Trabajo compilatorio en conjunto con Gustavo Ramírez T.
Porque hay tantas lunas como lunáticos continuamos con poemas para alunizar y alucinar.
Imposible que la luna
Violeta Parra – Recopilación de música tradicional campesina 1959
Imposible que la luna
le quite al sol su carrera.
Más imposible será
quitarme de que te quiera.
Quitarme de que te quiera
no me lo quitó ninguna.
Porque los amores nacen
de los centros de la luna.
De los centros de la luna
de los que no tienen fin.
Y más cuando no te veo
es tan grande mi sentir.
Es tan grande mi sentir
que anda mi amor en el adre,
por no saber si me quieres
no me habré quejado tarde.
Viva la noble compaña
verde cogollo de olivo,
dónde habrá pena mayor
que un desprecio sin motivo.
Gaviota Cosmonauta
Por Nawel Bello a Valentina Tereshkova – Ngulumapu Fütra Waria 2019
Impactada la Luna
De tan alta fortuna
Conmovida por dentro
Salió al gran encuentro
Del Cosmos y comuna
Vieron al mundo girar
En complicidad espacial
Supieron lo esencial
Solo al amar amar
La vida se va a salvar.
Haiku
Matsuo Bashō – Japón (1644 – 1694)
omokage ya oba hitori naku tsuki no tomo
Haiku
Matsuo Bashō – Japón (1644 – 1694)
Visión en sombras. Llora una anciana sola, la luna como amiga.
Quebrá la luna
Gioconda Belli – Nicaragua 1972
Quebrá la luna entre tus manos,
Hacéla pedazos
Y úntate de su polvo fino y negro.
Protejámonos de los símbolos
Y de los sueños,
Cubrámonos de las frustraciones
Con una costra dura de realidad.
Aceptemos el día como día
Y la noche como noche,
Pasando por el tiempo
Con la espalda recta y los ojos secos;
Porque la mente no es dueña de la vida
Y los deseos no son las leyes:
Hay que acatar la moral y el orden,
Revestirnos de una sonrisa de bolsillo,
Apretarnos el corazón en un puño
Y aceptar el sacrificio.
Luna de Viento y de Noche
Winett de Rokha – Santiago 1943
Si clara, pacificadora y benévola,
si oscura tentadora, imantada, cruel,
densa para los pájaros, apretada de lo húmedo,
externa para los sembrados y los frutos,
interna y cálida para el cuerpo cansado.
Salir a beber la noche desde lo alto,
a escuchar su sombra y el arpegio de su imagen,
abrazar la hechicería de las estrellas,
echar al viento el barco de oro de un pensamiento.
Aisladora, fresca, trinada y absorbente.
Lo blanco más blanco,
lo oscuro más oscuro
y asesinadora de espíritus.
La miramos siempre de espaldas,
como el mar o las mesetas del cordero,
siempre con el corazón azul
a emprender una larga ruta
que comienza en las uñas de los pies
y estalla en la raíz del cielo.
Ningún misterio le es ajeno,
su sal es metálica,
y dulce, tanto, su caña y su fuente.
Cuando salgo al encuentro de la luna
se multiplican las águilas nuevas y las aguas,
el mar se enternece,
el huracán sonríe a la montaña,
mis dedos improvisan un sudario.
Son esas historias redondas, achatándose hacia el Norte
las que dan origen al rayo, varón irreparable.
Ojerosas y desveladas criaturas,
ya es la hora de entregar todas las canciones
al sepulturero nocturno
que pasa tallando con su hacha la tiniebla.
Luna de Papel
Jorge Teillier – Santiago 1985
Tú no sabes quién era Rudy Vallee
(por lo menos eso creo yo)
pero me gusta escucharlo
y también me gustaría escucharlo junto a ti.
Hay tantas cosas que nos unen:
Las tres B
que no son Bach, Beethoven y Brahmns
sino un restaurant de Lautaro
o Ercilla (Bueno, bonito y barato)
donde fuiste la reina de las cerezas.
Te gustan los hermosos barrios
donde las dueñas de casa
conversan en sillas de mimbre en las calles
donde atardece
entre gritos de niños y bocinas de micros.
Te gusta la gruta de Lourdes (que su párroco
nos perdone)
el cognac Napoleón en la guantera del auto
y por eso,
mi gata rubia
te envío una traducción
de una canción
que hace tantos años está cantando para
nosotros Rudy Vallee:
Sólo es una luna de papel
brillando sobre un mar de cartón
pero no sería una mentira
si creyeras en mí.
Este es un mundo de Empresarios de Circo
donde todo lo desechable se puede conseguir,
pero no sería una luna de papel,
si creyeras en mí.
Si no me quieres
todo es un desfile de Miss Chile.
Si no me quieres
todo es una melodía ridícula
tocada en un Sábado Gigante.
Sólo quiero una luna de papel
una luna de mentiras
que sería de verdad
si creyeras en mí.
Es la Luna
Dulce María Loynaz – Cuba
–Hermana,
¡cómo eres blanca!
–No soy yo; es la LUNA
que me da en la cara.
–Hermana,
¡cómo eres triste!
Eres triste y HELADA,
eres como una cosa muy lejana.
En tus OJOS HAY BRILLOS de lágrimas
nunca lloradas.
En tus OJOS HAY BRILLOS extraños,
lágrimas CONGELADAS
en quién sabe qué frío hermana.
Hermana,
algo en ti se está yendo,
se va ya, se apaga,
se acaba.
–No soy yo, es… la LUNA
que me da en la cara
Romance de la Luna
Federico García Lorca – Granada, 1928
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
Cómo canta la zumaya,
¡ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.
La luna
Walter Benjamin (de “Infancia en Berlín en el 1900”)
La luz que la luna emite nunca se dirige al escenario de nuestra vida diurna. El círculo que ilumina dicha luz de manera incierta parece pertenecer sin duda alguna a una Tierra contraria o adyacente. Porque ya no se trata de la Tierra a que sigue su satélite, la luna, sino de la Tierra transformada en un satélite de la propia luna. Su amplio seno, cuyo hálito era el tiempo, se ha quedado inmóvil; la creación ha vuelto al fin a casa y puede colocarse nuevamente el velo de viuda que el día había brutalmente arrancado. Aquel pálido rayo que llegaba hasta mí pasando la celosía de madera me lo daba a entender bien claramente. Yo dormía inquieto, la luna fragmentaba mi dormir con sus constantes idas y venidas. Y si se encontraba en mi habitación cuando yo despertaba, yo me veía como desplazado, pues la habitación sólo quería albergarla a ella.
Iceberg
Roberto Bolaño – Barcelona, 1981
I
Mi idea de la perdedora que la muchacha conozca a la muerte
pierna fuera de las sábanas como su Chile tocado por la luna
Camino astado de conocimiento la puerta se abre
y el tipo sonríe como imbécil su slip abultado por la luna
Como Dios conoce a los perdedores ella ha reconocido
la llegada de la muerte el momento Chile su instante de soledad
Su pelirroja su solidaridad un Chile debajo del toque lunar
un momento puro el encuentro de la desnudez y su soledad
Cuerpo tirado sobre las sábanas mi idea de la perdedora:
por entre las nalgas baja un hilillo de semen como luz propia
Su pelirroja grita en tiempos verbales pasados y ella se viene
a través de la idea dedo que en el culo toca la estalactita
Poética por ascensión pelirroja por ascensión un delta visual que compone
su Chile erecto tocado por la luna que la sujeta
Mientras se viene grita se estremece idea fija otra vez indecible
como cuerpo ensartado que compone transpiración como velo
Las manos bajan el calzoncillo y aparece Chile su horror
su grito blanco como el calzoncillo tocado por la luna
Su ojo azul se voltea y ofrece la grupa un hilillo de semen
como luz alba enferma que cubre la raya rosada y el ojo marrón
Del culo el ojo oscuro cubierto de leche como alba su razón
tocada por la leche como cinta franja línea que aún grita
Sus propios tiempos verbales caóticos para componer la figura
De su pelirroja ensartada que se viene hasta la estalactita
II
Idea fija otra vez indecible el hilo espeso es una luz propia
Su Chile su arcoiris inmóvil como pulmón de tiempos verbales oscuros
Tocada por la luna su venida su sujección de un eje ondulante
El momento Chile el momento erecto de su pelirroja y de su soledad
Camino astado su idea acoge a la perdedora a través de un eje ondulante
Pelirroja por ascensión la espalda las caderas rasguñadas sujeta a soledad
Como una alambrada la idea horizontal ha permitido un eje ondulante
Tocada por la luna su momento Chile que la penetra como pulmón
Reconociendo la fuga la inmóvil que dice toca el cualquier lugar ensangrentado.
Lua Adversa
Cecília Meireles – Brasil, 1942
Tenho fases, como a lua
Fases de andar escondida,
fases de vir para a rua…
Perdição da minha vida!
Perdição da vida minha!
Tenho fases de ser tua,
tenho outras de ser sozinha.
Fases que vão e que vêm,
no secreto calendário
que um astrólogo arbitrário
inventou para meu uso.
E roda a melancolia
seu interminável fuso!
Não me encontro com ninguém
(tenho fases, como a lua…)
No dia de alguém ser meu
não é dia de eu ser sua…
E, quando chega esse dia,
o outro desapareceu…
Lua Adversa
Cecília Meireles – Brasil, 1942
Tengo fases, como la luna.
Etapas de andar oculta,
fases de salir a la calle …
¡Perdición de mi vida!
¡Perdición de mi vida!
Tengo fases de ser tuya,
Tengo otras para estar sola.
Etapas que van y vienen,
en el calendario secreto
que un astrólogo arbitrario
Inventó para mi uso.
Y rueda la melancolía.
¡su interminable huso!
No me encuentro con nadie
(Tengo fases, como la luna …)
El día que alguien sea mío
No es día de ser suya …
Y cuando llega ese día,
el otro desapareció…
Noche
Alejandra Pizarnik – Buenos Aires, 1956
Tal vez esta noche no es noche,
debe ser un sol horrendo, o
lo otro, o cualquier cosa.
¡Qué sé yo! Faltan palabras,
falta candor, falta poesía
cuando la sangre llora y llora!
¡Pudiera ser tan feliz esta noche!
Si sólo me fuera dado palpar
las sombras, oír pasos,
decir «buenas noches» a cualquiera
que pasease a su perro,
miraría la luna, dijera su
extraña lactescencia tropezaría
con piedras al azar, como se hace.
Pero hay algo que rompe la piel,
una ciega furia
que corre por mis venas.
¡Quiero salir! Cancerbero del alma.
¡Deja, déjame traspasar tu sonrisa!
¡Pudiera ser tan feliz esta noche!
Aún quedan ensueños rezagados.
¡Y tantos libros! ¡Y tantas luces
¡Y mis pocos años! ¿Por qué no?
La muerte está lejana. No me mira.
¡Tanta vida, Señor!
¿Para qué tanta vida?
Última Luna
Reinaldo Arenas – Nueva York, 1985
Por qué esta sensación de ir a buscarte
hacia donde por mucho que vuele
no he de hallarte.
Qué terror sin tiempo ahora me impele
a por sobre tanto terror siempre evocarte.
No ha de encontrar sosiego nuestra pena
(que hallarlo sería comenzar otra condena)
y por lo mismo jamás cesaré de contemplarte.
Luna, una vez más aquí estoy detenido
en la encrucijada de múltiples espantos.
El pasado es todo lo perdido
y si del presente me levanto
es para ver que estoy herido
(y de muerte)
porque ya el futuro lo he vivido.
Ésa, indiscutiblemente, ésa es la suerte
que por venir del infierno arrostro.
Extraña amante,
sólo me queda contemplar tu rostro
(que es el mío)
porque tú y yo somos un río
que recorre un páramo incesante,
circular e infinito:
un solo grito.
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