I.
Vivo entre los libros y meditaciones flagelantes
entre la desesperación diaria
y la calma de una lectura
-me acompañan
los muertos de las épocas.
Pido que no existan los libros en la muerte:
sería indicio
de que todo salió mal.
II.
El fervor de una mañana sin calor
donde los pájaros no cantan tu nombre;
no es primavera, sino su opuesto.
Algunas hojas vuelan,
no se podría decir cuántas
solo que no van a ninguna parte.
Algunas hojas vuelan o caen.
III.
En cambio, lo difícil es escribir en silencio
con esa molesta voz que te recuerda quien eres
aquella que intentas acallar todo el día sin éxito.
Entonces, llega la noche
y el único fantasma eres tú.
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