Gestado en un proceso formativo desarrollado en Argentina, el libro hace converger el trabajo de cinco artistas para traer al presente las memorias de la revuelta de octubre de 2019, a través de sus huellas en las calles de Santiago de Chile.
La publicación “Tinta y Rabia”, surge como un proyecto dentro de la Diplomatura en Artes del Libro, de la UNA (Universidad Nacional de las Artes) en Buenos Aires. “Para cursar el diplomado, se debían formar equipos de trabajo conformado por personas que realizan distintos oficios en torno al libro. De esta manera nos reunímos este grupo de cinco mujeres para sacar adelante este encargo académico”, cuentan las autoras de esta publicación, lanzada como parte de las conmemoraciones de los cinco años del Estallido Social.
Gracias a las fotos de Macarena Quezada, las integrantes de este equipo pudieron adentrarse en el imaginario gráfico de la protesta, plasmado en las calles en instantáneas consignas, específicamente en el caso de “Tinta y Rabia”, en palabras escritas, tagueadas o serializadas en stencil.
Las fotografías de Macarena eran 1.200. “El registro lo realizó como una pulsión personal durante meses. Fue su forma de participar en las movilizaciones, ya que en ese entonces su hija Martina tenía menos de tres años, entonces en las mañanas, mientras estaba en el jardín infantil, salía a fotografiar los rayados de los muros de las calles de Santiago”, detallan.
Posteriormente, se fueron sumando otras integrantes a este proyecto: Jazmín Tesone como editora fotográfica –“única argentina del equipo, sin embargo, muy vinculada con las imágenes del estallido en Chile, por su trabajo en la revista Crisis-; Valeska Garrido, que en ese entonces vivía en Arica, como encuadernadora, pero también como historiadora, “lo que fue muy relevante al momento de dar el contexto histórico y político a nuestro libro”. En tanto, Ailin Catalán, Licenciada en Literatura, entrevistó a las cuatro personas que prestaron su testimonio y editó los relatos que se encuentran en “Tinta y Rabia”; además fue la encargada de la corrección de textos. Silvana Egas, que en ese momento se encontraba viviendo en Buenos Aires, “es la diseñadora que dio la forma y materialidad a nuestra publicación que fue mutando de tamaños y gramajes de papel a lo largo del año”.
Una vez terminada la diplomatura, la maqueta final fue entregada y el proyecto se adjudicó el Fondart Regional de Difusión. Gracias a ello se logró imprimir 1.500 ejemplares.
-¿Qué quieren entregar con la circulación de este volumen a 5 años del inicio de la revuelta?
A 5 años de la revuelta, queremos dejar un registro editorial de este archivo visual popular que se fue manifestando y posteriormente borrando de las paredes, llevándose con esto las consignas y demandas del pueblo de Chile. Proyectamos con la publicación el valor estético, poético y político de la movilización. Queremos quedarnos con ese recuerdo, con ese motor impulsor de las manifestaciones, de las miles de personas que se reunieron para decir “NO +”, para luego salir a votar en masa por una nueva Constitución que lamentablemente no prosperó. Todo este proceso habla del hastío del pueblo de Chile, de la desigualdad tan marcada en nuestro país. Soñamos con un Chile pluricultural, más justo, más digno, más feminista… Y seguiremos soñando.
-El libro incluye fotografías de palabras. Podrían haber elegido otro tipo de mensaje, ¿por qué se inclinaron por ese lenguaje?
No fue fácil decidir, considerando que la selección abordó la revisión de un archivo de 1.200 imágenes. Aquí, nuestra editora realizó un minucioso trabajo. Queríamos hacer un libro que presentara un relato y una narrativa visual a partir de los textos escritos en los muros, de esta manera iniciamos el libro interpelando al lector con frases como “despierta”, “lucha”, “resiste”. Esto con el objetivo de mostrar el sentir de la gente, en gran parte impulsado por la rabia, y así vamos tomando deciciones estéticas que nos permiten transitar de alguna manera por el proceso que vivimos hasta votar por una nueva Constitución y su triste desenlace.
Hay frases que quisimos dejar fuera, como las que iban dirigidas a Piñera; sin embargo, optamos por dejar un díptico sin texto, sólo de imagen, donde su rostro es completado por la mitad del rostro de Pinochet, así logramos evidenciar lo que la figura del presidente representaba para gran parte de la ciudadanía del país. Creemos que las frases elegidas nos permiten hacer un recorrido por distintos momentos del estallido, nos hablan también de un sentir a ratos esperanzador, pero que lamentablemente no tiene el final feliz que esperabamos.
Algo muy potente que ha pasado con el libro en nuestras presentaciones en Argentina es que nos damos cuenta de que estas consignas también representan al pueblo latinoamericano en su gran mayoría, tienen un eco en la región; resuenan los mismos conflictos sociales, las mismas demandas en otros países vecinos. La rabia es universal y es un motor de cambio.
-Muchas de estos mensajes entraron a una dinámica de constante borramiento, de pizarra pública. ¿Qué valor tiene haber dejado huella de éstos?
Mientras Macarena realizaba este registro, estaba cursando una pasantía en el Archivo fotográfico y Audiovisual de la Biblioteca Nacional de Chile. Por ese entonces, Soledad Abarca, hoy directora de la Biblioteca, le pide que realice el registro de los rayados en los muros del edificio, entendiendo el valor histórico de las consignas, ya que diariamente se borraban gran parte de los rayados y gráficas.
Esa es la importancia, “Tinta y Rabia” es un testimonio visual de ese momento, una publicación creada colectivamente que se suma a tantas otras manifestaciones artísticas que surgieron. Este registro, en particular, es además parte del acervo del archivo fotográfico de la Biblioteca Nacional de Chile.
-Esta edición está muy cuidada en términos de diseño y factura. Es sencillo pero bello. ¿Cómo fue ese proceso de creación del objeto libro? ¿Por qué optaron por esta materialidad y formato?
El objetivo de la diplomatura era que cada proyecto terminara con una maqueta lo más fiel posible a un ejemplar final. Para llegar a ese momento trabajamos durante nueve meses. Cada cierto tiempo teníamos entregas físicas de la maqueta y recibíamos devoluciones de nuestros profesores y compañeros. Por esta razón, nuestro libro, y todos los que fueron creados en el marco de la diplomatura, tuvieron muchos ojos encima, fue este proceso de creación con continuo acompañamiento y seguimiento el que repercutió en que nuestra edición se creara cuidando cada detalle.
Nuestra pregunta era cómo traspasar los muros al libro de manera sensible y coherente con el espíritu político, estético y material de estos rayados. En un comienzo pensamos en que el formato del libro debía ser grande, algo así como doble carta. Originalmente también habíamos imaginado un libro con cuadernillos, tapa más dura y solapas. Con el correr de los meses fuimos simplificando nuestra propuesta despues de hacer muchas maquetas, simplificando la materialidad del objeto, restando elementos.
Para la primera entrega, nosotras teníamos bien resuelto el libro, pero en cada corrección que nos hacían, nuestro libro se iba despojando. Tuvimos tiempo suficiente para repensarlo y de esta manera surgió la idea de los testimonios, que fueron fundamentales, porque como decimos nosotras, son las vertebras que sostienen el libro. Los testimonios nos hicieron reestructurar todo, desarmar los cuadernillos y pensar en este formato tipo fanzine. Reordenamos, sacamos, sumamos imágenes nuevas, que antecedían o precedían a los testimonios. Los testimonios son las voces de Marcela Leiva, Katia Espejo, Nahuel Herane y Krishna Hernández. Así el libro se despojó hasta de su tapa e incluso del título en la misma. La cubierta/afiche que lo envuelve contiene gran parte de las frases que quedaron fuera y protege el libro de su posible desgaste al tacto.
El último gesto editorial del libro es un adhesivo del perro Matapacos, el cual se saca del libro. Nuestra idea con esto es invitar a las personas a que lo peguen en otra parte, quizás en un muro de la calle, y así replicar un gesto colectivo, “seguir ladrando”.
El formato pequeño surgió porque necesitábamos ver cómo se vería el libro completo en papel, de una forma rápida. Ya que era muy caro mandar a imprimir una maqueta en formato grande, lo hicimos en una impresora casera, pero sólo con la idea de visualizarlo. Además, teníamos el problema de que hasta ese momento sólo habíamos podido ver algunas muestras impresas en laser, lo que le daba a las fotografías un brillo que no nos gustaba, porque no sincronizaba con el lenguaje de los muros.
Finalmente, esta pequeña maqueta fue la que llegó a mano de nuestros profesores de la diplomatura, y tanto a ellos como a nosotras nos encantó el formato. Esta decisión fue muy importante, ya que además es un formato más económico de imprimir, lo que es buenísimo para nuestro proyecto ya que nos permite venderlo barato. Pudimos imprimir muchos más ejemplares de los que habíamos cotizado al momento de postular nuestro proyecto Fondart; y por último, al ser tan pequeño y liviano, ha podido viajar a ferias y festivales internacionales. Como dice Jazmin, “nos ganamos el premio al transporte”, ya que nadie duda en llevarlo.
El libro incluye también algunos testimonios que se van tejiendo con las imágenes. ¿Por qué incluyeron estas experiencias escritas?
Los testimonios tienen por objetivo transmitir las experiencias de quienes, desde diversos espacios, fueron partícipes en las jornadas de protesta. Cada relato es la voz de quien se organizó y comprometió, sea desde sus motivaciones personales o colectivas, con el claro horizonte de ser parte de un movimiento y una lucha popular.
Si bien cada experiencia es particular y personal, los cuatro testimonios se encuentran en acciones transversales como son transitar una vida de barrio, conocerse, organizarse, abrazarse, ilusionarse, colectivizarse, vivir la esperanza. Aparece un diálogo espontáneo, y en esto se observa como la rabia es un sentimiento impulsor, capaz de gestar otras acciones. La rabia es un móvil, la rabia crea, la rabia es política.
Al pensar este libro como un relato hecho cuerpo y a las imágenes como un esqueleto que otorga forma, los testimonios serían las vértebras que sostienen y propician un encuentro entre la palabra y lo visual.
¿Qué invitación harían a los públicos para conocer este material?
Que sigan nuestra cuenta de Instagram para ver las presentaciones y actividades que vamos realizando, que nos acompañen en las mismas ya que es otra manera de mantener vivo este ejercicio de memoria. Que se lo hagan llegar a jóvenes, para que conozcan este acontecimiento fundamental para el pueblo chileno. También, si no pueden adquirirlo, pueden verlo en la Biblioteca Nacional….
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Cómo conseguir “Tinta y Rabia”
El libro es vendido por sus autoras y se les puede contactar a través de Instagram en @tintayrabia_
En Argentina, la encargada es Jazmín y en Chile el resto del grupo. En Santiago se encuentra a la venta en Galeria Flash (Villavicencio 301), una librería especializada en fotolibro latinoamericano, y en La Tienda Nacional (Merced 369).
En Temuco, lo distribuye la librería virtual Libros Terramar, a través de su Instagram @librosterramar. El valor es de 10 mil pesos.
Además, está disponible en distintas bibliotecas y centros comunitarios y culturales en Chile y Argentina.
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