«Vigilia” evoca la violencia doméstica y la tradición de los velorios en casa,
dos prácticas que se hacen presentes (por su incremento o prohibición)
en tiempos de pandemia y confinamiento.
Iv-n Figueroa Taucán
Instalación por Cheril Linett titulada «#1072 la casa natal». Fotógrafo Gonzalo Tejeda.
En este singular tiempo de pandemia, Cheril Linett continúa su exploración escénica iniciada con la obra “#1072” de 2017, cubriendo el interior de su vivienda actual con las mismas 29 sábanas[1] que cubrieron el frontis de su casa de infancia. Cruza la escena la sutil intervención de Iv-n Figueroa Taucán que, con su escritura sensible, interviene la geometría de la casa y dibuja poesía en los perímetros y contornos de los objetos que hay en su interior. Suman, sus poéticas híbridas y nos trasladan a la casa útero de la infancia. Hay que cubrirlo todo, por dentro, con las sábanas, como las que nos reciben al nacer. CORTE. Vigilia en tipografía estilizada avanza sobre el muro. Las letras se destiñen sobre los ocres del fondo. Al centro de la habitación, una cama. Desde arriba caen sábanas que cubren los muros hasta la mitad dejando libres los marcos de una ventana de madera de dos hojas, divididas en cuatro. La imagen es simétrica, salvo por el diseño de la tela y el color de las sábanas; también las ventanas, en lugar de cortinas, tienen celosías de madera pintadas de blanco.
Inquieta el sonido del silencio apenas perceptible por el roce del cuerpo con las sábanas. Las escenas se presentan como cortes, fragmentos, lo que cambia es la posición de los objetos. CORTE. Sentada sobre la cama en posición de loto, cubierta con sábanas el cuerpo figura triángulo equilátero. Destaca el interior humano que recorta su abertura en contraste con el blanco de la sábana. El ojo libre de envolturas, “El” ojo que todo lo ve. Sonrisa vertical.
Vigilia es un viaje de retorno que recoge sensaciones y estados del cuerpo en cuarentena para volver sobre la casa. Conservar el espacio interior, los objetos. Proteger el espacio amenazado del cuerpo. Hay que cubrirlo todo con las sábanas para curarle a la casa las heridas. Contra el encierro de una pandemia que nos tiene suspendidos, Cheril Linett se retrotrae al espacio de la casa. La instalación cubre muros, muebles, cuerpos. El cuerpo es la amenaza. La consciencia se expande material. Es tiempo de entrar en la casa cuerpo, casa útero, mundo cuerpo, y mantenerse en estado de Vigilia. La muerte ronda estos tiempos. Se respira miedo.
Hay que cubrirlo todo con las sábanas, como en una morgue.
Todos vamos a morir. Todo va a morir. Como lo conocemos. Eso es lo que dicen. El cuerpo es la amenaza. Hemos sido las grietas por donde sale la enfermedad, la vemos aflorar repartida como imágenes y películas en las pantallas.
Este ejercicio de introspección estético nos lleva al espacio primigenio de la infancia. Allí acontecen los antiguos fantasmas. La escena se vuelve más íntima por la presencia de las sábanas. El interior de la casa se vuelve todo exterioridad con ese cuerpo bajo las sábanas. Sábanas escondite. Casa-miedo adentro del cuerpo, porque cuando somos niños todo es enorme, y una casa puede ser tan grande como una boca de lobo. El miedo se incrusta más abajo de las imágenes. CORTE. Las piernas marcan el volumen. Entra en escena, “Esperar” sobre la celosía de madera pintada de blanco. En sentido vertical “Quedarse” se opone desde abajo y en sentido contrario. CORTE. En la sábana una abertura. Un ojo es el cuerpo cubierto de sábanas, el ojo se cierra en “Evitar el contagio”, escrito sobre la sombra de la cama. Cada ventana tiene cuatro vidrios sellados, los marcos definen la geometría del cuadro. La imagen se abre. Entendemos un cuerpo recostado sobre la cama, desnudo el texto recorre la imagen por el borde. CORTE. El agua fluye sobre los pies, las manos, las plantas. Se aposa en el lavatorio de fierro enlozado. “Aquí se encarnan los grandes ensueños”, escribe Iv-n entre la ventana y el cuerpo. Con las ventanas abiertas y un árbol de fondo. El cuerpo envuelto en la sábana tiene una abertura de la cabeza a los pies, cuerpo-vagina. Pornográfica la cámara rastrea la abertura, busca en las costuras, se insinúa capullo. Sonido de naturaleza. El cuerpo envuelto en la sábana expone su abertura, mientras el poema avanza y nos invita a entrar en formas orgánicas de la materia. El cuerpo adentro de la sábana, cosido en ella es mortaja. Paneo por la abertura y puedes imaginar sus partes envueltas como en una crisálida. Hasta puedes sentir la textura de la piel. CORTE. “Estoy inmóvil y apestosa. Me vuelvo loca, entorpezco”, escrito en diagonal completa la unión de las piezas. Las manos que cosen la tela. El cuerpo se cose adentro. CORTE. La costura confunde las manos hasta sellar las últimas partes. “La descomposición planificada penetra estos muros”, escrito siempre en diagonal sobre algún pliegue de la sábana. Hacia arriba. “Esperar, quedarse, evitar el contagio, permitir que el agua limpie donde se encarnan los grandes ensueños”. Acompañan el agua, el aire, el viento, las costuras; un sonido sin cosméticas ni adornos, preciso susurra el rozar del cuerpo con la tela. La cámara se acerca, te invita, la sigues a la altura de la cabeza, la costura se detiene y prosigue con más cuidado. “La descomposición planificada penetra estos muros” y te sientes invadida por el sonido del agua, los pájaros, los árboles, el viento. “Cada doce horas caliento un trozo de carne”. Los días siguen “Tenemos experiencia enfrentando su mundo”. El agua corre por las partes libres del cuerpo, pies, manos, cabeza, pelo conducen el agua al lavatorio de fierro enlozado. Abajo la reciben pequeños brotes. CORTE. Propone un espacio distinto. Casa sepultura con muebles, captura un pequeño útero sarcófago donde el cuerpo permanece suspendido. “Me esculpiré en el cemento”, dice el poema. CORTE. El cuerpo sobre la mesa. Hay que cubrirlo todo con las sábanas, puertas y ventanas. Las manos aparecen entre la tela, el pedazo de cuerpo, el pelo, el agua. Los brotes crecen. Cada día “cuando la noche acabe”. El cuerpo, se recorta contra la puerta de salida envuelto en sábanas. A los costados, las rejas. El silencio es feroz.
Reír, llorar, arder, alegrarse, euforizarse de pasión. Las sábanas nos reciben al morir.
Siempre atentas al cuerpo que nos pertenece y por el cual se nos condena, los sentimientos chocan. Es tiempo de detenerse frente al paisaje. Imaginar cómo hacemos para abandonar el estado culposo que nos aplasta. La codicia crece en manos de los sucios. Nata negra mezclada con sangre y una rabia imposible de expresar. Somos cifras a los ojos de los descarados, que, sin perder minuto, avanzan amarrando leyes y exponiéndonos sus datos bursátiles. Contra la indolencia, la libertad. Expandirnos hacia el colectivo y abrir las heridas para que el mundo se ventile.
Durante estos tiempos tan extraños, Vigilia apunta a restituir el nombre. Esto se trata del cuerpo, de mapas y pliegues, se trata del contagio y la enfermedad. Necesitamos tiempo para hacer los duelos. A través de este ejercicio político de desmontaje, Cheril Linett, interviene el paisaje de intenciones y desde una estética consciente, nos invita a reconstruir formas inhumanas que promuevan otras formas de ser y estar en complicidad con la vida.
Octubre de 2019, nuestros sentimientos chocan. La incitación es a arder de rebeldía. Emocionarse. Soltar la rabia, la risa, el llanto. Soltar el corazón de a poco, abrir puertas y compuertas para que el movimiento corra como el agua, la vida, la sangre. Cuando el riesgo es alto se comprometen buenas dosis de adrenalina y surgen emociones, de esas que no te dejan en paz. Nos urge un arder radical. Soltar la risa de a poco para que los secretos se ventilen.
Como en un tejido orgánico y contra toda dificultad, me reconozco en el trabajo de Cheril Linett, autora también del proyecto Yeguada Latinoamericana. Cheril tuerce la idea de lo performático con ironía, descaro, y nos invita a reflexionar de manera activa. Sus irrupciones alteran el paisaje, lo conmocionan. Sus performances son emancipadoras y energéticas. Su propuesta es coherente, viral, contagiosa. Cheril ataca por sorpresa, sus performances movilizan y ponen en tensión las categorías. Su apuesta es extrema. Su trabajo conecta, se sostiene en una acumulación de años de feminismos contra toda domesticación.
En sus performances vemos mujeres “indomesticadas”, explosivas y salvajes, que cautivan la mirada de los transeúntes en alguna calle, para apuntar directo a la violencia que nos oprime. Con sus colas de yegua, marchan, se exponen frente a los uniformados y las cámaras de prensa. Vemos cómo sostener la mirada es la estrategia, y el poder es potencia. Se multiplica. La audacia de algunos gestos permite mover el cerco.
Emocionada con la invitación a escribir sobre estos ejercicios, entrego lo que soy, mis percepciones, mi sensibilidad y mi deseo. Esto se trata de torsión, tensión, se trata de malestar y de los ajustes necesarios para que las piezas se muevan siempre, a favor de la vida.
[1] Donadas por personas que han compartido la horizontalidad del mundo de los sueños con la autora, y que luego fueron pintadas con sangre menstrual mediante un largo trabajo procesual y cíclico.
VIGILIA
Video-performance
Créditos
Poética Visual: Cheril Linett
Poética Escritural: Iv-n Figueroa Taucán
Registro Audiovisual: Rafael Allendes
Montaje y Foley: Andrés Valenzuela
Agradecimientos: Matías López y Dinko Covacevich
Texto: Eugenia Prado Bassi
Video-performance realizada en cuarentena
Santiago de Chile
Abril, 2020
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