Inspiradas en las vedettes de los años 70, las travestis cambiaron la estética de la China Morena, personaje del tradicional baile de la Morenada en el Carnaval de Oruro. Desde entonces la llaman “figura” y las mujeres, lo agradecen.
Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa.
Emma Goldman (1869 – 1940)
¿Quién era la China Morena travesti de los años ‘60 y ‘70?
Esta pregunta acompaña el deseo personal y político de escribir la historia de las chinas morenas de carne y hueso, describirlas desde sus recuerdos, desde la añoranza de su sensual presencia en las fiestas populares, especialmente desde el Carnaval de Oruro. No se trata solamente de una historia oral, se trata de una historia de desprendimiento y valentía, de hacer pública su voz y su cuerpo.
Aún se escucha el taconear de sus botas por las calles mineras que una vez más se vestirán de fiesta para recibir a miles de devotos y visitantes, para recrear el mito de invocación a los seres míticos de las profundidades que en un solo abrazo de seducción con los seres celestiales, hacen de ésta una fiesta única en el mundo, declarada desde el 2001 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
En un momento creí que la Familia Galán había sido la primera pintura arcoíris del Carnaval de Oruro, la única que se atrevió a visibilizar el poder rosa en la fiesta. Pero no, claro. La arrogancia se esfumó un día de 2009 cuando conversé con Diego Marangani, quien comenzó a nombrar a las distintas maricas que se habían atrevido a taconear antes que nosotras. Diego Marangani, Diega, como la llamaban, comenzó entonces a enumerar a aquellas maricas atrevidas, empezando por las finadas, “por respeto a ellas”, dijo aquella vez: Liz (†), Pocha (†), Barbarella (†), Verónica (†), Danny (†), Titina (†).
A esa lista se sumó hace un año atrás la misma Diega que se unió a ese santoral de históricas chinas morenas, que seguramente donde estén, seguirán bailando al ritmo de la morenada.
La Gran Ofelia
La lista se acorta con las sobrevivientes, entre las que destacan la Gran Ofelia, Carlos Espinoza, la viva diva ansiosa por transmitir sus memorias antes de que el tren pase por ella. Es tan grande la Gran Ofelia, que la prensa de la época de los años ‘70 la definía así: “No podía faltar la figura de ‘Carlitos’, para contribuir al éxito del carnaval y la Morenada Central en los actos de la fiesta vernacular”.
La seguridad y altivez de Carlitos no dejan duda: él es uno de los personajes más importantes del Carnaval de Oruro, donde participó desde sus 18 años interpretando ya a un personaje femenino: La negrita, en la fraternidad Los Negritos de El Pagador. Sin embargo, su aporte más importante es sin duda la creación de un nuevo personaje que hoy en día se conoce como «la figura» de la Morenada. Nada menos.
Esta «figura» alentada por la Gran Ofelia, revolucionó una época por dos razones fundamentales: promovió la visibilidad de los homosexuales en las fiestas del Carnaval de Oruro y del Señor del Gran Poder en la ciudad de La Paz, pero además impulsó la participación de las propias mujeres con los trajes que se les conoce en la actualidad.
Ambas cosas llegaron revueltas. Porque la primera transgresión de Carlitos al alterar el traje original de la China Morena, fue firmar, crear, inventar una nueva estética travesti, influenciada por el glamour y el brillo de las vedettes de los años ‘60 y ‘70.
Carlitos se emociona, los ojos le brillan y entonces recuerda: “Después de haber bailado en dos ocasiones ―dos años―, quise innovar el baile tanto como la vestimenta, entonces cambié el modo de vestir de la Morena, de la China Morena. Subí el largo de la pollera, subí el largo de las botas, y entonces ya se hizo muy diferente. Utilicé colores fuertes. Como yo estaba inmerso en la costura, sabía qué colores estaban de moda, qué telas eran de actualidad. En cuanto a los modelos, éstos eran más femeninos que los que usaban los anteriores “señores” que bailaban vestidos como la tradicional China Morena. Mis modelos eran bordados de fantasía con pedrería, perlas, canutillos, brillos y luces de actualidad. Por otro lado, estaba de moda el taco de plataforma, entonces empecé también a incluir eso en la moda de las figuras femeninas y también en la comunidad gay. Las botas tenían plataforma y su largo era diez centímetros arriba de la rodilla. La pollera ya era más corta (30 centímetros), las mangas a la moda de esa época: campana plato, con volados en gaza plisada. Éramos todas unas vedettes estupendas, regias, los modelos los sacábamos de los figurines de trajes de noche o de trajes de novia. Entonces esos modelos, esos trajes, fueron los inspiradores de muchas letras de la morenada, como La mariposa”.
«Al son de las matracas todos cantan y bailan la morenada, con los tacos (tac, tac, tac), con las manos (plap, plap, plap) Viva la fiesta».
Letra de la morenada La Mariposa
Desde entonces, cuán mariposas, evocaban la revolución desde la fiesta. Este personaje «mariposa», altamente sexualizado, inmediatamente provocó admiración y sedujo fácilmente a los espectadores, convirtiéndose así en un personaje abiertamente travesti que se popularizó y se posicionó en el Carnaval de Oruro y otras fiestas. Tanto así que incluso músicos renombrados de la época, como los Chaskas, llegaban desde la ciudad de La Paz para relacionarse directamente con estas nuevas protagonistas de la danza de la Morenada.
El destape de las maricas
La rápida conversión de las figuras de la Morenada, que con aquellos trajes lucían por demás atractivas, hacía del Carnaval de Oruro una fiesta con mayor presencia turística. Esto trajo consigo el destape, la visibilidad de la población travesti, homosexual o «marica», como se la conocía en la época.
No faltaba Morenada sin su China Morena mariposa. Las chinas morenas se habían convertido en personajes imprescindibles en las fiestas populares, debido a su representación visual y estética. Una fraternidad o conjunto sin su China Morena, no era una morenada de prestigio.
Ellas, por su parte, conservaron durante un breve tiempo más, un elemento: la careta. Se había estilizado el traje pero aún se conservaba la careta de la China Morena tradicional, con significados propios de la cultura popular. Esa careta puede entenderse como una forma de esconderse apelando al engaño festivo para generar un ambiente de seducción y curiosidad, que provocaba saber quién estaba detrás de esos trajes tan sensuales.
Pero como toda historia tiene su rebelde, Liz Karina, compañera de baile de Carlitos, un día de esos decidió quitarse la careta: decía que ésta ocultaba su belleza heredada de María Félix. Aquello provocó tensiones, ciertamente, pues Carlitos había usado la careta a lo largo de ocho años, sobre todo por razones estéticas: la careta era el único elemento conector con el traje tradicional. Pero no hubo que hacer demasiado esfuerzo pues ganó la belleza de María Félix que Liz Karina se empeñaba en mostrar. “Tuve que quitarme la careta”, cuenta Carlitos, resignado.
Las «chinas» se multiplican
Como la mismísima Diega reconoce ―y eso es mucho decir―, fue Ofelia (Carlitos) quien más innovó en Oruro y alentó todos aquellos cambios en la China Morena pero también, de rebote, en la ciudad de La Paz, donde poco a poco fueron modificando la estética. Y esta influencia, a su vez, fue destapando otros aspectos relacionados, por ejemplo, con temas de clase y de competencia entre las mismas chinas morenas.
Fue en esa época cuando sucedió el famoso beso de Barbarella (Peter Alaiza), que vestida de China se aproximó al presidente de facto de entonces, Hugo Banzer Suárez, en plena fiesta del Gran Poder, y le plantó un beso. Este hecho se tradujo en la prohibición de la presencia homosexual en las fiestas, misma que llegó al Carnaval de Oruro, pero en menor dimensión. Aunque no fue testigo del hecho, Carlitos estuvo en aquella histórica entrada del Gran Poder, bailando en otra fraternidad, la Morenada Eloy Salmón de los Señores Maquinero.
El caso es que aquella prohibición aceleró el ingreso de las mujeres a la danza de la Morenada. Hasta ese entonces, la mujer orureña de clase acomodada, precisamente por razones de discriminación de género y prohibiciones sociales, no participaba de las fiestas. Así, después de la prohibición del ingreso de homosexuales el año ‘74, Carlitos impulsa una nueva incorporación: la de las mujeres. Como él mismo explica, tenía varias amigas vinculadas a su trabajo de costura y moda, y las animó a que bailaran. Al principio fueron «diez jovencitas» de la sociedad orureña, a las que se fueron sumando otras mujeres jóvenes de otros departamentos, incluidas reinas de belleza, entre 1975 y 1980.
Desde ese momento participan las mujeres asumiendo claramente la estética travesti que se refleja en los primeros trajes de estas «figuras» de la Morenada. Con el tiempo se han transformado sin perder el aporte inicial de la estética travesti, pues queda en la memoria que ese personaje, la China Morena, era representado por homosexuales.
La Gran Ofelia pervive en el imaginario popular y social como personaje histórico. Ella es referente de una época, que nos permite reflexionar sobre los avances y desafíos de los nuevos tiempos, donde la China Morena es la reina de las morenadas.
Con la creación de este personaje a finales de los años 1960 y la década de 1970, la memoria travesti evidencia la innovación, la creatividad y el dinamismo cultural. Si bien fue diluído, este aporte continuó siempre desde los márgenes de la cultura popular, donde la travesti nunca dejó de ser aceptada y celebrada. La China Morena mariposa continuó bailando en los prestes rurales hasta los años 1990. Posteriormente, en la década de los años 2000, la Familia Galán continuó con este legado creando personajes en la fiesta popular. Así sucedió en la danza de la Kullawada con el «Whapuri Galán», y con la propia Morenada, recreando al personaje de la China Morena que vuelve a la fiesta como acto de reivindicación, reinterpretación y de justicia a la memoria de estas compañeras.
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