de entender la cultura y el arte. Este año, el festival se desarrolló entre el 5 y el 10 de enero, pero algunos días antes amigos, vecinos y público llegaban con cajones de tomates, harina, tallarines, fruta, implementos de aseo y muchas otras cosas que serían utilizados para recibir a más de 55 artistas provenientes de distintos lugares de Chile y España, como también a más de 30 de la propia región. Una vecina consiguió un escenario móvil en un colegio, una amiga gestionó andamios que serían utilizados como soportes del cortinaje de patas y bambalinas. Otros amigos nos ayudaron a conseguir camas y colchones, y los propios integrantes del Centro Cultural Al Margen comenzamos a preparar nuestras casas y las de nuestros padres para recibir a toda la gente que cree en este proyecto.
Las compañías regionales fueron las primeras en presentarse. Estas son las que dan consistencia ideológica al proyecto que partió hace más de diez años, y que buscaba entregar un espacio, hasta ese momento inexistente, para el encuentro teatral entre las compañías locales. Luego fueron llegando los amigos de Santiago y la fiesta fue creciendo, hasta terminar con la presentación de la compañía española A tiro hecho (amigos que anteriormente nos habían recibido allá) con un montaje sobre la vida y obra de Víctor Jara.
Con la plata de las entradas pudimos financiar los pasajes de las compañías y, finalmente, todo se hizo sin aportes de privados ni del gobierno. No se trata de haber postulado o solicitado financiamiento sin resultados positivos, sino más bien de generar una economía solidaria y participativa, incluso con muy pocos recursos económicos, pero con muchos recursos humanos, que son los únicos que perduran en el tiempo y que pueden sostener un proyecto como este.
Una vez que ha terminado el festival, podemos decir con seguridad y firmeza que las políticas culturales regionales que invierten miles de millones de pesos no tienen el mismo impacto que hemos desarrollado como colectivo, situación que no solo pasa por la incompetencia de la clase política sino por entender que el arte no se consume, se produce en conjunto con el público.
Perfil del autor/a: