Una bella noche para bailar Rock
Esta es una bella noche para bailar rock.
A mi padre lo trajimos muerto desde Santiago,
El clan quería verse reunido al fin:
nuestra madre sólo recibía órdenes de la familia,
“Tú eres el encargado para irte con tu padre
/en la carroza”.
Bien, asentí, y fui a comprar cigarrillos.
A la salida de la ciudad le pedí al chofer
/que prendiera la radio,
nos pusimos a fumar.
“Mi padre fumaba también”, dije.
Ya en la carretera buscaba una emisora;
las radios aquí se escuchan mal producto
/de las montañas.
“Escuchemos un cassette”, dijo el chofer.
Colocamos la cinta, una selección de rock argentino,
Y luego preguntó si fumaba cannabis.
Fumamos mientras avanzábamos
/por las montañas y la carretera.
Al llegar bajamos el féretro de papá,
le di gracias al chofer por el viaje.
Hoy como hace dieciocho años
pienso a quién debo traer de la gran ciudad,
para que la familia esté unida
para que la familia sea feliz.
Mala racha
Los tragamonedas funcionan todo el día,
la vecina de la mano cortada me cuenta que
/compra el pan con lo que gana,
aunque siempre gana la máquina, según el dueño.
Las leyendas de los tragamonedas
/se encuentran en inglés,
pero todos juegan sin detenerse;
siempre que voy por cigarrillos
está la vecina de la mano cortada
y otra vecina rubia:
a ratos golpean la máquina,
murmuran y garabatean su mala racha.
La trama
El poema es la trama que está sobre nosotros
/sin darnos cuenta,
es la avioneta que deja entrar su ruido por la ventana
y pensamos en el piloto que mira nuestra casa.
Entonces la avioneta es el poema que
/esta sobre nosotros
y el piloto es el que escribe en su libreta;
que ha visto una casa, un auto varado en el patio,
una hilera de árboles azotándose contra el viento
y dos o tres pozas de agua, que son dos o tres
/espejos si están quietas.
Continúa diciendo el poema que
/sobre el techo de la casa
la sombra de la avioneta o bien la sombra del poema
/era una mujer con los brazos abiertos.
Nosotros que a esa hora dormíamos en casa
interpretamos el sonido del poema
que entraba por la ventana;
más bien era el sonido del cielo,
porque las avionetas son el sonido del cielo.
Pero era el poema que ululaba tras los visillos
/para que yo lo escribiera.
Me veo junto a mi madre
Estoy junto a mi madre abatida por el Alzheimer
/almorzando,
A cada cucharada acercaba su cabeza
/y luego preguntaba ¿Quién es usted?
Tanto ella como yo estábamos arruinados
¡Tómate una agüita de hierbas, debemos partir!
Y aunque no se pueda creer
/algo se rearmaba y así hasta nuestra despedida.
No nos volvimos a ver después de aquello.
¿Qué quién soy?, no lo olvido,
el recuerdo, el extravío que nos supera,
te lo prometo, no lo olvido.
Proceso
Me piden que escriba como el
/libro anterior.
Sí, pero ahí era un tipo con suerte;
despertaba y aparecía un poema
mi mujer me amaba, se notaba.
A quien se siente amado;
le llegan poemas, le miran por la calle.
Las cosas se dan de tal manera
/que puedes abusar de tu buen momento.
Con el tiempo suceden trastornos,
/las cosas se enfrían,
y el amor, la poesía se alejan.
Todo es apenas un lago que chorrea óxido de tus ojos.
En concreto
El poeta Donald Davie nació en Inglaterra en 1922,
de él sé pequeños datos de una antología.
Mi padre; que terminó de colero en
/las ferias de Pudahuel,
murió dos días antes que Davie
/en septiembre del 95.
Por ese entonces yo había robado un par de autos
/para quemarlos cerca del aeropuerto.
Está claro: no existe nada que ligue todo lo anterior.
Tres vidas movidas al unísono;
Davie, mi padre, y una conexión de cables
/bajo un volante.
Yo afeité a mi papá antes que se pusiese frío.
El hisopo maquillaba su cara verduzca con espuma,
luego la Gillete hacía su trabajo.
A Davie lo prepararon en una funeraria londinense
/para recibir los ritos anglicanos.
En concreto; existe una desaparición hace 25 años,
aunque se puede oler la colonia inglesa
/después de la afeitada,
leer los poemas de Davie de vez en cuando.
Todos podemos desaparecer de verdad,
/regresar y afeitarnos de nuevo.
O conducir un auto de un lado a otro sin
/mayores obligaciones.
Yo fijé en un punto la mirada,
los dos muertos del poema la fijaron en mí.
No existe problema alguno; hemos sobrevivido
/al tiempo,
/al espacio y las apariencias.
Limpieza
Mis manos huelen a Poet
/y el poema nace.
No me gusta recibir llamadas:
“Lo único que me falta es recordarte que son
/doscientos mil,
no quiero atados con las lucas y estamos en paz”
¿Te fijas?
El aseo es el intento de sacar ciertas cosas
frases somníferas del amor;
“maneja con cuidado, recuerda que te amo”.
Pura retención de líquido,
el aseo es el drenaje.
Cuento
En una pequeña ciudad existían
/cuatro o cinco poetas
“cada uno sentía pena del otro”
de las flores que el otro podría atesorar
de las muchachas que el otro podría coger
de las rústicas palabras que hacían
más grande al uno del otro,
“así nunca habrá una revolución de flores
de poesía, o de amor”[1]
A qué ciudad partir entonces
a qué país dirigir nuestros pasos,
finalmente no son más de cinco
y la ciudad apesta a flores.
Cuota de pesca
Tienes que elegir una historia cualquiera;
la discusión de la mañana
la tipa que llama por equivocación
la diabetes fulminante de tu papá.
Ellas son la cuota de pesca en las doscientas millas
/donde braceas por una historia.
Aquella personalísima labor te conmina a bracear
por entre tiburones y fragatas portuguesas;
la diabetes son las fragatas,
la discusión corresponde a los escualos
y la tipa: el “Non Serviam” de las causalidades.
No importa la forma en que bracees
el estilo es la resistencia;
/estética de las olas dando en los roqueríos.
El golpe, el sonido,
/la brisa húmeda en tu cara son un buen indicio.
Poemas ratas, poemas luz
Existe gente que ha escrito buenos poemas,
/y no sabes cómo lo hicieron.
Según tú, cruzaron el río místico que
/está lleno de buenos poemas.
Tamaño asunto motiva decir;
“Ese poema me hubiese gustado escribirlo yo”
Cerveza ucraniana de trecientos pesos
tabaco Richmond sobre la mesa.
Qué hacen esas dos cosas a orillas del río.
Mi hija patina una tarde de invierno
Se acerca a la reja de la cancha y me dice:
¿Qué figura quieres que haga; el ángel, el cisne
(aunque ese me cuesta mucho)
o la paloma hacia atrás?
Me gusta el ángel, pero realiza lo que quieras mostrarme.
Entonces abarcó toda la cancha,
de una esquina a otra; pensando quizás
/cómo sorprenderme.
Al rato se acercó a la reja y me pidió la botella con agua.
El día había estado nublado y frío,
de pronto una luz naranja rompió en las cordilleras
/nevadas que están sobre el valle.
No sabemos lo que haremos más tarde
/o cuál será el desenlace,
la brisa comienza a amoldar nuestras mejillas,
y quizás es hora de volver a casa.
Espera, espera, déjame realizar otro intento.
Claro, inténtalo toda tu vida; ser un ángel o un cisne,
como esa luz que se apodera de la cima y la abandona
/todas las tardes, una y otra vez.
[1] Tom Macgraph
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