«Los detenidos sobrevivientes dicen que dentro de esta casa el tiempo fluye distinto. La realidad se tuerce, salta del hoyo al techo, se descarrila, se vuelca. Uno no sabe más, no puede pensar como antes. Aquí uno trata de sobrevivir, un día tras otro. Aquí, nada tiene el mismo sentido que afuera. Sin embargo, la casa ni siquiera es secreta. Está, simplemente, fuera de este mundo, fuera de toda ley y toda protección. (…) No hay forma de saber si todavía tiene sentido lo que uno preserva al precio de sufrimientos insostenibles. (…) No hay lógica en estos lugares».
Santiago-Paris: El vuelvo de la memoria
Carmen Castillo.
Se nos ha enseñado que la suerte, el azar, el milagro o la excepción son fuerzas de las que debemos desconfiar. ¿Y cómo podríamos creer en nuestra fortuna si habitamos el continente del libre mercado autorregulado, de las economías experimentales, de las intervenciones político-militares, de los montajes? ¿Qué relevancia tiene un milagro en la era digital? Gabriella Borelli, poeta y radiolocutora argentina dice: “que vintage se ha vuelto la idea de la suerte en la época del algoritmo”. Pero eso es una ilusión primermundista, una posibilidad para países ordenados, para ciudadanos con problemas menos urgentes que el hambre, que la violencia, que los compañeros desaparecidos. Para aquellos que nos tocó nacer en condiciones más adversas se nos hace imposible negar el componente azaroso de nuestro sobrevivir, porque la meritocracia en Latinoamérica es una farsa, por lo menos parcial en lo realmente importante.
El libro Viajar en climas cálidos de Jesús Amalio Lugo (Provincianos Editores, 2023) participa de una de mis posibilidades favoritas de la literatura: reconstruir el momento en el que la realidad se desdibuja la náusea. Y no cualquier des realización, sino que la trágica. No como la griega, porque acá no hay oráculo, no hay un destino adverso que queremos evitar. En estos textos no hay destino, la muerte se vuelve otro lugar desconocido y estos personajes ya están en una tierra que desconocen o van camino a otra. El autor nos invita a un íntimo momento en el trauma complejo del no-lugar. Y si no hay algo heroico en sobrevivir a esa tragedia, por lo menos hay algo valiente en el intento de volver a ella desde la escritura.
En los cinco cuentos (Animales actores, A la medida de lo posible, En el aire como la sal, Carne de burro y Viajar en climas cálidos) la realidad también se tuerce, las historias que podrían ser un diario íntimo o una carta a une amigue, se vuelven ciencia-ficción, novela de terror, policial y poética, se funden en un flujo de conciencia o en el diálogo de una novela que hubiera escrito Manuel Puig. Son historias que para plasmarse se aferran a todos los géneros porque la ficción en sí no es suficiente para hablar de este sin-sentido, porque la realidad la supera. Las voces reconstruyen universos brutales e incómodos, atravesadas por la necesidad de un destino firme (material y espiritual); tanto así que la palabra «migrar» comienza a parecer pequeña y saltan de la página otras: «escapar», «fugarse», «exilio», «destierro», «desplazamiento forzado», «despojo», «abandono».
El sin-sentido es tal que los relatos se vuelven ominosamente sobrenaturales, pero en una magia que no es fantástica, sino que latinoamericana. Sus personajes no se sorprenden, solo se adaptan o intentan adaptarse a otra dificultad para la misión de mantenerse con vida. Nada nos sorprende cuando nos ha arropado la oscuridad y la inestabilidad. La modernidad impuesta, el desarrollo en la medida de lo posible, es así. Aunque lo nieguen, aunque la tecnocracia se presente lógica, aunque nos digan que nuestros caídos son un margen de error, una fe de erratas, un caso aislado, nosotres sabemos que no hay lógica en las máquinas de exterminio que se han importado, que a pesar de todo lo que hacemos también hemos tenido suerte.
El libro de Jesús Amalio Lugo, sin ser cínico o cruel, nos recuerda que nuestro presente puede ser brutalmente injusto, tanto para quien cae frente a la adversidad como para quien logra atravesarla, porque no hay criterios en el desamparo de los marginados. No hay gloria en sobrevivir el día a día, pero si soledad y culpa. No niega las cosas bellas: el placer, el amor, el compañerismo, que pueden hasta convertirse en objetivos. Pero la “epicidad” es falsa porque no hay gloria en la muerte de une hermane, no es heroico sobrevivir a los padres, amantes o amigues. El relato heroico es un privilegio reservado, a los huachos no les dan medallas por servir otro plato de comida, ni por no suicidarse, ni por escapar, ni por migrar. Y esa verdad, la del sinsentido cotidiano de mantenerse en pie mientras el resto es abatido, sigue siendo una de las más tenebrosas de admitir.
Viajar En Climas Cálidos
Autor: Jesús Amalio Lugo
Género: narrativa (cuentos)
Páginas: 148
Tamaño: 12×19 cm
Más información en el sitio web de Provincianos Editores.
Jesús Amalio Lugo. Se cree que apareció por primera vez en una ciudad costera de Venezuela (en el 92). De allí se documentan diversos avistamientos tanto en el sur de Chile, como en las playas de Brasil. Cuando se le ha entrevistado se ha mostrado incómodo y claramente confundido por la vida. Dice haber ganado varios premios y menciones y las enumera con sus dedos torcidos. En Chile: Premio Roberto Bolaño, Juegos Literarios Gabriela Mistral, Fernando Santiván, Óscar Castro Zúñiga, Santiago en 100 palabras, en Venezuela: El Rafael Cadenas, y lo repite tres veces), pero no tiene pruebas de ello y es muy posible que se los esté inventado. También asegura haber sido publicado en diversas antologías y revistas en USA, Venezuela y Chile, en sus propias palabras: “En libros grandotes y otros chiquiticos”, pero se niega a mostrarlos, y si se le insiste suele gritar “yo soy un cuentista serio” y en seguida salta la cerca que tenga más próxima o se esconde bajo un auto dejando, torpemente, una pierna fuera.