Hace exactamente 100 años, Gabriela Mistral partía de México, país que la había recibido 2 años antes y que le permitió desarrollar la internacionalización de su vida política e intelectual. Conocerá el México posrevolucionario, que buscaba institucionalizar la década anterior de enfrentamientos y luchas sociales. Esa sociedad convulsa, la recibirá y le mostrará un mundo que va más allá del Anáhuac.
Gabriela Mistral dejaba Chile para no volver, solo lo haría de manera esporádica en 3 ocasiones. A su vida le deparaba el resto del mundo. Partía desde Valparaíso en el “Orcoma” un miércoles 22 de junio de 1922, puerto al que volvería por última vez en 1954. “En cuanto a Valparaíso, vive en mi memoria por la cordialidad de su gente, más esa su alegría que parece una gracia que él reciba del mar. Si yo viviese en Chile y esto puede pasar algún día, pues nunca lo he olvidado, no necesitaría para ser feliz sino de ese aire juguetón, y de la presencia marina, que en todas partes me hace dichosa y cura mis males”1, comentó la poeta, en su discurso público al arribar a Valparaíso en 1954, ya convertida en la primera y hasta ahora única mujer latinoamericana en obtener el premio nobel de literatura.
La invitación para ir a México fue realizada por el secretario de educación, José Vasconcelos, “En carta que probablemente no llegó a sus manos, le participaba que el señor Presidente de la República se había servido invitarla a establecerse entre nosotros — no por unos meses, como ha dicho, por falta de información, nuestro Ministro en Chile- sino por todo el tiempo que sea necesario para que usted sature este ambiente con los dones de su noble espíritu”2, explicaba Vasconcelos delineando a grandes rasgos la tarea que desarrollará desde la recién creada SEP, la Secretaría de Educación Pública.
Un mes de viaje tomó el periplo que le abría paso por Lima, La Habana, para finalmente llegar el 19 de julio al puerto de Veracruz. Allí será recibida y agasajada con los mayores honores con los que podría ser distinguida una figura pública. Desde el puerto de Veracruz se trasladó en el tren interoceánico para finalmente llegar a la Estación San Lázaro de la Ciudad de México, en el verano de julio de 1922. Maestros, intelectuales, niñxs con flores la recibieron.
México le dará todo el reconocimiento que Chile, hasta ahora clasista, le había negado, no solo por el hecho de haber recibido el Premio Nacional de Literatura en 1951, 6 años después del Premio Nobel, sino porque su salida de Chile fue incómoda y bajo presiones de una élite santiaguina centralista, que no podía admitir que una mujer popular de ascendencia indígena del interior del Valle del Elqui, fuera la directora del Liceo 6 de Niñas de Santiago (actual liceo N° 7 Teresa Prats de Sarratea), una de las principales instituciones de educación pública del país. Años más tarde, Mistral le escribirá a su amigo Ciro Alegría, “mi gente- la santiaguina y las otras, no me quisieron nunca, por sentirme ‘afuerina’. Y eso somos todos los montañeses. Y es un poco fatal, Ciro, es algo sin enmienda”3.
El presidente Alessandri, al enterarse de la invitación del gobierno mexicano, le escribirá a Vasconcelos señalando que “había otras chilenas más inteligentes y dignas de ser invitadas a semejante labor”. A lo que Vasconcelos, en un breve telegrama, retrucó: “Más convencido que nunca que lo mejor de Chile está ahora en México.”
Esos primeros días los definirá como un “éxtasis ardiente”, toda la luz del valle de Tenochtitlán le recordaba sus días de infancia y felicidad en el Valle del Elqui. Estaba conmovida por el clima, por los fresnos, los chopos, huajotes y toda la vegetación que le daban forma al territorio. “Mi fiesta cotidiana es la luz de la meseta. En los primeros días fue para mí una especie de éxtasis ardiente que sucedía al éxtasis del mar”4, escribió Mistral sobre sus primeras impresiones en México.
El primer evento en que participó fue la inauguración de una escuela en homenaje a ella, la “Escuela Hogar Gabriela Mistral”. La primera vez que había utilizado ese nombre había sido hace 8 años atrás, cuando ganó el primer premio en el concurso de literatura de los Juegos Florales organizados por la FECh en Santiago, por sus «Sonetos de la Muerte”. Desde su arribo a México, su nombre artístico y social alcanzaría una escala mundial.
José Vasconcelos encontró en Gabriela Mistral, una aliada y un par que permitiría promover y masificar la educación pública y la creación de escuelas rurales en México. La invitación era a “la aventura de regenerar a un pueblo por la escuela”, que luego de una década de lucha revolucionaria tenía dos tercios de su población en situación de analfabetismo.
Mistral, a sus 33 años, según afirma la investigadora Carla Ulloa, escritora del libro “Gabriela Mistral en México – La Construcción de una Intelectual (1922 -1924)”, logró consolidar su “cuarto propio”. “Por primera vez en su vida, Gabriela Mistral puede dedicar 24 horas a escribir libros. Publica tres libros cuando vive en México, pero quiero enfatizar que escribe gran parte de los poemas publicados posteriormente en Tala y Lagar. Por eso, planteo esta hipótesis de que Gabriela Mistral escribe en México casi la totalidad de su obra poética o gran parte de su obra poética”, explica la historiadora.
Durante ese periodo, además de consolidar vínculos y redes internacionales, Mistral dio conferencias a sindicatos, agrupaciones, organizaciones de padres, escuelas. Ofreció discursos sobre educación ante miles de maestros rurales, campesinxs e indígenas. Viajó en tren y autobuses de la SEP, acompañada de Palma Guillén, asistente designada por el gobierno Mexicano, llegando a localidades que hasta ese entonces tenían escasa presencia del sistema educativo mexicano como Zacapoaxtla o Patzcuaro. Juntas recorrieron 9 estados de México, siendo recibidas en las mejores condiciones que cada lugar podía otorgar.
Gabriela Mistral anduvo por lugares recónditos, sumándose plenamente a las “Misiones Culturales” para alfabetizar a la población. El llamado que se había hecho a artistas, profesores y personas del mundo de la cultura se materializaba y Mistral se convertía en una mujer con voz y discurso en el espacio público. De esos recorridos es que su voz se recubrirá de México.
“Mazorca del aire
y mazorcal terrestre,
el tendal de los muertos
y el Quetzatcóatl verde,
se están como uno solo
mitad frío y ardiente,
y la mano en la mano,
se velan y se tienen.
Están en turno y pausa
que el Anáhuac comprende,
hasta que el silbo largo
por los maíces suene
de que las cañas rotas
dancen y desperecen:
¡eternidad que va
y eternidad que viene!”5
En menos de 2 años, Gabriela Mistral publicará “Desolación”, que fue editado por Federico de Onís en Estados Unidos, “Mi primer libro se imprime en estos momentos en las prensas neoyorkinas, y me será entregado como un don material y espiritual de los maestros que comprendieron el alma de su hermana sin haber mirado su rostro”6. Nuevamente personas y territorios distintos al chileno, volvían a apoyarla. De manera complementaria y como parte de sus funciones en la SEP, Mistral publicará “Lecturas para mujeres”, editado por la Secretaría de Educación Mexicana, con un tiraje de 20 mil ejemplares. Antología que dará un marco con respecto al estudio del lenguaje dirigido a mujeres y niñas populares, campesinas, indígenas. Este libro permitirá que escritoras como María Enriqueta, Juana de Ibarburu, Cristina Rosetti, Juana Borrero, Ada Negri, Sor Juana Inés de la Cruz, María Monvel sean publicadas de forma masiva, generando una constelación de escritoras que se articulaban desde su mirada.
Por último también será parte de la creación de “Lecturas clásicas para niños” que será divulgado en dos tomos en 1924 y 1925, “Se hace menester, por lo mismo, fabricar los libros; así como es necesario construir los edificios de la escuela. Y aquí está el presente libro, creación desinteresada de colaboradores de la Secretaría de Educación Pública, seis nobles ingenios que han puesto su esfuerzo a disposición de los niños de habla castellana”, escribió Vasconcelos como parte del prólogo del libro.
En abril de 1924, Gabriela Mistral, tomará un tren desde Ciudad de México hacia Monterrey, para luego continuar su periplo hacia Washington con primer destino en Nueva York. Atrás quedarán las miles de niñas cantando sus rondas, los viajes durmiendo en los autobuses de la SEP, la suavidad del clima de la meseta de Ciudad de México, las dulces cumbres del Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Ahora continuaba hacia más allá del Anáhuac.
“México es para mí el pedazo de mundo donde vi hacer el reparto de suelo, de la herramienta, del libro y del pan escolar. Eso no se olvida, aunque se viva mucho, y eso lava el resto, de errores y miserias humanísimos […]
Yo soy una voz de México metida en garganta extranjera”7.
1 Gabriela Mistral (1954) “Cuando arriba al puerto de Valparaíso, Chile”, Disponible en
https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/discurso-de-gabriela-mistral-cuando-arriba-al-puerto-de-valparaiso-chile-en-1954-transcripcion–0/html/016c852e-82b2-11df-acc7-002185ce6064_2.html
2 José Vasconcelos, en Carla Ulloa (2022) “Gabriela Mistral en México – La Construcción de una intelectual 1922-1924”, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México. p. 109.
3 Patricia Rubio (2003) “Apuntes sobre algunas preocupaciones recurrentes en el epistolario de Gabriela Mistral” en Mapocho (Revista : Santiago, Chile)– no. 54 (2003) p. 205-219. Disponible en
https://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/colecciones/BND/00/RC/RC0115903.pdf
4 Gabriela Mistral en Carla Ulloa (2022) “Gabriela Mistral en México – La Construcción de una intelectual 1922-1924”, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México. p.115
5 Gabriela Mistral. Extracto poema “El Maíz” disponible en http://www.gabrielamistral.uchile.cl/poesia/tala/america/Maiz.html
6 Gabriela Mistral (1922) “México y Estados Unidos” disponible en https://www.jstor.org/stable/331104
7 Gabriela Mistra en Carla Ulloa (2022) “Gabriela Mistral en México – La Construcción de una intelectual 1922-1924”, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México. p.158
Equipo Editorial LRC