/ por Angela Davis
Traducción por Alicia Salomone y Thomas Rothe
Marcha de las Mujeres Washington D.C., 21–02–2017
En este momento desafiante de nuestra historia, recordemos que los cientos de miles, los millones de mujeres, transexuales, hombres y jóvenes que estamos aquí en la Marcha de las mujeres, representamos las fuerzas poderosas del cambio, las que están decididas a evitar que las agonizantes culturas del racismo y el heteropatriarcado se levanten de nuevo.
Reconocemos que somos agentes colectivos de la historia y que la historia no puede ser borrada como las páginas web. Sabemos que nos reunimos esta tarde en tierras indígenas y que seguimos la huella de los primeros pueblos que, a pesar de la enorme violencia genocida, nunca han abandonado la lucha por la tierra, el agua, la cultura, su gente. Saludamos hoy especialmente a los sioux de Standing Rock.
Las luchas por la libertad de los negros, que han moldeado el propio sentido de la historia de este país, no pueden ser borradas con el movimiento de una mano. No podemos olvidar que las vidas negras importan. Este es un país anclado en la esclavitud y el colonialismo, lo que implica que, para mejor o para peor, la propia historia de los Estados Unidos es una historia de inmigración y esclavización. Propagar la xenofobia, lanzar acusaciones de asesinato y violación, y construir muros, no borrará la historia.
Ningún ser humano es ilegal.
La lucha por salvar el planeta, por detener el cambio climático, por garantizar el acceso al agua desde las tierras de los sioux de Standing Rock, hasta Flint, Michigan y hasta Cisjordania y Gaza; la lucha por salvar nuestra flora y fauna, por salvar la atmósfera, es el grado cero de la lucha por la justicia social.
Esta es una marcha de mujeres y esta marcha de las mujeres representa la promesa del feminismo en contra de los poderes perniciosos de la violencia estatal. Y es el feminismo interseccional e inclusivo el que nos llama a unirnos a la resistencia contra el racismo, la islamofobia, el antisemitismo, la misoginia y la explotación capitalista.
Sí, saludamos a la “Fight for 15”. Estamos comprometidos con la resistencia colectiva. Resistencia a los multimillonarias especuladores inmobiliarios y gentrificadores. Resistencia a los privatizadores de la salud pública. Resistencia a los ataques a los musulmanes y a los inmigrantes. Resistencia a los ataques a las personas discapacitadas. Resistencia a la violencia estatal perpetrada por la policía y a través del complejo industrial penitenciario. Resistencia a la violencia institucional e íntima de género, especialmente la que va en contra de las mujeres transexuales de color.
Los derechos de las mujeres son derechos humanos en todo el planeta y por eso es que decimos libertad y justicia para Palestina. Celebramos la inminente liberación de Chelsea Manning, y la de Oscar López–Rivera. Pero también pedimos libertad para Leonard Peltier, libertad para Mumia Abu-Jamal, libertad para Assata Shankur.
Durante los próximos meses y años nos veremos obligados a intensificar nuestras demandas por justicia social y a ser más militantes en nuestra defensa de las poblaciones vulnerables. Quienes todavía defienden la supremacía del heteropatriarcado blanco, deben estar atentos.
Los siguientes 1.459 días de la administración Trump serán 1.459 días de resistencia: resistencia en las calles, resistencia en la sala de clases, resistencia en el trabajo, resistencia en nuestro arte y en nuestra música.
Esto es solo el inicio y, en las palabras de la inimitable Ella Baker, “aquellos que creemos en la libertad, no podemos descansar hasta conseguirla”.
Muchas gracias.
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