Escribo este breve texto luego de compartir una conversación con la escritora mexicana Alaíde Ventura como parte de la difusión de la llegada a Chile de su novela Entre los rotos. Ganadora del Premio Mauricio Achar-Random House en 2019 , esta obra llega al país de la mano de Concreto Editorial, cruzando la cordillera desde Argentina, dándole pasaporte y circulación a este libro que ya ha recorrido México -donde se sitúa-, Estados Unidos -donde estudia actualmente un doctorado en escritura creativa su autora-, España y con ello una multiplicidad de latitudes que evidencian los misteriosos caminos que puede tener un texto literario.
Esa es justamente una de las gracias de escribir, que no sabes hasta dónde pueden llegar las palabras, precepto que quedó claro en la conversación que sostuvimos: múltiples lecturas y puertas de entrada a la versión que finalmente termina siendo una publicación. Trataré de dar la mia antes que se me escape.
Para situarnos, Entre los rotos es un libro que narra la experiencia de una familia, en la voz de la hija, enfrentada a la violencia doméstica/patriarcal del padre. Gracias a unas fotografías que encuentra almacenadas y organizadas por su hermano, la narradora va contando lo que no se ve en estas imágenes, muchas veces hechas para plasmar la mejor cara de un momento dada la trascendencia que se le quiere otorgar con el gesto y decisión de tomar la foto. Por ello la imagen es muy preponderante en el relato, pero también -más allá de la evidencia del código- lo es el lenguaje pues quien narra se agencia de este para revisar las violencias experimentadas y sus consecuencias, tratando de administrar -quizás de manera restaurativa- lo vivido. Mediante la construcción de listas y de definiciones de términos en los contextos de la misma narración, el libro se vale de una decisión sobre el uso de la palabra para revisar y sanar, incluyendo el silencio como significante.
Entre los rotos es un libro que subrayé montón. Acudo a él ahora para ver qué conclusiones apunté al final para esta revisión. La que me parece más significativa es la que refiere a la descripción que se me vino a la cabeza sobre el tema central de la obra: el libro se constituye en un mosaico de violencias de distinto tipo donde algún fragmento puede volverse espejo para reflejar a quien lo lee. Padre, casa, violencia. Seguro al menos una de estas palabras te puede tocar una fibra, como nos pasó a los que participamos del diálogo. A seguir leyendo/sintiendo/viendo cómo nos pega un libro.

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