Pasillos

mayo 02, 2017
-

 
 
/ por Parménides Soto

I

El pasillo es un animal esquivo

Exigente con quien codicia

Su atormentada y bella carne.

 

Por eso

Debes ser paciente voraz pasajero

Que la reja entornada no te tiente

Adentrarse en esta estancia

es perder paso a paso

La apacible sencillez

De su frágil figura.

 

Recuerda que para él

Seguirás siendo

El que no sabe cómo detenerse

En el espacio

Para arrancarle una franjita de cielo

Al tiempo.

Miércoles 24 de agosto de 2016 / 18:27:34 / Angamos Oeste, Lima.

II

La soledad del pasillo responde con un silencio tremendo

Nuestras peregrinas inquisiciones.

Intentarás, inquieto caminante

Penetrar el misterio del callejón.

Comprenderás -si es que comprendes-

que entrar en su lenguaje lívido

Es ahuyentar la elusiva viudez

                                           Que lo vertebra.

Recorrerlo es a fin de cuentas retraerlo

A la estrecha perspectiva de lo intestino.

 

Contrariado te retirarás

Sin saber que el pasillo

Entró y salió de tu cuerpo,

Enhebrado de soledades,

Sin poder zigzaguear, pero, aun así

Ebrio de abatidas bestias

Como el destello de una luz

Que nos parpadea muy deprisa el alma.

Como una muerte que nos moteja la médula

Con las secretas iniciales

De la ceniza y la sombra.

Miércoles 24 de agosto de 2016 / 18:27 / Bolognesi, Lima.

III

A diferencia del pasillo,

La galería es cerrada.

El suelo en ella

Envejece creyendo

Que el cielo es algo asequible.

 

La cerámica corta el piso en rombos

Como si al final del corredor

Tuviésemos que avanzar

A coronar la pieza enemiga.

 

Las argollas metálicas están aquí en cambio

Para apaciguar ese inútil afán de conquista.

 

Pero,

Si acaso lo esférico

Si acaso lo circular,

Nos devolviese al principio,

Sufriríamos ese atávico

Y redundante terror al retorno.

 

La cadena en la esquina por otra parte,

Yace rabiosa, risueña

Expectante, ovillada.

Nos susurra, con la tullida ternura

De las tunas, salmos de cerrazón.

 

Es el candado el último en cantar

La atrofiada estrofa del portón,

El chillido inquietante de la reja.

 

En la bóveda de esta severa gruta

Carente de aparición y profecía

Podrás presenciar, viajante,

El desgraciado milagro

De la propiedad y la clausura.

 

Cerciórate, de si allá atrás,

El pintor no continúa

Recluido al fondo

De los colores claros

De su paisaje abierto.

 


 

Míranos ahora escupirle el ojo a la culebra

Siéntenos huir con la belleza bajo el brazo.

Tómanos el tiempo que nos demoramos

En fumarnos el luminoso cadáver

De su esmirriado y supino misterio.

Miércoles 24 de agosto, 2016 / 18:26 / Lima, Jirón Carabaya.

IV

Tal como a los cerros

La tristeza embellece

A los pasillos.

 

Es mejor huir de su visión

Si no se sabe salvar el rictus

De su misteriosa amargura.

 

***

 

“Ya quisiera llorar yo como llora un pasillo”

Dice un antiguo estribillo altiplánico:

Llorar, con sorna sorda, impasible,

Con la dignidad dolorida y tersa

Que comparte, por cierto,

con algunos puentes derruidos.

 

Como un fantasma que perdió un zapato

Y sabe bien que eso ahora

no tiene mayor importancia.

 

“Ya quisiera llorar yo como llora un pasillo”

Repite, esta vez, con algo de cinismo:

Llorar

Sin derramar la más mínima sombra

De su espigada penumbra.

 

Porque si un pasillo llora como llora

Es porque nos conoce los triviales abismos

La incisiva estupidez de los domingos,

Las cotidianas catástrofes que pacta

El escombro, la argamasa y el musgo.

 

Llora porque sueña algún día

Convertirse en laberinto,

Y encerrarnos para siempre

Con la descomunal hambre

De nuestro más sanguinario

E irresistible monstruo.

Lunes, 22 de agosto, 2016 / 11:56 / Lima, Paseo de la República.

V

Es la hermosura huraña

De los santos mutilados

La que nos aprieta a diario

Toda esta sangre azorada.

 

Asomados por entre los barrotes

Nos contentamos con intuir

La atildada túnica,

El insinuado nimbo

Ribeteando la crisma,

Y el dulce dolor del yeso

Cuando por fin entiende

Los atributos de su figura.

 

Estamos condenados

A imaginarnos una y otra vez

La imagen del martirio y la gloria.

 

No tenemos alternativa:

La religión del signo

No admite disensos.

 

Y no nos extrañe que resurja

El miedo a las lunas nuevas

O ese imprevisto pavor

A encontrarnos hincados

Bajo las alucinadas higueras

De la calamidad y la costumbre.

 

El pasillo parece ser

Después de todo,

La requemada nave

De una capilla que no termina

De arder y consumirse.

 

La lección de sus rescoldos:

Antes de la muerte

La eternidad es un hecho

Incontrovertible.

Jueves, 18 de Agosto, 2016 / 10:11 / Lima, Comandante Espinar.

VI

Un pasillo cavila
Sobre la nada
Hasta enmarcarla.
Viejo proverbio persa (paradero 1 de Gran avenida. Calle Placer)

 

 Jardinera

¿Quién morderá la lana roja,

Quién romperá los amuletos

Que nos hemos atado

contra la desgracia

Y la muerte?

 

Umbral

A la entrada del pasillo

Puede ser que recuerdes

Esas cosas que se escondieron

Muy calladas

Debajo de la sucesión

De días con lluvia

Y pan de ayer.

 

Cosas como la cara de la mujer

Que te enseñó a comer limón con sal,

Un día de verano, a la sombra del árbol

Y que lleva muerta hace ya algún tiempo.

 

Si te concentras podrás ver

En los ojos de la madre

Una infancia lejana

Asomar su juego

A orillas de la acequia.

 

Tenlo presente:

El pasillo es generoso

Con quien sabe abrazar

Su soberana sombra.

Fin de pasillos. / Lunes, 22 de agosto, 2016. / 13:44 / Lima.

VII

Vivimos oscuros, tranquilos y torpes

Como la paloma que bebe

El agua que escurre correosa

Por los adoquines del pasillo,

Y enferma de velados vuelos

Por ese fatal descuido.

 

Un chorro de tierra fría

Fulmina la posa que la lengua

De algún perro negro recalentó.

 

¡A buena hora destemplamos este charco

En el que se triza un trozo de cielo

Donde planeamos escardar las plumas!

 

Alguien aúlla, más allá de la cúpula

Y de esta tarde encapotada y dice:

¡Así surgieron las leyes

De mi cabeza pedrada,

Y así se ejecutó el enigma

De esta lengua iluminada!

 

Y enseguida,

Un ruido de vitrales rotos

Nos rebana la juventud

En diminutas lascas

Que preferimos no levantar,

Para que alguien más

Pueda cortarse los pies

Con su filosa corona

De días difusos.

 

Lo oímos, mientras el pasillo

Nos atrae a su muda matriz.

 

Avanzamos hacia él

Atraídos por quién sabe qué

Traqueteo de aguas grises.

 

Atrapados en la eternidad del roce,

Retomamos el arte circunflejo

De la navegación y el naufragio.

 

Embarcación y tempestad

En la edad de los destierros

Para avanzar y volver quebrándonos;

Para vivir abrazados al fragmento

De estos confines convexos.

Lunes, ‎31‎ de ‎octubre‎ de ‎2016 / 15:36:20 / Valparaíso.

VIII

Foto: Paulina Villavicencio Quezada.

Último pasillo

 

Ves, salimos de cada sepelio

Cantando todas esas cumbias

Que de bien chicos conocemos.

 

Les inventamos letras tristes

Que el trópico transforma

Hasta dejarlas difuminadas

Y tenues.

 

Todo es poco con tal de dominar

El arte de leerle la borra al pasillo

Y aspirar sorbos de luna caliente

Hasta hartarnos de hazaña

E insolencia.

 

Saldrá la noche a saldar sus deudas

Y dibujará didácticas nocturnas

Para que volvamos a visitar

Los lugares de la casa en que aprendimos

A pronunciar las cosas que queman.

 

Fue en ese humor de ramas ardiendo

Donde se habló de la latitud de las cosas perdidas,

Del porvenir del recuerdo,

Y de la posibilidad de un ocaso,

De un diluvio, y de otra vez un mundo.

 

Jugamos por última vez

A vernos motas de jugo seco

En la palma de la mano.

Y enseguida supimos de memoria

Los rincones en que se besan

Los amantes morenos.

 

La cumbia de los muertos cubrió las casas.

Se detuvo el milagro del causeo

En comedores puestos para visitas,

Y la hallulla sufrió en silencio,

La soledad de las fiestas de despedida.

 

-Nunca podremos salir de este pasillo,

Dijimos, dándonos cabezazos

Contra los muros inmensos.

Y ya estábamos afuera otra vez,

Interrogando a la ciudad sobre

Asuntos de importancia como:

Los propósitos ocultos del otoño

Las vías de evacuación del sueño.

O los dones del quebranto.

 

Nos respondió como lo habíamos

Acordado hace ya un buen tiempo:

Un golpe de frío en la nariz es sí

Dos estragos en el alma es no

Un tardío estupor de sesos

Ante la ingrata visión

Del eriazo y la desidia,

Son un tal vez,

Un ¡hasta cuándo!

O un ojalá.

 

Y el rumor de un lejano oleaje

En la sangre,

Tres puntos suspensivos…

Domingo 19 de febrero, 2017 / 13:35 / Valparaíso.

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