Originaria de la isla Llanchid, la dirigente Mapuche Williche Yohana Coñuecar Llancapani coordina la Red Mujeres Originarias por la Defensa del Mar y fue parte de La 16ª Conferencia de las Partes de la Convención sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas (COP16), realizada en Cali, Colombia, entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre de 2024. En esta entrevista nos cuenta sus reflexiones después de esta experiencia y analiza los acuerdos obtenidos en el encuentro internacional.
Yohana Coñuecar Llancapani es dirigenta Mapuche Williche originaria de la isla Llanchid, perteneciente a la comuna de Hualaihué, a 120 kilómetros de la ciudad de Puerto Montt, región de Los Lagos. También es coordinadora de la Red Mujeres Originarias por la Defensa del Mar, colectivo de mujeres indígenas costeras vinculadas estrechamente a los Espacios Costeros Marinos de Pueblos Originarios (ECMPO) que fue parte de la 16ª Conferencia de las Partes de la Convención sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas (COP16), realizada en Cali, Colombia, entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre de 2024.
Allí participó de seis paneles de discusión, donde expuso sobre la contribución de las mujeres indígenas en la conservación del mar. Sobre eso y otras reflexiones profundizamos en esta entrevista, donde nos cuenta detalles de esta experiencia y su valorización y visión de los acuerdos obtenidos tras doce días de debate, intercambio y diálogos entre las 170 delegaciones oficiales. Todo esto, en medio de un alegre compartir con el pueblo colombiano que les acogió con su diversidad y su alegría que conservan, a pesar de sus tantas luchas.
–Cuéntanos de tu organización, ¿cuál es su misión, quienes la conforman y cómo llegan a participar de la COP16?
–Nuestra organización es una Red de Mujeres Originarias por la Defensa del Mar es un colectivo de mujeres indígenas costeras de siete territorios del país desde la Araucanía hasta Magallanes, una coordinación que busca posicionar la voz de las mujeres indígenas costeras en relación a los espacios costeros marinos de pueblos originarios.
En estos casi tres años, nos hemos dedicado a crear espacios de formación y promoción en diversas materias relacionadas al mar y actividades territoriales relacionadas a los usos tradicionales y usos consuetudinarios, y trabajamos para estar en los procesos de discusión más amplios que generen incidencia.
Nosotras llegamos a la COP porque tenemos múltiples alianzas con las organizaciones que tienen cabida en estos espacios de discusión. A través del Observatorio Ciudadano, se crearon redes con el territorio de conservación de Ticca, para precisamente buscar dónde se podrían generar ponencias sobre la situación del mar. En la COP, la Red tuvo espacio para presentar en seis paneles de discusión sobre conservación, desde la perspectiva de las mujeres indígenas y el rol de los espacios costeros marinos de pueblos originarios para Chile. Ya teníamos la experiencia previa de haber estado en la COP15 como observadoras del proceso y este año quisimos ir con ponencias. Presentamos en los siguientes paneles: “Defensoras del mar: tejiendo redes territoriales para la protección y gobernanza del mar”; “Los Espacios Costeros Marinos de Pueblos Originarios y su importancia para la conservación de los océanos y el cumplimiento de la meta 30×30”; “Oportunidades y desafíos en Chile para una adecuada implementación del nuevo Marco Mundial de Biodiversidad: respetando y garantizando los derechos de los pueblos indígenas”; “Éxito azul: como las acción oceánica está generando resultados para el Marco Global de Biodiversidad”; “Integrating Gender by advancing a Monitoring framework for biodiversity”; “Women´s Land, coastal and Water Rights: From Global Commitments to Local actions.”
–¿Qué aspectos destacas de tu participación y la de tu organización en la COP16 en Cali? ¿En qué actividades participaste y qué momentos te parecieron los más valiosos?
–Fue importante la participación del grupo de la Red. Fuimos dos lamienes más nuestra asesora técnica. El valor es precisamente poner en los temas de discusión, la contribución de las mujeres indígenas en la conservación del mar. Son muy pocos los espacios que existen para hablar desde la demanda de las mujeres indígenas costeras, sobre todo en estos espacios tan grandes como la COP donde hay tanta información que divulgar, tantos espacios que disputar, cuesta mucho tener estas oportunidades fuera del país.
En ese contexto nosotras consideramos que generamos un buen momento. Causó mucho interés del público que nos escuchó y les permitió conocer la realidad de Chile. Contamos por qué hoy para nosotras está siendo compleja la situación en Chile debido a la moción parlamentaria que pretende modificar la ley lafkenche, donde ha habido una suerte de sesgo político, institucional y empresarial, ya que ciertos grupos perciben el cuidado del mar como una amenaza a sus intereses.
Al final del día, todos los momentos en que estuvimos fueron momentos valiosos, porque no existen, ni siquiera en Chile, los espacios para que se pueda ir a hablar sobre la contribución de los espacios costeros. En la región de Los Lagos se han hecho conversatorios, pero han terminado en la intromisión de los activistas en contra de los ECMPO (Espacios Costeros Marinos de Pueblos Originarios), desvirtuando los espacios y no abriendo el diálogo. Después terminamos siendo acusadas ante la sociedad de que las comunidades no queremos dialogar.
–¿Cómo percibiste la participación de Latinoamérica en esta COP16?
–La participación de Latinoamérica siempre será interesante porque permite conocer la realidad de los países, sus contextos de demandas de conservación por los territorios, por mayor participación en la toma de decisiones. Es un espacio donde se permite presentar estas quejas en cuanto a que los Estados no generan inversión para generar la protección a los territorios y que, básicamente, los Estados responden a los poderes económicos que ven que cualquier pueblo originario de este continente, o de cualquier otro, son amenazas para el desarrollo. Es casi un discurso mundial que los pueblos originarios, por un lado, somos los que nos oponemos al desarrollo, pero por otro lado, somos los responsables de cuidar y sanar el planeta.
Especialmente en Latinoamérica, exponer nuestras realidades permite saber cuáles son las principales demandas para crear redes de colaboración y difusión de las luchas entre países y pueblos hermanos de Latinoamérica, para seguir defendiendo los territorios.
–¿Y la participación de Chile específicamente?
–El pabellón de Chile tuvo harta actividad de distinta índole, fueron también empresas como Celulosa Arauco que manifestó alguna situación que puso en peligro la aprobación del espacio costero Mehuín. Ahí pienso que los Estados tienen que tener cuidado a quién se lleva a los espacios internacionales. Me da la impresión de que Chile no fue muy cuidadoso en ese sentido. Yo no vi agentes del Estado en el pabellón de Chile, ni a ningún subsecretario de medioambiente, de la embajada o algún diplomático chileno como dueño de casa en el pabellón de Chile en Cali, eso no se vió. Otros países sí tenían representación política.
Entonces siento que es ir para cumplir, y estamos mal ahí. Tiene que haber otra retroalimentación del gobierno, debió tomar estos insumos que se presentaron allí, porque hubo mucha conversación, no solo participación chilena sino de otros países que expusieron, y no hubo nadie que tomara nota. Yo no vi a nadie además del encargado de abrir el pabellón, poner el data y el computador para poner las presentaciones. Eso es preocupante porque estamos viendo un gobierno que se ha presentado principalmente ecologista y no está allí acompañando a sus compatriotas en sus ponencias. No es fácil llegar a la COP, no es fácil tener un panel de discusión, posicionarse como Red como nosotras, como Red Mujeres originarias por las defensa del Mar.
–Este gobierno no ha tenido, en la práctica, acciones que permitan pensar que es un gobierno que aporte por la ecología y la conservación. Toca que ellos evalúen eso.
–El gobierno debe mostrar señales más concretas de real involucramiento con la parte de la sociedad del país que va a estas instancias y expone, porque estas organizaciones tienen un trabajo asociado y tienen un interés de ayudar en la conservación. Que el gobierno no tome interés en ellos me parece una falta de respeto.
–Se habla de que esta fue la COP de la gente, ¿a qué se debe, según tu parecer, esta denominación?
–Probablemente fue la COP de la gente porque hubo una zona verde donde las organizaciones pudieron hacer sus presentaciones y donde hubo muchos espacios culturales, en la otra zona azul también hubo mucha participación de organizaciones. Entonces somos las organizaciones las que interactuamos entre nosotras mismas para presentar nuestras demandas, mientras que toda la parte de la toma de decisiones está a puertas cerradas donde no puede entrar nadie para hacer seguimiento.
Hubo un momento muy importante dentro de las distintas zonas de la COP donde se le dio harta relevancia a que la gente de Cali pudiera conocer las luchas territoriales que las organizaciones del mundo están levantando. Había muchos stands donde se podía preguntar qué está sucediendo en África, China, Canadá, por ejemplo, fue todo muy abierto, la gente pudo percibir eso.
Quienes éramos extranjeros pudimos conocer toda la diversidad de pueblos originarios que tiene Colombia y cuáles son sus contribuciones a la cultura. Fue un momento muy bonito porque permitió interactuar y conocer, desde el lenguaje propio de las comunidades, cómo hay muchas particularidades similares a los pueblos originarios que habitan Chile.
Esto se agradece harto porque en la COP15 de biodiversidad a la que pudimos ir de oyentes no estaba este espacio verde donde podíamos interactuar con las personas. Eso creo que es lo que hace falta, la conversación de realidades… la gente de Colombia, tan alegre, a pesar de los dolores que tienen, nos recibió con su alegría muy contagiosa. Es necesario tener esos lenguajes para entendernos y seguir fortaleciendo las redes. La evaluación la hace la gente y ellos tendrán que decir si les pareció bien o no. Para Cali creo que fue bueno, siempre va a haber un lado A y un lado B, a nosotras nos tocó ver los dos lados.
Nosotras hemos vuelto conformes con nuestra participación, contentas con el desafío de seguir levantando más espacios de promoción y divulgación de nuestras contribuciones de mujeres indígenas del mar hacia el mundo.
–El principal acuerdo que se logró es el reconocimiento de las comunidades indígenas y afrodescendientes como protagonistas de la conservación de la biodiversidad. En detalle, como un hecho histórico, se aprobó la creación del órgano subsidiario del artículo 8J para pueblos indígenas y comunidades locales. ¿Podrías comentarnos la importancia de este acuerdo y qué permitirá en lo práctico?
–Sí, es un hecho histórico que se reconozcan las contribuciones de los pueblos originarios y las comunidades afrodescendientes para la conservación. Lo que sé es que si bien se ha aprobado este financiamiento para seguir con nuestras contribuciones, por lo que hemos sabido, esto no llegará directo a las comunidades sino mediante un intermediario. Eso es lamentable porque siempre está esa desconfianza de que si no pasa por un tercero o un intermediario, quizás no se haga lo que se dice. Por un lado se reconoce, pero se desconoce nuestra capacidad de ser administradores, se sigue viendo de forma paternalista, que necesitamos ser tutelados para poder generar los gastos efectivos de los recursos que se pudieran entregar. Al parecer WWF va a estar a cargo de bajar ese financiamiento para hacer efectivos parte de los acuerdos a los que se han llegado, el mecanismo para hacerlos efectivos aún no está claro, y eso es complicado porque finalmente, si lo pasan a una ONG mundial, la implementación en los países es lenta o a veces no sucede.
Cuando llegan los financiamientos a los Estados pasa lo mismo: siempre hay un intermediario, y ese intermediario mucha veces decide qué se financia, y nosotras no vemos la efectividad de cómo seguir avanzando en el cuidado de la naturaleza. Por lo general las organizaciones buscan financiamiento fuera de sus países mediante otras plataformas porque es más directo y no es tan burocrático, ni tan difícil de conseguir.
Ahora nos preguntamos cómo se implementará en Chile y ahí está la interpelación al ministerio que corresponda. Bueno, se aprobó esto que los pueblos originarios somos contribuyentes, pero ¿cómo se hará, en la práctica, la distribución financiera? No depende de este gobierno o el que venga, debe ser una política de Estado.
Por lo menos son avances muy significativos y eso es lo que hoy debemos aplaudir. La disputa después va a estar en que la medida de conservación que generamos los pueblos originarios sea la tercera vía, pues no somos OMEC, es decir, otra medida de conservación, sino que somos la vía de la conservación indígena. Para explicarlo mejor: se reconocen dos alternativas para conservar: Áreas Protegidas y OMEC. Hoy se habla con más fuerza que las comunidades indígenas y nuestras contribuciones a la conservación son la llamada Tercera vía, la vía exclusiva de las comunidades indígenas.
Pienso que en la práctica podría permitir, a propósito que Chile está desarrollando el Reglamento del servicio de biodiversidad y áreas protegidas, que las acciones que cada una de las organizaciones quieren levantar en esta materia, puedan tener una asignación de recursos más rápido, no tan burocrática y que permita generar el cuidado que se a mandatado mediante la creación de un área protegida. Ojalá que sea así. Por ejemplo, un ejercicio simple, el Parque Nacional Hornopirén no tiene acceso libre para el ingreso, se debe pasar por terrenos privados. Si al servicio público que corresponde se le asigna plata se podría gestionar un acceso directo y libre sin pasar por terrenos privados, que es la situación que sucede ahora. Entonces todas esas acciones podrían ser más rápidas, podrían resolverse. ¿Cuándo irá a suceder? es la pregunta del millón.
–¿Cómo crees que este acuerdo impacta a Chile? ¿Podrías darnos algún ejemplo sobre alguna situación que esté sucediendo en nuestro país y que este acuerdo cambie la forma de operar?
–No sé cómo podría impactar. Primero habría que saber quién va a entregar estos recursos, cómo serán los mecanismos de bajada hacia los países. Podría impactar de manera positiva, siempre y cuando el Estado asuma su compromiso de lograr la meta 30 x 30. En la COP 15 de Montreal Canadá, los Estados se comprometieron a que al año 2030 protegerían el 30% de la superficie terrestre y el 30% de la superficie del mar. Si el Estado lo asume como un deber obligatorio, creo que las cosas podrían ir cambiando.
Así se podría dar real importancia a las áreas protegidas, que son protegidas y no áreas para el extractivismo que es lo que está hoy sucediendo con las áreas protegidas costerasmarinas, que están siempre a merced de la industrialización. Esto sucede aquí en Chile y en gran parte del mundo.
A lo mejor, en relación a los espacios costeros marinos de pueblos originarios, podríamos tener mayor financiamiento para generar procesos de conversación en torno a la restauración de bancos naturales, el repoblamiento de algunas especies que, producto de la sobreexplotación o del cambio climático, están sufriendo estos efectos. Daría la oportunidad de levantar programas de monitoreo y de educación ambiental desde una lógica de interculturalidad, que permitan que el resto del país pudiese enterarse de cómo las comunidades, de manera efectiva, contribuyen al resguardo socioambiental de los territorios. Habría una gran oportunidad para un país que tiene mucho mar, muchas costa, pero muy desconocida para buena parte del país.
Podría ser una muy buena oportunidad si se hacen bien las cosas, si se plantea desde la lógica que es nuestra responsabilidad como humanos cuidar este planeta, pero uno ve que por lo general para los poderes económicos son más importantes las actividades económicas que la conservación. Se dice que conservación es casi como de hippies o una locura de un par, pero es una gran preocupación y finalmente, como escuche a un hermano maya, la conservación es el resultado del extractivismo masivo que se ha hecho, donde las comunidades han puesto su especial atención en ciertas zonas y donde establece que hay que cuidar lo que queda y restaurar lo que haya que restaurar. Las oportunidades siempre estarán cuando nos sentemos en una mesa para planificar el territorio donde queremos vivir. Chile tiene la oportunidad, se la hemos estado dando, solo que este gobierno no la ha sabido interpretar.
–Otro de los logros fue la aprobación del programa de trabajo para pueblos indígenas y comunidades locales hasta el 2030. ¿Podrías contarnos más al respecto?
–Que se aprueben estos programas permite evidenciar nuevamente, las contribuciones que los pueblos originarios y las comunidades locales han hecho para el cuidado de los territorios. Eso tiene que estar resguardado en vías especiales de conservación. Lo que he planteado es que hoy se reconocen sólo las áreas protegidas, y las OMEC y no la tercera vía, que es la contribución especial de los pueblos originarios.
Siempre se estará en la lucha de seguir fortaleciendo estos espacios ganados. No porque se haya aprobado quiere decir que nos tenemos que contentar con eso y esperar a ver cómo se llevará en la práctica. Hay que cuidar esa aprobación de programas especiales porque estará siempre colgando de un hilo bajo la lupa de los poderes económicos y del extractivismo, quienes vigilaran cada paso que demos para ver en que rato nos tropezamos y así tener justificación para exigir quitar esos espacios cuidados para que ellos sigan extrayendo los recursos conservados.
–¿Qué puntos quedaron pendientes de esta COP y por qué es necesario avanzar en ellos?
–Es preocupante que los Estados cuando participaron de la COP15 se comprometieron a ciertas acciones que iban a hacer en sus países. En ese sentido, Chile no cumplió con las tareas que se propuso realizar, pero no sólo Chile, varios países no llevaron informes de los trabajos avanzados. Eso es una clara señal, de que, al parecer, gobiernan los poderes económicos que no dan chance para que los gobiernos o Estados puedan cumplir esas materias y sus compromisos. Eso es preocupante, porque dependemos mucho de las decisiones de los gobiernos. Si se decide mal, eso también recae en las comunidades indígenas, comunidades locales y el país completo.
El llamado es que como ciudadanos estemos pendientes de que esos acuerdos se puedan concretar. Lastimosamente, los gobiernos no hacen la bajada de esa información a las personas y hay que salir a buscar dónde están esos acuerdos, cómo se ha avanzado, presionar a la institucionalidad para que responda, sino los gobiernos no cumplen.
No cumplir afecta al país y sobre todo a los territorios indígenas que siempre estamos más debilitados que el resto, porque en los territorios indígenas es donde se desarrolla el extractivismo. Todas las industrias se instalan en territorios indígenas. somos nosotros los que defendemos, protegemos, y estamos solos, sin protección, sin divulgación de estas luchas, sin financiamiento para seguir, y los Estados están mirando lo que sucede pero no se entrometen.
Viene otra COP el próximo año de Cambio Climático en Brasil donde la discusión es más compleja porque existe ese negacionismo de la crisis climática. Hay países que niegan la existencia de esta crisis y es complejo cuando los que nos gobiernan no están alineados.
El gobierno ahora tiene la pelota de su lado y al final del partido nos deberían responder por qué no llevaron las tareas hechas. Nadie se lo ha preguntado, nadie ha respondido tampoco, no he leído ninguna nota donde la ministra del medio ambiente salga excusándose. Es una desilusión, sobre todo porque el gobierno ha dicho que es ecologista y no estamos viendo la conjugación de ese verbo.
*La Red de Mujeres Originarias por la Defensa del Mar cuenta con el apoyo de Movilizatorio, un laboratorio especializado en transformación social que promueve la participación ciudadana activa y consciente. Movilizatorio colabora con Artyc, una organización creativa enfocada en artes y comunicaciones para la protección del planeta. Las dos organizaciones de Colombia y Chile son Co-fundadoras de la Alianza Potencia Energética Latinoamérica.
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