El poemario de Álex Bay, Ruptugrafía, se compone de dos grandes partes: por un lado, “Oficio permanente”, y por otro, la segunda sección que lleva el nombre del mismo libro. Así, la primera vez que ingresé en su lectura, justamente me llamó la atención el trabajo de ambos apartados: ¿Cuáles son sus puntos de encuentro? ¿En qué se diferencian? ¿Desde dónde dialogan internamente?
Los primeros poemas de este libro se construyen desde lo más íntimo de su hablante. El texto se inaugura con “Sueño en calle Exposición”. Si bien quien habla se acerca a espacios públicos o abiertos, como el invierno, la micro o la plaza, lo cierto es que todo su universo se enmarca dentro de una acción onírica. Pareciera que el sueño es el espacio del autor que anhela salir de ese invierno desagradable teniendo la sed de nuevos tiempos. Este texto, entonces, da paso a todos los demás: de a poco, la voz aumenta y va tomando fuerzas. Las ausencias, los espejos, el extranjero de sí mismo, la necesidad de salir a flote, entre otros elementos y escenarios, van armando el mundo de “Oficio permanente”.
De esta manera, el texto avanza hacia “Ruptugrafía”. Dice: “Fundamos el ciclo del fuego/ trogloditas de la comprensión/ furiosos pájaros en la cabeza/ flores de polvo entre suspiros”. Estos son los cuatro primeros versos de dicha sección. Aquí es posible percibir una voz fundacional, que va describiendo un escenario orgánico para pasar a uno mucho más urbano, donde: “Al fin/ el derrumbe de los edificios/ aparentemente sólidos/ construidos sobre arena movediza/ nos vio cruzando la ciudad”. Entonces, todo aquello que percibimos sólido finalmente se derrumbará igual que nosotros: “borrachos/ sonrientes/ sangrados”.
Además, en el transcurso del poemario se va percibiendo una ruptugrafía que está hecha en plural, en espacio, tiempo y emociones generacionales: “Fue en nuestros tiempos/ de guerra/ un 2011 que nos dejó/ perplejos y mudos”. Sin decirlo directamente, este hablante nos va llevando por la ciudad, reencontrándonos con nuestras propias vivencias. El año 2011 resulta ser un año de guerra para cierta generación, emblemático para la movilización estudiantil, por ejemplo. Si bien el segundo poema de esta sección no apunta estrictamente a dicho contexto histórico, la verdad es que el poema logra posicionarse en nuestras sensaciones y memorias centralizadas de Santiago: “Con alas heridas/ transitamos estaciones/ del año y del Metro/ en su estricto calendario/ minas antipersonales/ nunca desactivadas”.
Ruptugrafía, de Álex Bay, es un poemario joven pero lleno de adultez, que se va configurando desde lo más íntimo e individual. De este modo, el “Oficio permanente” puede corresponder a la escritura misma, aunque también a aquellas prácticas cotidianas, como el soñar, el recordar o el ser gobernado por “el deseo/ querer en negro/ un final feliz/ sin cabida/ sin cabina telefónica/ donde acudir al llamado”. Este hablante, que se comunica desde un lugar personal, se va abriendo hacia una voz aumentada, donde “fundamos el ciclo del fuego” y “los cacerolazos serán el signo de los suburbios”. Es un libro que, en progresión, resulta ser antipersonal, pues su voz va haciéndose profundamente colectiva.
Editorial Anagénesis
Poesía / 47 páginas
Abril de 2022
*imagen 〈retocada〉de Josh Courlas.
ig: @thewitchingroom
Perfil del autor/a: