En su montaje, la muestra enfrenta al entrar al espacio expositivo al espectador con la composición sonoromusical llenado toda la sala y la pieza audiovisual de un video que transita entre imágenes abstractas que aluden al cosmos, el rumeo mental y la velocidad del tiempo, y otras con fragmentos manipulados de escenas que ironizan la idea del poder.
En el año 2017 y mucho antes que comenzara a desarrollar el proyecto de esta exposición, me encontraba en Findlay (Ohio, Estados Unidos) durante unas semanas preparando una exposición para The Neon Heater Gallery. Dentro de los días aquel pueblo, me crucé con la celebración del 4 de julio y un desfile de producción local simple que reunía a mi parecer todos los elementos que asociaba con la ironía del poder: la supremacía norteamericana sobre Latinoamérica escondida detrás del maquillaje del consumo y la hegemonía de instituciones patrimoniales, entre el bálsamo del espectáculo y la fachada de una calidad de vida inexistente; cuestiones que se replican desde ese norte hasta el sur mas sur en Chile. La revisión posterior del registro en video de aquel desfile y el recuerdo de los diferentes arquetipos que iban pasando por mi mente mientras observaba esa pasarela, terminaron de construir -junto a las demás imágenes- la pieza audiovisual que busca interpelar a quien comienza el recorrido por “Tal vez mañana”. Tal como los personajes dentro de las escenas del video, el espectador es invitado a transitar por la obra completándola en un recorrido que obliga a la pausa tras el acostumbramiento de los ojos a la escasa iluminación del espacio. En una retroproyección vertical que se propone a modo de tótem suspendido en el cielo del espacio, el espectador cruza esta suerte de umbral para entrar a una especie de roquerío y pasillo que tras algunos peldaños lleva a una trinchera natural.
El refugio final de “Tal vez mañana” lo concebí como una nueva trinchera construida de ramas de árboles de diferentes tipos de Santiago, y que tiene en su interior dos piezas objeto que son también nuevas exploraciones en otros formatos que me encuentro realizando. Una pieza fotomusical con un fotomontaje de imágenes que registran parte de las derivas experimentadas entre 2019 y 2023, fusionando el pasar por el sur de Chile y las sábanas de alguna de las tantas camas donde me tocó dormir cuando despertaba sin recordar donde estaba por la confusión que provoca el tránsito constante. Desde su interior, la caja emite el sonido de una aguja de vinilo en constante loop; la metáfora de la necesidad de un mantra propio para sostener los procesos de resiliencia en la tensión cotidiana de protegernos y enfrentar.
“Tal vez mañana” propone a través de ejercicios utópicos y distópicos enfrentarnos –o no- a una nueva realidad futura incierta, para reflexionar respecto al período de crisis que nos toca vivir y la necesidad de nuevos posibles.
Imagino este proyecto como un paisaje interior que compartir; un espacio donde la triste ironía de lo que fluye afuera y presiona dentro es simultáneamente lo mismo que obstruye y construye con su marcha imparable la ilusión de alcanzar tal vez mañana, un porvenir distinto. Quizás como me diría una visitante el día inaugural de la exposición “tal vez mañana” podría ser aquel “espacio donde morir en paz”; si pensamos que para recomenzar y pensar en un mañana diferente, tal vez no hay más que dejar todo atrás.