/ por Paula B. Pailamilla
y Luna Acosta
Las banderas pesan, nos pesan, estamos vestidas con ellas. Encontrarnos desterradas ha sido el inicio de la inquietud de unir nuestras historias. En el camino dejamos amores, dolores, personas, memorias. Nos ha unido en este proyecto la necesidad de compartir la afección por la sangre que se riega en los territorios de donde ambas nos hemos ido. Migramos dentro de la misma ciudad, provocando asentamientos efímeros. Convertimos los nodos de la ciudad en una metáfora de las naciones. Migramos dentro de la geografía que por un momento nos recibe, nos cobija. La geografía que habitamos. Caminamos con el peso de la ropa, de vestir la identidad y ausencia de cuerpos. Solas en el desplazamiento y acompañadas al tejer. Así se han construido diminutas comunidades autónomas donde vemos el tiempo pasar muy rápidamente, mientras con paciencia el tejido avanza casi imperceptible. Sentarnos a compartir con la gente que pasa y que se atreve a contarnos sus historias ha sido tercamente tejer una bandera que no flamea, que nos obliga a hacerle espacio en nuestras casas, en nuestras maletas, en nuestro tiempo. Empacamos y seguimos migrando por la ciudad, a pie, en bus o en metro.
Nos encontramos tratando de construir una identidad desterrada y llegamos al signo flameante de las naciones: la lengua, el acento, la piel, la bandera, la frontera. Entonces creamos una nueva nación inventada con una bandera que se fusiona, se comparte y se permea de las otras, como la identidad. Creamos un territorio habitable para quien decida acompañarnos. Las banderas nos duelen, pero las llevamos a cuestas invitando a otras y a otros a que vivan por un momento en nuestra nación y nos compartan su peso.
Nuestro hogar itinerante y efímero.
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El Peso de la Nación es una acción de arte iniciada el 23 de junio de 2016 que consistió en la tejedura de una gran bandera con ropa donada por migrantes, actividad llevada a cabo durante un año en distintas locaciones de Santiago (Chile), Medellín y Bogotá (Colombia). Actualmente se encuentra en exhibición en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
Fotografías de Lorna Remmele
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