Epílogo del libro Insumisas, diez chilenas vitales desde la disidencia editado y diseñado por Camila González S. (Pólvora Editorial, 2021).
El pasado verano, mientras sobrevivíamos al calor de febrero en Santiago, en medio de esta pandemia eterna y triste que vivimos, leí las cartas de amor que la activista anarquista Rosa Luxemburgo escribió entre los 1893 y 1917 que recoge la publicación Dime cuándo vienes (Banda Propia, 2020). En medio del calor seco de esta ciudad y de la amenaza de un virus que ha matado y precarizado de manera cruel a la gran mayoría de las comunidades de nuestro país y el mundo, me aferré a la lectura de estas cartas que Rosa Luxemburgo, una gran insumisa de todos los tiempos, dirige a cuatro de sus amantes. En la mayoría de estas cartas, Rosa le escribe a esos hombres que está muy preocupada de las publicaciones en los diarios anarquistas. Le importa que estén bien impresas, que las noticias de huelgas o alzamientos ocupen lugares importantes en los pasquines, que la redacción sea clara y que el diseño dirija el ojo a lo importante al momento de leer sobre las celebraciones del día del trabajador, denunciar alguna medida arbitraria de represión o hacer el llamado a un paro o una huelga. A Rosa le importaba particularmente el tamaño, el espacio y la tipografía que se utilizaría. En definitiva, le preocupaba el diseño que ocuparían los textos y sus disposiciones dentro de las publicaciones.
La relación entre el diseño gráfico y la política no siempre ha sido pensada por los grupos políticos de izquierda, quienes tienden a creer que el diseño y la estética ocupan un segundo plano dentro del contenido de las publicaciones: pareciera que sólo importa la letra y no el soporte o el modo cómo aparece esta letra. Esto es posible verlo en la uniformidad del tipo de diseño que existe en ese archivo político. Algo similar a lo que hemos escuchado hasta el cansancio quienes participamos de distintas instancias activistas: el feminismo es una revolución secundaria, pequeño burguesa, que más que unir, divide las luchas dentro de la política. Pero el mundo ha cambiado, nada de esto puede ser igual luego de lo ocurrido en mayo 2018, cuando la emergencia feminista se tomó liceos y universidades, expuso la violencia naturalizada del acoso y el abuso en el que vivimos y cambió el marco de lectura que el país llevaba con éxito hacia el neoliberalismo despiadado en el que crecimos. Es verdad que el feminismo ha tenido una emergencia y una vigorosidad explosiva en los últimos años, su palabra cambió cada aspecto de nuestra vida cotidiana pero como todas las grandes revoluciones sociales, no comienza desde cero: hay un trabajo de incubación que lleva siglos antes de esta nueva arremetida. El feminismo es una lucha política, teórica y estética que tiene casi un siglo de trabajo en nuestro país y mucho más en el mundo entero. Desde siempre ha existido un fuerte menosprecio frente a su historia y el trabajo de sus publicaciones ha sido realizado gracias al esfuerzo comprometido de editoriales independientes, desafiando el menoscabo reinante. Se por la amistad que me une con Camila González S., la editora y principal artífice de esta publicación, Insumisas, diez mujeres que inspiran desde la disidencia, que ella también leyó las cartas de amor de Rosa Luxemburgo mientras soportábamos el verano pandémico y conversábamos por WhatsApp. Hablábamos sobre lo importante que nos parecía tener la posibilidad de entrar al universo íntimo de esta activista política y reparábamos en la obsesión que tenía con el diseño de las publicaciones anarquistas donde participaba.
Camila es una diseñadora atenta e involucrada con los libros que tiene la misma pasión que Rosa Luxemburgo por la palabra impresa y su diseño. Detallista, metódica y trabajadora, imagino a Camila en este libro como una Rosa Luxemburgo de hoy, luchando frente a una industria editorial masculinizada que más le importa poner letras de nombres validados (la gran mayoría varones heterosexuales) que arriesgarse con un diseño de escrituras de mujeres y disidencias que han sido invisibilizadas. La imagino como una Rosa más feminista que nuestra líder anarquista, transfeminista más bien, una Rosa marimacha que decide contar su historia a través de estas diez mujeres que son, a su vez, muchos tipos de mujeres en las que se refleja como diseñadora o como ella misma se define “disoñadora”. Esta Rosa queer que es Camila, se mira en estos archivos de mujeres que desde tiempos difíciles, tiempos de mayor menosprecio que hoy a la mujer en sus distintos ámbitos, desde la medicina hasta la performance, de la fotografía al teatro, decidieron hacer de sus biografías y de sus convicciones políticas, la historia política que sigue inspirando a mujeres y disidencias en este camino eterno de justicia política, estética y erótica en la que seguimos.
A Camila la conozco exactamente desde la primera edición de este libro realizada el año 2015, cuando me deslumbró la belleza del diseño de su trabajo, los collages que había realizado para esa primera edición y que continúa en esta segunda edición, el cuidado esfuerzo por escoger los distintos tipos de papeles y páginas, colores y tipografías con los que rinde homenaje a la memoria de estas mujeres insumisas. Me impresionó su nota de editora, la única vez que aparece una firma de ella como creadora dentro del libro, realizada en papel diamante donde existen frases que se encuentran en los mismos textos de la publicación como “volverse voz”, “acá se cuenta un mundo”, “las pulsiones del cuerpo”, “el gesto escritural” que se observan reflejadas, entrecortadas y entrecruzadas en una página antes que comience la impresionante aventura de entrar a vida de estas insumisas a partir de cartas, entrevistas, declaraciones, fragmentos de tesis, poemas: en definitiva, textos propios de las mismas mujeres que el libro rescata. Acá no se necesita que nadie le dé voz a estas mujeres y disidencias, son ellas mismas las que hablan en primera persona. Así es el trabajo de Camila: prefiere hacerse un cuerpo con los textos de las otras y trabajar meticulosamente los soportes para que esos textos y esas imágenes brillen gracias a su trabajo gráfico. Su objetivo es inspirar a otras mujeres que desconocen estas historias y que comiencen así su propia revolución.
Este proyecto es un trabajo arriesgado. No es lo mismo publicar un libro así el año 2015 que hoy 2021, porque a pesar que no han pasado tantos años, el feminismo tiene hoy otra apertura pública. Antes, publicar una bitácora así era un riesgo, no había un interés en la historia de las mujeres, menos en archivar sus voces. Es por eso que en este afán de archivar historias este proyecto no sobre interpreta a estas insumisas en textos académicos que poco saben de arriesgar el cuerpo y que casi nunca inspiran a seguir en la lucha cotidiana. Agradezco a nombre de mis compañeras de hoy y de mañana, la generosidad de compartir este archivo que necesitábamos.
Este libro que más que un libro es un archivo feminista, una obra de arte, una declaración de amor o un compendio en primera persona de la historia política de las mujeres en Chile, fue exhibido por primera vez en un stand en la feria Impresionante que se realizaba con periodicidad en el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago y cuya impronta era hacer visible la importancia que tiene el diseño editorial para la producción de conocimiento. De ahí que este libro, desde sus inicios, transite también por espacios y lugares no tradicionales de lo que significa una publicación. Este proyecto sigue la vocación de la transgresión de los géneros, de todos los géneros, a los que el transfeminismo siempre nos convoca.
Me interesa destacar las nuevas “insumisas” que incluye esta segunda versión porque amplía la manera de cómo entendemos la historia de las mujeres en el país. Hoy es muy común escuchar que cuando decimos feminismos, hablamos de mujeres y disidencias, lo que me parece un logro ineludible del tiempo que habitamos. El feminismo es un lugar que no siempre es cómodo y depende mucho de su definición. Por mucho tiempo fueron expulsadas las lesbianas, las maricas y hoy grupos que se autodenominan como radicales segregan con furia del debate la presencia de las personas trans dentro del feminismo en una política conservadora y absolutamente reaccionaria. Este libro toma posición por un feminismo que no apela a la identidad biológica o a los estrechos intervalos del binarismo masculino/femenino. En esta nueva edición están, además de las insumisas de la primera edición, Julieta Kirwood (1936-1985), socióloga y activista feminista clave para la conformación del movimiento feminista de los años ochenta en Chile cuyo trabajo en férrea oposición a la dictadura, exigiendo democracia en el país, en la casa y en la cama, siguen inspirando a las feministas y transfeministas de hoy. También está la actriz y pensadora Manuela Infante (1980) quien desde que presentó su obra Prat (2002) que generaba una ficción del “héroe” alejado del imaginario masculinizado generó una polémica que remeció el panorama consensual de la postdictadura y que en este libro nos habla de cómo su teatro poshumanista construye ficciones que desestabilizan el imaginario dramático tradicional. La poeta Daniela Catrileo (1987) quien ha sabido en este tiempo de insurrección intervenir políticamente nuestro presente desde su experiencia mapuche champurria viviendo en la ciudad, tiene su presencia en este libro a través de la poesía, una poesía que evidencia siempre la violencia colonial y que rinde homenaje a su historia de mujeres en resistencia. Otra de las incorporaciones a este archivo de insumisas es Hija de Perra (1980-2014), activista de disidencia sexual que muere el año 2014 por las complicaciones derivadas de la infección por VIH y que sin una lógica identitaria se presenta como “puta, travesti, mujer, hombre, gay, lesbiana, todo para ti”. Su pedagogía bizarra y abyecta, marca un tiempo neoliberal donde la ironía fue una estrategia potente para evidenciar cómo el neoliberalismo y sus formas arribistas marcan a una generación que necesitaba de escapar del hogar heterosexual para vivir sus deseos. Su trabajo multidisciplinario es necesario seguir rescatándolo de la amnesia de un país que no sabe valorar a sus artistas más transgresoras.
El libro Insumisas, diez mujeres que inspiran desde la disidencia es como esas cartas de amor que Rosa Luxemburgo escribía a sus amantes, preocupada por el diseño de la insurrección política. Sin embargo, en estas cartas de amor que son este libro, la preocupación no son sólo los obreros, porque estamos en un tiempo donde es imperioso rescatar las memorias de las mujeres, de las disidencias sexuales, de todas aquellas que la historia política —inclusive de las políticas de izquierda— omitió de sus publicaciones. Es momento que viva con nosotres la esperanza política del amor lésbico y las biografías trans como parte de nuestra historia nacional. Es el tiempo de acceder a un archivo negado que podemos tener hoy gracias al maravilloso trabajo editorial que nos presenta Camila González S., una nueva Rosa Luxemburgo de hoy, marimacha y transfeminista.
Perfil del autor/a:
Biólogo y escritor disidente sexual