Este 29 y 30 de noviembre, en el Centro de Creación y Residencias Artísticas NAVE presentará dos funciones de “Glaciares: guardianes del equilibrio de la tierra”, una experiencia inmersiva dirigida por Angelini. Se trata de un cruce de formatos, tecnologías y nuevos medios para concientizar respecto al cambio climático y la urgente protección de la naturaleza, la biodiversidad y los territorios nativos en riesgo. Trabajar en la obra, dice la artista, hizo que su preocupación con la problemática de la extinción glaciar se acrecentara. “Aceleré el proceso de filmación y estreno de la obra para poder poner en evidencia este tema”, cuenta.
La profundidad del Pichillancahue y el Voipir, dos glaciares de la Región de La Araucanía ubicados en el Volcán Rukapillan. Es en este escenario donde se ambienta “Glaciares, guardianes del equilibrio en la tierra”, la tercera entrega de la saga de experiencias inmersivas “Inmersión en la Mapu / Koneltu ti mapu mu”, creada por la artista chilena Rosa Angelini y coproducida por NAVE. Este nuevo episodio está dedicado específicamente a la concientización y protección de los glaciares.
La obra tendrá dos funciones en el Centro de Creación y Residencias Artísticas NAVE. «Esta obra nos parece relevante por ser una propuesta interdisciplinaria, que combina medios audiovisuales, música en vivo y performance, y porque aborda la memoria del pueblo Mapuche, la conservación del medioambiente y la protección de los ecosistemas de una forma cuidada y respetuosa con la cultura de este pueblo. Esta combinación de arte contemporáneo con sabiduría ancestral enriquece la puesta en escena y da una particular fuerza a un mundo espiritual estrechamente ligado a la naturaleza», explica la jefa de programación de Centro NAVE, María Pinto d’aguiar.
El primer episodio, llamado “Por la protección del bosque nativo y el pewen”, recorre bosques y parques nacionales ubicados a los pies del Volcán Llaima, con la guía del espíritu de una machi interpretada por Lorenza Aillapan, quien da cuenta sobre la crisis medioambiental y la pérdida de la biodiversidad en los territorios de la reserva nacional “China muerta” y Parque Nacional Conguillio, a causa de un mega incendio forestal ocurrido el 2015.
Luego, en 2023, vino la segunda parte, “El universo del río”, que buscó concientizar sobre la protección del río Truful Truful, espacio considerado sagrado para el pueblo mapuche y que se encuentra en peligro por la inminente instalación de una hidroeléctrica. En la obra, la actriz Rallen Montenegro interpreta a Sumpall, la espíritu guardiana de las aguas, que viaja por paisajes acuáticos y terrestres de la cuenca del río Truful Truful, cercano al Volcán Llaima.
Este nuevo episodio está protagonizado por el músico mapuche y ulkantufe Joel Maripil, quien interpreta a un espíritu ancestral que viaja a través de los glaciares del Rukapillan invocando a los espíritus de la montaña, del volcán y de las aguas milenarias que se albergan congeladas para realizar una rogativa por la protección de estos territorios fundamentales para la biodiversidad y la sostenibilidad de los ecosistemas en la tierra.
“Glaciares” se constituye como una poderosa e innovadora obra de nuevos medios audiovisuales, con video instalaciones a gran escala, sonido 360 Dolby Atmos y un espectáculo músical en vivo. Es una propuesta interdisciplinaria en la que confluyen el cine, el sonido y la música en 360º, animación 3D y las artes escénicas, y su música original fue creada por Rosa Angelini junto a Fran Straube (Rubio).
A pocas semanas del estreno, Rosa Angelini conversa con La Raza Cómica sobre su obra y el mensaje que trae encriptado dentro.
–¿Por qué elegir el formato de la experiencia inmersiva? ¿Qué es lo que permite al público participante?
–Me permite poder crear una conexión profunda y multisensorial entre el público y los elementos naturales, sobrenaturales y espirituales que propone la obra. Para poder conectar con estos mundos, necesito que el espectador se sienta sumergido en este relato, por eso la decisión de generar una video instalación a gran escala y una puesta en escena en vivo, donde confluyen lo cinematográfico, la música y sonido inmersivo, visuales y atmósferas envolventes, lo que permite generar un espacio en el que el público pueda experimentar la naturaleza y conmoverse por sus mensajes. Esto facilita una conexión más emocional e intuitiva, permitiendo que cada persona se sienta parte de lo sagrado y lo invisible, experimentando la naturaleza y los espíritus de forma cercana y transformadora.
–Esta es la tercera entrega de este proyecto, ¿cómo surge la idea de crear la saga?
–Cuando estaba terminando de filmar el episodio 1, que trataba sobre la protección de los bosques nativos y el pewen de la Reserva “China Muerta” y el Parque Nacional Conguillío, se anunció en Melipeuco –comuna donde se ubican estos parques nacionales– la inminente instalación de una hidroeléctrica en el río sagrado Truful Truful, que atraviesa los dos parques. En ese momento fuimos a este río, grabamos sus aguas, y yo prometí volver para poder contar su historia, dejar registro de su belleza y promover su protección. Es ahí cuando nace la idea de hacer la saga, para poder desarrollar más historias y abarcar diversos territorios y ecosistemas de montaña, que son vitales para nuestra sobrevivencia y que peligran por efectos del cambio climático y el extractivismo.
–¿Cómo ha sido el proceso creativo de estas obras?
–El proceso creativo de estar filmando y estrenando todos los años ha estado lleno de aprendizajes y de experiencias que han cambiado mi vida profundamente. La naturaleza lo es todo para mí, junto a mi madre, la madre tierra, pensar y sentir desde este lado me hace batallar de mejor manera frente a un sistema capitalista tan hostil en el que estamos viviendo. Recobrar la conexión que hemos perdido con parte de la naturaleza es lo más significativo del proceso de creación y realización: enfrentarnos a la inmensidad del volcán, de las montañas, de los bosques y ríos. Como producción, siempre es complejo adentrarnos en estos paisajes, prehistóricos y salvajes. Es prioridad para nuestro equipo generar el menor impacto posible, caminar por la misma huella y trabajar solo con luz natural para no invadir con iluminación a los seres que habitan esos entornos.
–Además de ser directora de la obra en general, participaste en la composición de la música. ¿Cómo fue esa experiencia de creación? ¿Qué aporta la música en una obra como esta?
–La música y el diseño de sonido inmersivo son parte esencial de la obra. A veces siento que la obra es como un gran musical, ya que desde inicio a fin se plantea como un viaje sonoro. Le dedicamos gran parte de tiempo al trabajo de diseño y post producción de sonido Dolby Atmos. Yo soy muy exigente en esta parte, ya que el sonido es lo que me entrega la posibilidad de crear todo el universo sobrenatural: el misterio, los espíritus, lo invisible al humano. Trabajo en el estudio junto a Christian Cosgrove, para generar todos los efectos sonoros y de audio 3D. Desde el guión técnico y la puesta en cámara, siempre estoy pensando en el sonido, los movimientos de cámara y de los protagonistas ocurren porque pienso en el sonido que pondré después.
Además he trabajado en la música junto a la genia de Fran Straube de Rubio, a quien admiro y quiero mucho, y quien ha realizado gran parte de la música de la saga. Tener esa comunicación con ella, traspasarle este imaginario y que ella lo pueda percibir tan bien, hacer brujerías sonoras juntas… eso ha enriquecido enormemente la obra, estamos muy contentas con la banda sonora que hemos creado.
–¿Por qué hablar de glaciares?
–Los glaciares son la reserva de agua dulce más importante del planeta, son vitales para nuestra sobrevivencia, existe mucho desconocimiento de la población en general de que este recurso se está extinguiendo y que se acabará en unos 30 a 50 años. La falta de una legislación nacional e internacional deja a los glaciares en un peligro inminente por los efectos del cambio climático, el extractivismo y las actividades de la industria minera.
–¿Cómo cambió tu vínculo con ellos después de montar esta obra?
–Después de ir dos años a locacionar a los Glaciares Voipir y Pichillancahue del Volcán Villarrica, pude ver que año a año su lengua glaciar retrocedía rápidamente. En palabras de un guardaparque, “el Glaciar Voipir en 5 años ya no existirá”. Eso hizo que mi vínculo, atención y preocupación con la problemática de la extinción glaciar se acrecentara. Aceleré el proceso de filmación y estreno de la obra para poder poner en evidencia este tema y aprovechar que la fuerza de la obra apoye diversas iniciativas medioambientales que buscan proteger y levantar proyectos de ley para los glaciares.
–La obra tiene una dimensión ritual e invoca mucho a los conocimientos indígenas, ¿qué lugar ocupan, desde tu visión, en el entendimiento y la subsecuente protección del medio ambiente?
–Los conocimientos de los pueblos originarios ocupan un lugar fundamental en el entendimiento y la protección del medio ambiente, ya que ofrecen una visión integral y respetuosa de la naturaleza, basada en una relación de reciprocidad y respeto con todos los seres vivos. A diferencia de las visiones extractivistas, las culturas originarias entienden a la Tierra como un ser vivo, un sistema interconectado donde cada elemento tiene un propósito y un valor intrínseco. Este saber ancestral nos recuerda que la naturaleza no es un recurso a explotar, sino un espacio sagrado que requiere cuidado y equilibrio.
–¿Qué mensaje esperas entregar al respecto?
–Revalorizar y aprender de estos conocimientos ancestrales y en especial el del pueblo Mapuche. Entender que en ellos reside una sabiduría que puede guiarnos en la regeneración de nuestros ecosistemas y en el fortalecimiento de nuestra conexión con el entorno. Invocar estas tradiciones en la obra es un llamado a respetar y proteger la naturaleza como un acto de profundo compromiso y agradecimiento hacia la Tierra y sus guardianes espirituales.
–¿Cómo fue la recepción del público a las primeras dos entregas? ¿Qué esperas movilizar entre los asistentes con esta tercera entrega?
–“Conmoción” fue la sensación y palabra que más nos decía el público que ha asistido a funciones anteriores. Desde la belleza y el dolor que la obra transmite, esta experiencia los reconecta con sus orígenes, ya que retratamos entornos sublimemente bellos, pero con heridas, llevando al espectador a reflexionar sobre sí mismo y su entorno de una nueva manera. La experiencia también los traslada al rito, al ser una experiencia colectiva donde todos sentimos, vemos y vibramos al mismo tiempo. Movilizamos algo que va más allá de la belleza superficial, alcanzando una profundidad estética y emocional que despierta una sensación de asombro, respeto y trascendencia en quien asiste. Buscamos tocar las fibras más profundas del ser, haciéndonos sentir que estamos ante algo extraordinario y casi espiritual.
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