And I’ve been putting out the fire
with gasoline
David Bowie
El napalm es un combustible que produce una combustión más duradera que la de la gasolina 1. Su nombre procede de los ácidos grasos con los que se fabrica: naftenato y palmitato. Su mezcla con gasolina produce un estado de gel altamente inflamable y que arde lentamente. Puede apagarse con agua o privando el oxígeno, pero en cualquier caso arde indefinidamente.
Conocí al escritor, comunicador audiovisual, dj y vj penquista radicado en Santiago, Federico Krampack (36), hace ya varios años. Su nombre “real” es Felipe Yévenes, pero sus amigues y seguidores le conocemos por Krampack.
Recuerdo nuestra primera cita en Plaza Italia traficando una de sus clásicas ediciones del fanzine Planeta Zeta 2 que ya tiene más de 15 años. No me cabe duda de que la raíz de nuestro encuentro fueron implicancias y deseos activistas en torno a disidencias sexuales oblicuas, sueños punk, sucias referencias poéticas, estéticas, cinematográficas y musicales. Sobre todo las que provenían de un subversivo marica italiano que nos cruza profundamente, de siglas PPP y asesinado brutalmente en 1975 por la fascista burguesía italiana, que no soportaba sus insolencias contra el Vaticano y la Democracia Cristiana. Le debemos a Pier Paolo Pasolini –ese monstruoso y prolífico ex comunista homosexual que gustaba de lubricar su ano con jóvenes prostitutos en las playas de Ostia* en los bordes de una vieja Roma que levantó murallas para protegerse y expulsar a los raros– la consumación de aquel primer encuentro.
Las facetas artísticas en este amigo transregional abundan, sus metáforas son avasalladoras, salpican años de veneno acumulando vómitos y sangres; sus letras, que ahora presento, son como las pistas que hacen bailar a cuerpos desviados entre el Gran Santiago y el Gran Concepción. Krampack es conocido en el under como uno de los mejores dj, ese que enciende la pista en las fiestas más monstruosas haciendo sudar a los cuerpos rebeldes hasta el amanecer. Lejos de la policía heterosexual de turno, lejos de las masculinidades dominantes y sus sonidos patriotas, lejos de la estupidez de la norma humana.
Monstruos heridos, amados y armados, compilación que obtuvo una Mención Honrosa en los Premios Municipales Juegos Literarios Gabriela Mistral 2017, es el primer libro de poemas de Federico Krampack, y la primera publicación de la nueva editorial independiente Satélite Ediciones. El sacrilegio poético comienza con un narrador caníbal, niño múltiple ardiendo entre fuegos de napalm. Niño fugitivo sobreviviente, anormal, predador carnívoro, vampiro, hijo, anómalo, ladrón y réplica marica de Frankenstein, que invita con entrada liberada a un festín entre raros, foráneos, leprosos, terminales, desfigurados, asimétricos, abandonados, azabaches, rollizos, vaporosos, tuberculosos, violentados, delicados, desnucados, tísicos y amputados, a manifestarse, a rugir e incendiarse, a esperar que los gusanos nos devoren bailando en las sombras de un decadente mundo que olvida y golpea; pero al que intensamente nos lanzamos y sobrepasamos, porque nuestra imaginación es más poderosa que las normas y leyes con las que intentan dominarnos los idiotas del ring de los bienestares heteronormales. La invitación es a generar una cofradía entre “monstruos heridos, amados, pero armados”. Y con fuego. Pero de ese que no se apaga nunca. Como el de napalm, ese que arde por siempre.
A medida leo este manifiesto que llora lágrimas de tortuga mientras observa a la cordillera derretirse en primavera, me encuentro con una especie de álbum post punk de siete canciones. El siete, dice Wikipedia, representa la totalidad del universo en movimiento. “Niños de napalm”, “Lágrimas de tortuga en primavera”, “Mis dientes de diamantes”, “Cadalso”, “Pequeña máquina del cielo”, “Botines y tijeras” y “Niño Monstruo”, son los títulos de este poemario atesorado al que imagino ponerle electrónicos sonidos para bailarlo entre monstruos sobrevivientes. Siete poemas que parecen melancólicas canciones que deletrean y traspasan episodios de una tragedia sudaca, cuyo protagonista niño antihéroe tiene el don de convertirse en mariposa negra, que reposa entre sus selectas verdes hojas para generar una metamorfosis completa tras la exquisita crisálida.
Porque allí, en su interior, tras su envoltorio que aparenta descanso, ocurre toda la acción: los tejidos, órganos y miembros del antiguo cuerpo de la oruga se transforman y componen el hermoso tiempo de vida de la hermosa mariposa. Y su tiempo depende de muchos factores: su tamaño, especie, sitio y época. Si la mariposa es pequeña probablemente no viva tanto tiempo, pero si es más grande, seguramente alcanzará a vivir más. Todo dependerá de qué clima acompañe su nacimiento. Porque como son criaturas de sangre fría, la oruga incubará cuando el clima se caliente, y si ya son mariposas adultas y las intercepta el invierno migrando hacia el sur, hibernarán hasta que todo a su alrededor arda.
El niño monstruoso de napalm, la oruga que espera el calor después del frío, lanza este álbum post punk, contraheterosexual, en el año que la avanzada rabiosa de los feminismos se toma como nunca diversos espacios históricamente dominados por los idiotas de turno. El fuego, dicen nuestras ancestras mapuche, es sagrado, alimenta, ilumina, calienta, abriga e inspira. En los rewes el fuego da el inicio del nuevo ciclo. Y mientras dure el guillatún nunca se podrá apagar. Este 2018, será recordado como un año muy, pero muy caliente. Y mientras los idiotas quieren apagar las enormes llamas feministas que ya han dejado muchas cenizas, allí estarán las weichafes y machis para ponerle más leña. Porque ningún idiota nunca más podrá quitarnos el derecho al fuego. Y la llama feminista cada vez se hace más grande, y mientras crece, más mariposas de múltiples zonas y colores serán convocadas a su rito. Jamás podrán lograr extinguir a las mariposas.
Entre esas llamas e incendios aparece este femenino poemario camuflado en libro como un nuevo tráfico que infecta. Y es que sin tráfico nuestros imaginarios y rebeldías no prosperan para enfrentar la agonía del centro del mundo. La invitación de estos poemas es a contagiarnos, exponiendo las tripas de su autor para ser devoradas por les hambrientes de deseo, alimentando espíritus oscuros, brujas sin dominio ni nación que deambulan por las noches bailando. En el reino del dominio de lo blanco, estas letras escritas con gótico negro se toman el espacio literario y poético sin permiso ensuciando mentes y escenarios.
En el teatro existe un entrenamiento pre-expresivo práctico que a veces utilizamos las actrices y actores para encontrar estrategias que colaboren a ficcionar corporalmente las emociones básicas de los cuerpos traducidas en acciones. Se trata de la modificación de posturas y fuerzas corporales musculares, en la apertura y clausura de los orificios boca y ano según ritmos y tiempos respiratorios, y en el juego plástico con nuestras manos, ojos, máscaras y abdomen. Hay una tradición teatral que estudia la alegría, el miedo, la rabia, el erotismo y la tristeza. Al hacer este entrenamiento corporal, es inevitable que las memorias aparezcan, nos revelen, nos aturdan, nos provoquen, estimulando a ratos el placer y el terror. La belleza y desafío de este entrenamiento es legitimar todas las emociones. Pero las emociones nunca funcionan de forma básica; siempre transitan en promiscuas mixturas y devenires. A los humanos generalmente se nos ha negado el derecho a llorar. Las lágrimas han sido condenadas por estigmatizaciones sexistas y prohibiciones históricas. Como el teatro intenta representar el mundo, y el mundo es un teatro repleto de representaciones y ficciones, podemos aprender y contraeducarnos emocionalmente si metamorfoseamos nuestros órganos como lo hace la oruga dentro de la crisálida deviniendo en mariposa. Krampack sabe que las lágrimas son necesarias. Como en el post punk, tenemos derecho a llorar nuestros mundos y componer poemas y canciones. Hay una profunda tristeza, impulsada por la erótica rabia marica, que contagia una lascivia entre estos hermosos siete títulos que se posicionan enfrentando con cautela alegría… los terrores y miedos. En la simpleza de un marginal acto corporal honrado, “sin efectos especiales ni lenguajes corporativos”, como hace rimar desobedientemente su autor. Celebrando el orgasmo colectivo, y sentenciando al idiota a que sea pateado por su huemul y picoteado por su cóndor, en su “grandiosa pocilga mental de su época tecnologizada”, a su propio y necesario cadalso.
La voz del niño antihéroe de botines punk callejeros hambrientos comparte en este libro sus roces íntimos con su cuerpo, y se imagina follando algo indescriptible. Un niño antihéroe que no sabe bien de dónde proviene y no necesita saberlo porque sabe que su mundo es el ruido. Cito a su autor: “Y entonces aprendí́ que las palabras siempre fueron mi anatema, mi purga, mi paz y mi ofrenda, el pelo y la rabia, el fuego y el goce”. El antihéroe le habla al niño monstruo. Y el monstruo le habla al niño herido para que siga amando, armándose, en un camposanto post punk sentenciando: “jamás moriré”.
El mundo es más hermoso mientras bailamos el ruido de la noche vampira, salvaje, en el bosque de los afectos, amados y armados. Porque mientras avanzan los neofascismos, la poesía, como diría la dramaturga catalana Angélica Lidell, es “la rebelión contra el estado” (fascista).
Perfil del autor/a:
Dramaturgo y director en Teatro SUR y activista en CUDS-Colectivo Utópico de Disidencia Sexual
Notas:
- Texto leído en la presentación del poemario Monstruos heridos, amados y armados del escritor y dj chileno Federico Krampack publicado por la editorial independiente Satélite Ediciones, lanzado en Espacio Zócalo el 19 de octubre de 2018 en Santiago. El libro puede conseguirse directamente con su autor y la editorial vía Facebook: Satélite Ediciones.
- “Planeta Zeta”, (publicación artesanal hecha en base a fotocopias y collages que concentra publicaciones contraculturales, reunidas y escritas por Federico Krampack. Planeta Zeta se ha expuesto en la feria de libros independientes QueerPunk Arts y Sciences Projects Nueva York EEUU y en Reykjavik Islandia y en las Cumbres de Fanzine en Chile, Biblioteca de Santiago, Perrera Arte y Casa Salud de Concepción.