Su primer libro “Ahora Puedo Nombrarte” (Ediciones Overol, 2024) ofrece una profunda reflexión sobre la memoria, el tabú familiar, la corporalidad y el proceso de escritura como medio para confrontar y entender el pasado. Porque cada memoria es muy particular, cada memoria puede contarse a sí misma; y como también lo escribe Margarita García Robayo: “memorias de una familia hay muchas”.
Me reuní con Caro Mouat para conversar sobre «Ahora Puedo Nombrarte» (Ediciones Overol, 2024), su primer libro. Comenzamos el encuentro con un intercambio sobre nuestras lecturas actuales y, de pronto, estábamos hablando sobre la memoria y la posibilidad de que ésta pueda presentar una visión muy diferente a la realidad objetiva. Y es que en muchas familias existen temas o información que se consideran tabú. Asuntos delicados, dolorosos o incómodos que se evitan para mantener la armonía o porque se perciben como inapropiados para discutir.
–Al hablar de memoria, no hay forma de que un hecho solo tenga una visión… siempre existe un mover algo, una búsqueda para encontrar respuestas, y además el lugar por donde ibas a sacar ese velo era considerado un asunto fantasma en tu familia. ¿Qué te llevó a decidir abordarlo? ¿Cómo manejaste las dificultades o resistencias que surgieron al tratar este tema?
–Cuando has crecido en una familia que te enseña que es mejor omitir ciertas cosas, es difícil hacer esos movimientos inversos de sacar a la luz, de indagar. Para mí escribir sobre esto fue más que nada una necesidad que surgió en la terapia. Entonces, uno se empieza a cuestionar si esto realmente pasó, si tengo que cargar con esto no sabiendo si es verdad o no; pensando muchas preguntas que uno está evitando constantemente hasta que la vida te empieza a mostrar que debes hacerte cargo.
En «Ahora Puedo Nombrarte» se percibe la idea de un narrador no confiable, recurso que Caro decidió utilizar para proyectar precisamente esta incertidumbre inherente a la memoria, explorando que lo que recordamos puede estar distorsionado por diversos factores, y que la memoria en sí misma no siempre es un reflejo fiel de la realidad.
A propósito de esto, me lee un fragmento de “Niñas Pirómanas” (Imaginistas, 2024) de Dana Lima:
“una vez leí que la memoria y la imaginación son facultades que se dan simultáneamente por ejemplo cuando pienso en aquella escena de las olas, nunca puedo visualizar el fotograma exacto, siempre está cruzado por la imaginación, y por eso cambian de tamaño densidad o color, lo que evoco es la emoción al contemplarlas, un ancla que me empuja y me deja abandonada en el fondo de ese paisaje”.
Porque, en general, en este acto de abandonar o deshacerse de objetos y registros físicos, se pierden con ellos parte de nuestras experiencias y recuerdos que alguna vez fueron fundamentales en nuestra memoria. En su libro, Mouat escribe: “Acumular cosas es una manera de resguardar la memoria; las mudanzas atentan contra eso”. Son palabras que resuenan profundamente con la idea de que los recuerdos se disipan no solo en nuestra mente, sino también en el mundo material. Recordar es volver a palpar, tocar, golpear.
“Sin ir más lejos, boté unos cuadernos de la infancia de mi tía –un personaje fundamental para la trama– que contenían su letra, sus números”, cuenta Caro. “Era un cuaderno de quinto básico, y claro, uno no va trasladando estas cosas siempre a lo largo del tiempo, y así vamos perdiendo estos registros materiales y luego los vamos olvidando. Tuve que acudir a muchos archivos visuales porque necesitaba volver a recordar a esta persona, ya no recordaba su voz, su tono; cómo traerla en toda su humanidad a mi memoria”.
La reflexión sobre el carácter incierto de los recuerdos y la forma en que intentamos preservar lo perdido subraya uno de los temas centrales de su texto. Invitándonos a considerar la memoria como un espacio complejo y a menudo impreciso, el libro se compone de fragmentos y archivos que debe ir recaudando en su camino, de preguntas en relación a su pasado, a su relación con su tía –que debe ir construyendo y reconstruyendo a lo largo del tiempo–; el proceso de cuestionar y desenterrar recuerdos o a una “persona determinante” está intrínsecamente ligado a la naturaleza maleable de la memoria.
En “Ahora puedo nombrarte” hay una referencia a Annie Ernaux en su obra “El acontecimiento”, donde según Caro, “la narradora se demora en contar el episodio central: aunque su cuerpo lo haya vivido, ella aún no sabe cómo lo va a nombrar hoy, qué palabras usará para describirlo, cómo convertir la memoria en algo tangible”.
La figura del cuerpo –su cuerpo– también es tremendamente potente en el libro de Mouat, como un personaje y concepto que mueve capas y recorre el relato, situándolo con sus recuerdos y sensaciones:
“El mismo cuerpo me estaba hablando y se hace muy evidente que hay algo que tengo que ver, que tengo que visualizar después de 10 años desde que falleció esta persona o incluso 20 años desde que sucedieron los eventos. Creo que algo que me parece muy bonito es que la corporalidad que apareció en este texto también apareció en mí, la corporalidad también se hizo muy presente al entenderme desde otro lugar. Este libro también acompañó mucho el proceso de mi transición”, dice.
–¿En algún momento pensaste o creíste que lo que esta corporalidad te hablaba podía ser muy distinto a las respuestas que podías encontrar?
–Sí, completamente, en el libro comento que una parte de mí sí estaba esperando que todo fuera una invención de mi mente, de mi mamá, pero al final cuando uno tiene un relato, no una verdad, también es más fácil continuar, porque con este limbo da lo mismo si es verdad o mentira, tú tienes un relato, y creo que eso era lo necesario en ese momento de la escritura para poder elaborar y avanzar, en dolores, en traumas.
–Durante el texto se puede reconocer cómo cada uno de los integrantes se va presentando o haciendo presente desde fragmentos, omisiones u el olvido. ¿Crees que hay una disonancia en las corporalidades presentadas a lo largo de la narración o de sus vidas?
–Evidentemente, y sigue estándolo. Que se escriba un libro no quiere decir que no hayan conversaciones incómodas. Cuando leí “Nada se opone a la noche” de Delphine de Vigan fue un puntapié muy importante, por eso usé ese epígrafe en el libro (“La escritura es impotente, como mucho permite plantear preguntas e interrogar a la memoria”), porque ella empieza a hacer este trabajo de indagar quién era su madre, de mover cosas silenciadas durante años; entonces, sí o sí esto está generando un movimiento que va a remecer a todas las personas que conforman esta familia. Y de ahí las reacciones pueden ser muy diversas, porque por algo no se mueven las aguas, porque a veces, aunque a uno le parezca aberrante, es más cómodo no enfrentarse a las cosas. Yo pensaba: sé que tengo que trabajar este tema, pero me da miedo que me desborde, qué sucede si no vuelvo nunca más, qué sucede si esto me trastorna, si es algo que genera una fractura tan grande en mí que no hay vuelta atrás.
Algo que llama la atención en “Ahora Puedo Nombrarte” es su formato, uno que va narrando su historia en fragmentos, párrafos centrados y sueltos; propuesta que según Caro tiene un sentido: “No me imagino que haya podido ser de otra manera que no fuera fragmentaria. Tuve de referencia el libro “Estampa de niña” de Camila Couve, donde justamente hay fragmentos que son estampas de su infancia que, claro, son escenas más largas… pero a pesar de lo breve que es mi texto, éste se escribió en un periodo de dos años y medio, los que justamente respondían a este ejercicio de querer recordar algo del cual no tengo memoria, o era una memoria bloqueada”, cuenta.
Y es que “Ahora Puedo Nombrarte” no solo es un acto de exploración personal y familiar, sino también una reflexión sobre la naturaleza de la memoria y la escritura como herramientas para enfrentar y reconciliar los aspectos más complejos de nuestra vida y nuestra historia. La decisión de Mouat de enfrentar estos temas, a pesar de las dificultades emocionales y las posibles reacciones adversas, resalta la valentía y la necesidad de confrontar el pasado para avanzar en el proceso de sanación y comprensión. Pasando desde lo oculto, hasta poderse nombrar.
Imagen de portada: Elisa Torres @elisatorress
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