Todo aquel que escucha una historia, está en compañía del narrador;
incluso el que lee, participa de esa compañía (Walter Benjamin).
Leer para otros es un ejercicio siempre reconfortante, y leer para niñas y niños ofrece una experiencia que en la racionalidad adulta solemos perder. En Alejandría (Cocorocoq Editoras, 2024), de las hermanas Patricia y Karina Cocq, se destaca la importancia de la mediación lectora y de las bibliotecas públicas como espacios de descubrimiento.
El personaje principal de este cuento es la señora Alejandra, una profesora que decide cambiar de rumbo y dedicarse al trabajo con los libros como encargada de una biblioteca. Es en el relato de ese quehacer donde las ilustraciones de Alejandría muestran detalles de seres que habitan en el imaginario de la literatura infantil: duendes, flautistas, brujas, vampiros, osos, lobos y leones.
Un niño recorre cada escena, y en ese viaje se establece un diálogo con obras clásicas y contemporáneas. Entre los pequeños homenajes que enriquecen la narrativa destaca la mención a la ilustradora chilena Marta Carrasco (1939-2007). En este sentido, Alejandría funciona como un hipertexto y expande la historia principal hacia nuevas lecturas.
Citas como la referencia a Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, Moby Dick de Herman Melville, o la aparición en las estanterías de Pequeño Azul y Pequeño Amarillo de Leo Lionni, evidencian la intención de construir una historia que busca conectar con niños y niñas, pero también con adultos al ofrecer distintos niveles de interpretación.
Es en la biblioteca de Alejandría donde se experimenta el vínculo con el papel y la materialidad de los libros, un espacio descrito como «el mejor lugar del mundo», donde las historias cobran vida y el rol del narrador (o narradora, en este caso) adquiere relevancia, siguiendo las ideas de Walter Benjamin.
La señora Alejandra como mediadora de lectura encarna la figura del campesino, aquel que, desde la quietud, recorre cada rincón del lugar que habita. Su conocimiento profundo abarca tanto a las personas como a las cosas, revelando una comprensión íntima y permanente del entorno y sus tradiciones (Benjamin, 1991).
Aunque el desenlace del cuento resulta inesperado, en Alejandría destaca el papel de las bibliotecas como espacios inclusivos y de encuentro. Este libro proyecta un futuro en el que niñas, niños y adultos descubren en la lectura un puente hacia nuevas historias, culturas y formas de habitar el mundo con empatía y creatividad.
- Benjamin, W. (1991). El narrador: Consideraciones sobre la obra de Nikolái Leskov. Taurus.
Perfil del autor/a: