En memoria de Mónica Briones, Nicole Saavedra, Anna Cook.
Somos puntas de un tejido que abriga.
Las pantallas muestran rostros y personajes hablando, las revistas y los diarios lo publican, la radio lo pregona y les artistas quieren serlo. Disidencia, inclusión, minoría, cultura, patrimonio. Mientras tanto esas mismas líneas editoriales, unos pocos, seguirán llenando sus bocas con productos comprados en el supermercado más cercano, otras palparan los días de la existencia en las periferias, tierras y tiempos recuperados donde se intercambian saberes tan solo por el gusto de encontrarse. Usted que está pensando desde su diferencia le cuento que la población, el barrio, la tierra, el cielo, el fuego, el campo, la ciudad si saben de homosexualidad. Así también de plantas, de universo, de economía y de política. Si tan solo se detuviera podría comprender la filosofía del ser que ha logrado sobrevivir sobre estas realidades simuladas que nos gobierna. En fin, acá se escucha fuerte en voz gritada el parentesco: prima, torta, cola, camión, lela, fleta, fleto, Mario y María en un mismo día. Pero solo llegamos hasta la antítesis del problema dialectico binario, aún falta camino por recorrer.
El mall digital te llenó de contenido multicolor, un orgullo de barrotes. Las banderas nunca fueron cosas de mi devoción pues tapan el sol, escondiendo la violencia sistemática que pervive. Durante la revuelta de octubre nos sacaron los ojos, cierto es, pero desde antes ya nos apresaban, nos violaban, nos educaban, nos sanaban, nos integraban a esa misma sociedad policial represora de siempre. El exilio de un cuerpo, por tanto, no solo se reduce a la materia, cuestión que no se resuelve en plenarios diplomáticos internacionalistas. La historia que trasciende a nosotras y nosotres es el fuego que subsiste en el centro de la injusticia. Porque esta resistencia y la insurrección de Junio del 69’ fue la ocupación de la calle el uso del espacio público.
Las huellas de ese lugar donde creciste son la fuente inagotable de nombres, memorias y recuerdos. La banca, la cancha, la esquina, la plaza, la escuela, la cata, la pancha. El herni en la mañana, en la tarde o en la noche. Libres nos desplazábamos con una sonrisa en la cara a lo ancho de la sociedad patriarcal cuando de repente cayó la yuta, el paco, el rati o la migra, corrigiendo tus manos, tus piernas, tus labios, tu pelo, tu piel. Se creyeron con el deber de castigar y de dictaminar incluso con quien deberías conversar o el cómo sentir placer.
Detente ahí. Placer, felicidad y finalmente la libertad.
¡Oh! amada libertad te han vaciado de significancia, te compran y te venden por una promesa de felicidad. Sabemos las amantes de tu germinación que eres más que el slogan chori, y que la utopía de humanidad radica en tu práctica como experiencia de autonomía.
¿Dónde está, la tranquilizadora, posibilidad de respirar sin cuestiones pendientes?
Acá nos abrazamos entre nosotras pa’ calmar la sangre del golpe recibido, la mirada acusadora, el chiste normalizado, la pregunta capciosa. Mujeres lesbianas, astuta manada, hermosa forma de sentipensarnos. Nos apoderamos de espacios que para la mami, la weli y la niña estuvieron reducidos a cuentos.
Ven, bailemos en la multiplicidad de existencias libres que no priorizan las diferencias, pues sabemos que lo somos. Instante de autodeterminación que quiebra la única forma, forma hegemónica que precisa institucionalizarlo todo. Ya lo entendiste supongo; nunca bastarán tus leyes, tampoco las migajas de tus reuniones de coordinación aburrido burócrata.
Ahora, transitamos en claridad y con objetivos fijos; sabemos que no se negocia y sabemos que este laberinto se recorre entero hasta la última trampa. La intuición es memoria que reclama su inmanencia.
Lesbiana callejera con memoria y en resistencia, no desgastes las pocas balas que recuperaste; apunta hacia la maquinaria de poder del patriarca.
Perfil del autor/a:
Canto Urgente agudo en la reflexión cotidiana. Tu historia la mía, Quizás la nuestra. Araceli Cantora, Nueva Trova emergente.