De perseguir respuestas y encontrar preguntas, escarbando antiguas raíces.
Dos miradas compartidas y de muchas maneras entrelazadas, buscando A-BORDAR individualmente un mismo problema que, para alcanzar su propósito, se trabaja siguiendo el hilo de explorar el mundo interior. Tal vez así podría sintetizar lo que se propusieron Amaranta y Tamara.
Este es un texto sobre una propuesta de exposición. Encontrándome con el material que acumularon las artistas-investigadoras para fundamentar su propuesta, rescato una serie de temas que se van entrelazando: arte textil, en su técnica del bordado, arte precolombino en su búsqueda de los elementos gráficos, la ritualidad del textil, el arte colonial con la referencia a la Virgen del Cerro, estudio sobre prácticas de chamanismo, investigación sobre los efectos del ayuno en el cuerpo, análisis de teorías de género, registro de los sueños, relación con la naturaleza. Pero principalmente queda claro en esta lectura que, en este caso, las artes visuales han sido trabajadas poniendo en marcha su principal motor, un serio proceso de reflexión sobre el asunto que las convoca.
Este proyecto de investigación-exposición se articula en torno al bordado, sus lógicas y posibilidades; es el instrumento del que se sirven para materializar la propuesta. Y las diferentes maneras que ocuparon para acercarse al conocimiento fue registrado también en una bitácora personal que permite contemplar, desde otro punto de vista, una construcción tridimensional que se armó principalmente en base a las propias experiencias sensoriales que se produjeron a través de alterar su cotidianeidad, en un trabajo que comprometió como me consta, cuerpo, mente y espíritu.
Uno de sus puntos de apoyo está en la noción de que los pueblos originarios andinos, y no solo, presentan coincidencias básicas en la representación de sus cosmovisiones. Algunas de estas concepciones están presentes en la formulación de este proyecto, como lo es el “opuesto complementario”; honrar por igual la luz y la oscuridad, el cielo y el infierno, lo femenino y lo masculino, el día y la noche. Ellas y ellos vivían además en un medio natural acompañados, en una relación horizontal, con los árboles, los ríos, las montañas, los peces, las aves, etc., como lo siguen haciendo sus herederos contemporáneos. El estudioso de las religiones Mircea Eliade nos dice que esto es así por su relación con el cosmos: “El hombre de las culturas tradicionales no está solo; pero esto no significa simplemente que no está solo en la sociedad; significa que no está solo en el cosmos. Y esto es mucho más significativo”. Y en el arte precolombino esta concepción está prácticamente omnipresente en la estructuración de sus imágenes, siguiendo a Ana María Llamazares. La naturaleza es mágica, está viva y es sagrada.
Preguntarse, buscar, acumular interrogantes es lo que debe haber pasado con nuestros ancestros, que a través de su búsqueda encontraron las manifestaciones que hoy nosotros podemos admirar, aunque no entender a cabalidad y que llamamos artísticas; que seguramente fueron eso y algo más que eso, con elementos que siguen apareciendo en nuestra conciencia, signos, símbolos, dibujos, que habitan nuestro imaginario y que encontramos en el arte textil, arte rupestre, cerámica, etc. de variadas etnias. ¿Cómo es que se repiten, se reiteran constantemente a través del tiempo y el espacio los mismos signos? En algunos textos acerca de las culturas americanas se resume la cosmovisión indígena americana en cuatro puntos, que al ser compartidos se materializan en representaciones cercanas. Estos son: Totalidad, sacralidad, energía, sentido comunitario de la vida. Y eso puede ser representado icónicamente por el centro, la simetría, la cuatripartición, la dualidad, la representación en espejo. Nuevamente Mircea Eliade: “por extraña que parezca esta afirmación, los primitivos, así como los pueblos de cultura arcaica, tienen unas concepciones metafísicas muy coherentes, aunque estas estén formuladas casi exclusivamente con medios prediscursivos: arquitectura, simbolismo, mitos, alegoría, etc.”.
Las culturas en los Andes fueron ágrafas, sin escritura; a través de los textiles, que han sido interpretados como un importante medio de expresión política y simbólica, podemos deducir su historia. Analizando su procedencia, iconografía, material del que se hicieron, la calidad de los hilos, la estructura del tejido, podemos llegar a establecer su uso y función. Las representaciones que hoy vemos plasmadas en el textil y otras materialidades, más allá de representar escenas de su cotidianeidad, en su sentido más metafísico estaban generalmente dirigidas a comprender el universo. El caos y lo impredecible de la naturaleza.
Llamado el Arte Mayor de los Andes, el textil fue un lenguaje que abarcó múltiples manifestaciones. A telar, con técnicas por urdimbre y por trama, anillados, trenzados, redes anudadas, gorros de diferentes formas y soluciones constructivas y por supuesto, el bordado para el que ocuparon agujas hechas de espina de cactus a las que se les hacia una perforación para pasar el hilo.
El tejido a través de la historia ha cubierto necesidades inmediatas, así como trascendentales del ser humano: abrigo, indumentaria, mortaja. Sin embargo, en el mundo precolombino también fueron un vehículo para transmitir ideas, memorias, mensajes, cálculo, fueron bienes de prestigio, de status social y una de las ofrendas más apreciadas por las deidades. El textil atraviesa el arte, la cosmogonía, el comercio, la cotidianeidad, la identidad, la historia y los afectos.
Tamara y Amaranta, para realizar su propuesta, estructuraron un ordenamiento de sus inquietudes, estableciendo hojas de ruta de cada una, que significó acordar ciertas líneas comunes de trabajo entre las que encontramos un encabezado que se titula “La dimensión ritual de la obra de arte”. En el ámbito de lo ritual, en las culturas originarias, arte y chamanismo se relacionan; ambos deben interrumpir lo cotidiano para entrar en un espacio desde donde se genera significación. En ambos casos las imágenes, en tanto que lenguaje icónico, son instrumentos que producen efectos de sentido y de significado. En una mínima síntesis diremos que el extramundo, mediante estados alterados de conciencia que pone de manifiesto diseños inmateriales, estuvo muy presente en el arte precolombino a través de sus sacerdotes; expresaron sus visiones por medio de figuras abstractas y geométricas como círculos, espirales, enrejados, cruces, zigzags, puntos, estrellas, líneas curvas y onduladas. Así encontramos también referencias más figurativas al origen de las sustancias con bellas imágenes como por ejemplo del llamado cactus de San Pedro; desde épocas tan antiguas como la cultura Chavín de Huántar del 1.300 a.C.
Al estudiar estas representaciones se ha encontrado una geometría que juega con las dimensiones, un concepto de abstracción y una gran síntesis de expresión. Dentro de esta geometría los investigadores han llegado a la conclusión que hay estructuras compositivas pertenecientes a una entidad más compleja y vasta llamada geometría sagrada. Los sistemas morfoproporcionales regulan el espacio y las proporciones de las formas relacionadas con dicho espacio. Tal regulación geométrica, comprobada en obras de todos los géneros, de acuerdo con épocas y culturas, nos indican que en su esencia hay contenidos que debemos descubrir. Tenemos testimonios actuales de miembros pertenecientes a diferentes etnias que nos dan indicios acerca de esto. Aún pervive la memoria comunitaria expresada en la historia oral de los mayores y en sus formas de vida que son realidades desde sus conceptos. La arqueóloga Paola González dice en su texto Arte Chamánico: “Se trata de comunidades en que la belleza camina junto a la percepción de lo sagrado, en que no existe una línea divisoria clara entre la experiencia religiosa y la experiencia estética”.
Los seres humanos hemos practicado ritos durante toda nuestra historia y el textil ha sido parte de muchos de ellos. Un ejemplo actual es una pieza que conocí en un recorrido de trabajo de campo registrando textiles etnográficos de los pueblos atacameños. Este es un pequeño textil llamado Inkuña. Este paño, desde tiempos antiguos, mantiene características específicas, no solo estructurales sino de significado; es tejido por maestras, por encargo o se puede heredar: es el paño sobre el que el yatiri arma la mesa ritual. Sobre ella irán las hojitas de coca y los otros elementos que usará el oficiante. Hoy en día sigue vigente en las ceremonias de la gente aymara y atacameña, aunque en la actualidad puede ser reemplazada por otro tipo de textil, el que sin embargo tendrá la misma connotación mágica de transformar el espacio cotidiano en ritual. En cualquier lugar que se instale la inkuña, sobre una mesa, en el suelo, en una piedra, ese lugar se convierte en sagrado mientras la inkuña este ahí. Otro bello ejemplo de ritualidad textil son los bordados shipibo que, como sabemos son registros de visiones que se producen al ingerir ayahuasca. Es el textil como un objeto de poder.
El bordado, bordar lo invisible. Hay un tipo de creación que se genera por medio de la memoria del corazón y aprovechamos la memoria corporal para repetir movimientos. El órgano del tacto es nuestra piel y la punta de los dedos es una de las partes más sensibles de nuestro cuerpo. Es a través del sentido del tacto que realizamos lo textil. Y el saber bordado – que tiene una dimensión cotidiana y que persevera en su uso y confección – ha sido y es una de las formas de ser mujer; constituye una dimensión de la cultura material de centro américa al sur y que, en el caso del espacio sur-andino se ha preservado por medio de la narrativa oral. Con respecto al bordado contemporáneo, en nuestros territorios latinoamericanos se ha convertido en testimonio de emancipación, reivindicación, sobrevivencia y denuncia y por medio de la aguja produce nuevas, pensadas o espontáneas, figuras en la tela.
La decisión del montaje también nos entrega información acerca de otras imágenes heredadas que vienen del tiempo de la colonización y la extirpación de idolatrías. Una imagen religiosa del arte colonial que fue creado por indígenas, bajo estricta supervisión de los eclesiásticos españoles, introducida por las primeras órdenes religiosas, dominicos, mercedarios, jesuitas y otros. Replicada y reinterpretada el culto a las montañas y a la tierra, sufre una transformación sincrética. En ese trabajo, que los obligaba a construir una imagen católica, los artistas originarios ocultaban su verdadera intención que era venerar al Apu, el cerro sagrado, convirtiendo el manto de la virgen en un cono truncado, visualmente como una montaña. En una clara e intencionada alusión, las artistas convocan la imagen de la así llamada Virgen del Cerro al instalar su artefacto bordado, una falda, sobre una estructura cónica.
Un compromiso trascendente y la curiosidad, en su más amplia y profunda acepción como deseo de ver, averiguar o entender alguna cosa es en lo que se sustenta principalmente la propuesta de Amaranta y Tamara. Una de esas interrogantes tiene que ver con la permanencia de estos signos que siguen estando presente en comunidades en lugares distantes, en diferentes culturas y que son transversales para los seres humanos. Las artistas transfieren en esta muestra sus vivencias de estudio y experimentación en la búsqueda de dilucidar interrogantes; para nosotros los observadores la oportunidad intelectual y/o sensorial de contemplar sin prejuicio el resultado de esa búsqueda que generosamente nos presentan.
Este relato se estructura también de ideas que se derivan de múltiples lecturas de pensadores que ya han recorrido este camino y muchas de sus deducciones no pueden ser mejor expresadas que como ellas/ellos lo hicieron. Alguien que ha pensado y escrito sobre la creación, su origen y la relación con las culturas originarias es el pintor peruano Fernando de Szyslo. Un párrafo atingente a lo que aquí importa es: “comparto la explicación de Jung de que el lenguaje del arte nace de una zona muy oscura del inconsciente y acepto también que ese inconsciente individual tiene vínculos, denominadores comunes con el inconsciente colectivo y que es por ese puente que el artista se comunica”.
El camino seguido por Tamara y Amaranta también hace eco de una reflexión de Pablo Chiuminatto artista y crítico de arte: “es posible estudiar cualquier mundo: basta querer seguir el rastro de nuestra ignorancia más que el magnetismo de las certezas”.
Escribiendo el cierre de este texto me convoca especialmente un párrafo de una pequeña narración del libro de Jazmina Barrera, Punto de cruz: “del siglo X es un pasaje del libro de Exeter que dice en anglosajón: Faemne alt hyre bordau genseth. La traducción de esta frase es ambigua, porque la palabra bordau significa bordado y también borde. Hay quién la traduce como: el lugar de la mujer está junto a su bordado. Una traducción más libre podría ser: el lugar de la mujer está junto al abismo”.
Un verdadero trabajo artístico no solo es grande por su obra, si no también gracias a la luz que derrama sobre las creaciones anteriores; en este caso la exploración de saberes ancestrales y su transmisión, la experiencia de trascender a uno mismo y manifestar en la obra lo que estamos buscando. Creo que Amaranta y Tamara, aceptando el desafío que se autoimpusieron de interrogarse, buscar y aceptar que hay varias maneras de interpretar realidades y no realidades, voluntariamente también se han colocado en un fructifico borde.
Interrogarse será siempre un acto de crecimiento y el ímpetu de buscar respuestas abre el camino de encontrar más preguntas.
Bordar lo Invisible es una exposición textil creada a distancia por las artistas Amaranta Espinoza (Santiago) y Tamara Marcos (Chillán), con la curatoría de Ana María T. Rojas Z. que busca explorar el mundo de lo invisible plasmado en los textiles precolombinos desarrollados a partir de prácticas rituales. A través de una serie de ejercicios corporales, las artistas se propusieron acceder al universo simbólico de los textiles ancestrales compuesto de un lenguaje oculto de figuras, fractales y ritmos, con el fin de recuperar las relaciones de las prácticas textiles desarrolladas por mujeres, en conjunto a dimensiones espirituales en conexión con la naturaleza.
Proyecto financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, Ámbito Nacional de Financiamiento, convocatoria 2022 del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Conversatorio / Lanzamiento de catálogo en redes del Museo Violeta Parra:
https://www.youtube.com/live/L9zuS8s3jYY?si=UGCf__M78mPOUuZi
Link a Catálogo en línea:
https://online.fliphtml5.com/sebhb/avvy/