“Yo elijo, y a buena hora si hay más artistas que eligen decir cosas en un escenario o contar historias de lo que pasa, que a través de los medios no nos enteramos que suceden”, dice a modo de manifiesto el músico y compositor argentino que busca darse a conocer masivamente en Chile, país que visitó recientemente acompañado de “El derecho de vivir en Paz” de Víctor Jara.
El folclorista y compositor Bruno Arias nacido en junio de 1979 en El Carmen, Jujuy, lleva en sus venas la música de raíz y la canción de protesta. Un narrador de la realidad, busca reflejar la mixtura de antiguos ritmos andinos con su ejecución a través de instrumentos eléctricos. “Una mano amiga” es el lema que siempre predica este músico, quien visitó Chile para repatriar los instrumentos recuperados tras un robo que sufrió el grupo nacional Orígenes en su última visita a Argentina, y que en esta ocasión, le acompañó en varios de sus conciertos.
Arias ha editado seis discos, ganó el Premio Atahualpa como Solista Vocal Masculino (2008), el Premio Consagración del tradicional Festival Cosquín (2013), el Premio Gardel por el disco “Madre Tierra” junto a La Bruja Salguero (2016), y fue premiado por Fundación Konex como uno de los 5 mejores cantantes de folclore de la década. Hoy prepara una gira por Europa, un proyecto de tango en el legendario club de música Torquato Tasso, y un homenaje a Mercedes Sosa con la cantora brasileña Indiana Nomma, entre otros proyectos.
Su retorno al país es en esta oportunidad en pequeños conciertos. Confiesa su intención de darse a conocer, incluso regala su música para quienes lo deseen, a través de sus redes sociales. “Volver a Chile es como comenzar de cero, porque en Argentina ya soy un artista que tengo convocatoria y que la gente me conoce. Acá, creo que recién me están descubriendo y no tengo un público cautivo todavía para hacer una fecha y que se llene un lugar. Para mí es una apuesta grande a venir más seguido y que este año comenzar una nueva etapa, tratando de ganar más público, y que en el próximo show traigan a más gente y se contagie, y se arme la cadena como lo hice años atrás en Argentina, hasta que fui haciéndome conocer y pude llenar algún lugar”, confiesa.
¿Qué hay detrás de tu decisión de involucrarte en la realidad social que te circunda? ¿Cuál es el origen de esa base lírica que te convierte en un artista político, más allá de ser netamente un folclorista?
Son decisiones que toma cada artista a la hora de subirse a un escenario y de repensar qué mensaje va a dejar en el público. Por ahí, para muchos es más fácil no hablar ni meterse en cuestiones que tienen que ver con lo que vivimos en el día a día y está referido a la política, el pensamiento y la ideología. En mi caso, vengo de una escuela de artistas que siempre han dicho cosas en el escenario que nos han hecho reflexionar y han sembrado conciencia desde una canción, para que la gente indague, se pregunte y sepa que suceden cosas todo el tiempo y que no las vemos, y que muchas veces por cuestiones políticas se tapan cosas para que éstas no salgan a la luz. Hablo, por ejemplo, de grandes negociados con empresas extranjeras sobre nuestros recursos naturales, o como los verdaderos dueños de la tierra que son los indígenas quedan como intrusos en su propia casa. Todo eso tiene que ver con el origen de cada uno, porque si de chico uno escuchó a Mercedes Sosa -que siempre dejó un mensaje- o Jorge Cafrune, y si de esos referentes salieron León Gieco, Víctor Heredia, Teresa Parodi o Peteco Carabajal, todos ellos con importantes mensajes sociales y políticos.
¿Ha influido ese cantar en tu creación? ¿Hay, a tu juicio, un acto de valentía en el crear arte involucrado con la política y la realidad social del continente? ¿Lo observas en la actualidad?
Es imposible no cantar canciones que tengan que ver con el contexto que vivimos, y más si uno ama la música de los grandes referentes como Violeta Parra o Víctor Jara, o grandes grupos chilenos, desde Los Jaivas a Inti Illimani, Quilapayún, Sol y Lluvia, Illapu, por nombrar algunos. Esa música siempre ha dejado un mensaje o ha visibilizado situaciones que se viven en el país y en el día a día. En estos tiempos no veo que muchos artistas busquen transmitir ese tipo de mensajes; veo que eso ha tenido una etapa más fuerte en los setenta, y hoy no muchos siguen ese legado ni ese camino: prefieren mirar a un costado y hablar de otras cosas, que entretienen más a la gente y que no los hacen repensar de las cosas que uno siente que están mal.
¿Seguirá siendo parte de tu manifiesto, entonces, ese modo de involucrarte, más allá de los riesgos que siempre trae consigo el encasillamiento y polarización política de izquierdas y derechas?
Yo elijo, y a buena hora si hay más artistas que eligen decir cosas en un escenario o contar historias de lo que pasa, que a través de los medios no nos enteramos que suceden, y muchas de ellas están referidas a injusticias que sufre la gente, y que casi siempre se invisibiliza.
Entendiendo que los medios responden al empresariado y a un gobierno que está de turno, donde mientras las personas menos reflexionen acerca la realidad, es mejor para ellos. Así pueden gobernar tranquilos y evitan que la gente reclame sus demandas, en tiempos en que es importante que la gente no tenga miedo de expresar lo que siente y que sepa que tiene derechos, los cuales están siendo vulnerados por este tipo de política.
¿Cómo resuena tu música en momentos tensos, a nivel político y social, en la República Argentina? ¿Cómo observas lo que pasa en las calles de tu país, hoy movilizado frente a las reformas impulsadas por el gobierno de Javier Milei?
Creo que son derechos que debemos defender porque vienen de años atrás, de mucha gente que luchó y murió para que tengamos esos derechos hoy en día, por tener un pensamiento de esa forma. En Argentina hay muertos y desaparecidos que lucharon por una universidad libre y gratuita, y que hoy está corriendo riesgo de que se privatice o que cambie algo tan histórico que es poder tener educación gratuita en Argentina. Entonces, hay muchas cosas para reflexionar, pensar y observar, haciendo la autocrítica de que estos últimos gobiernos han llevado a que hoy la gente vote más que por propaganda que por convicción.
Kolla en la ciudad
La ciudad me duele cuando entona el himno
Porque en sus estrofas no encuentro a mis hermanos
Los mártires caídos por la tierra y la simiente
Y mis ojos puneños tan indios que no entienden
Cada 12 de octubre ¿Qué festeja la gente?
Todos estos, versos extraídos de la doliente “Kolla en la ciudad”, incluida en el disco homónimo de 2012 y que refleja el interés de Bruno por reflejar la realidad de los silenciados, los rezagados, aquellos indígenas que por millares debieron dejar atrás su cultura y ocultar su identidad, en ciudades donde no son más que almas foráneas.
El mismo espíritu lo guio a interpretar “Nuestro Mensaje”, canción del grupo Che Joven dedicada a la resistencia mapuche y que reversionó Illapu en su álbum “Con sentido y razón” (2014). En esta, sus versos claman:
Nuestro peñi, Matías Catrileo
Gulu mapu, su vida por los ventisqueros
Escupió con su garganta el fuego que quemó la mentira
Que nos junte las ganas de ir contra el reino
El fusil que sigue aniquilando
Entrando a mi casa, violando
Matando, de codicia su ira
Es mapuche el suelo que pisas
Mis hijos, los hijos que pisas
Se acaba tu risa de cobre, pintada de soledad, tu risa.
Un compromiso político y social que lo ha acompañado durante toda su carrera artística, y que incluso le arrastró problemas, cuando en 2017 el gobierno jujeño de Gerardo Morales lo declaró “persona no grata”, luego de que Bruno se manifestara contrario a la detención de la líder de la Organización Barrial Túpac Amaru, Milagro Sala, quien está detenida desde 2016 acusada de instigación al tumulto durante una protesta contra el gobernador provincial, aliado del entonces presidente conservador Mauricio Macri.
Alguna vez Víctor Heredia comentaba que el éxito del cantor no se mide cuantitativamente, sino que en cómo esas creaciones se anidan en el pueblo. ¿Compartes esa reflexión?
Una canción que te atraviesa el corazón o el pecho porque tiene un mensaje, te queda clavada para siempre. No es una moda que después se olvide o sea pasajera, cuando es algo verdadero y que tiene que ver con lo que estamos viviendo y realmente te atraviesa, ese mensaje no se borra.
Creo que hay que despojarse de esos conceptos antiguos. Pienso que la música debe ir acompañada de vivencias, viajes, sentimientos que uno va absorbiendo en el caminar, porque si no sería aburrido cantar solamente lo tuyo, encerrarte en tu mundo, perdiendo la riqueza que está en el exterior.
¿Es una oportunidad para romper barreras ideológicas y nacionalismos? ¿Cómo lo has experimentado, en tu camino aprendiendo de diferentes culturas y maestros?
Para mí, está buenísimo aprender primero, relacionarse con las personas de un lugar, aprender su cultura, y una vez que se comparte con ellos, ya existe esa vivencia que permite comprender ese sentimiento que caracteriza a ese lugar o que se vincula con su historia. Desde esa experiencia, ¿por qué no podría uno interpretar música chilena, brasileña o música uruguaya? No se puede exigir que tengan la misma raíz, pero si hay un mismo sentimiento o un mismo pensamiento, creo que tiene que brotar y fluir, y si es verdadero desde el lugar donde uno lo hace, la gente lo recibe y lo toma bien. Eso me pasa a mí: en esta gira he cantado canciones chilenas, de Víctor Jara, y la gente lo ha recibido bien, más allá de que sean versiones distintas a las que ya están escuchadas en el país.
¿Y qué tal tu experiencia en esta pequeña gira a Chile y Bolivia?
En Bolivia fue genial. He tenido una convocatoria importante; y acá también: por ejemplo en un concierto me acompañó gente que viajó desde Antofagasta, y la verdad es que con que tres o cuatro personas hagan ese esfuerzo para verme, creo que la canción ha tenido su propio destino.
Finalmente, si tuvieras que definirlo así, ¿qué es el arte para Bruno Arias? ¿Por qué y para qué haces música?
Para mí el arte es darle alegría a la gente, y cada artista lo tiene que sentir como lo tiene adentro. No hay una fórmula específica. Yo respeto a las bandas que no tienen pensamiento o línea política, pero si alegran a la gente, porque la gente la pasa mal y necesita alegrarse. Obviamente, no es el estilo que a mí me emociona del todo, pero sigo sosteniendo que la gente se tiene que divertir, pasarla bien y olvidarse de sus problemas, pero también tiene que tomar conciencia de que muchas de las cosas que están pasando están atentando contra nuestra vida y nuestra cotidianeidad de ser ciudadanos y tener derechos. Entonces, para mí es mejor si hay un mensaje detrás del arte y las canciones.
Perfil del autor/a: