Es una de las canciones más reinterpretadas del folclore chileno, con versiones que van desde la cumbia hasta el rock. Cuatro décadas han pasado desde la creación de esta obra que recoge la tradición andina y el culto a la Virgen del Carmen y que triunfó en el Festival de Viña del Mar. Un hito cultural del norte grande.
Era febrero de 1985. La animadora del Festival de Viña del Mar, Paulina Nin de Cardona, presentó una canción en la competencia folclórica que describió como un homenaje a la Virgen del Carmen. Pasaron al escenario de la Quinta Vergara cinco músicos del grupo Calichal, aunque en total estaba compuesto por entre diez y once artistas, incluyendo músicos y bailarines. Entre ellos, se encontraba Luis “Toño” Miranda, compositor de la música, y Manuel Veas, autor de la letra. La interpretación duró casi tres minutos.
Cuando se cumplió la sexta noche del Festival, anunciaron la canción ganadora: una composición venida del norte del país, con una sonoridad andina que mezclaba quenas, zampoñas y percusión. Su letra retrataba la celebración que se lleva a cabo cada 16 de julio en La Tirana, en el interior de Iquique: La Reina del Tamarugal.
Fue la primera vez que el norte ganaba el Festival, el más importante de Latinoamérica y, entonces, de una relevancia social indiscutida: eran muy pocos los canales de televisión con los que TVN competía en sus transmisiones nocturnas, el régimen militar restringía las reuniones sociales y las familias chilenas no tenían mucho más que esos limitados espacios de distracción a puertas cerradas.
Cuando los artistas regresaron a Iquique, decenas de personas los recibieron en el centro de la ciudad. Manuel Veas alzó la Gaviota al cielo mientras las miradas atentas de niños y adultos se posaban sobre el flamante trofeo. Se escuchaban aplausos y gritos. Las autoridades regionales los esperaban con un escenario preparado especialmente para homenajearlos, donde recibieron un reconocimiento por haber llevado a Iquique al triunfo con una canción que, desde entonces, todos corearían:
¡Viva ya, viva ya!
Reina del Tamarugal
Tirana que haces llorar
y a todo un pueblo bailar.
Desde ese momento, la canción se convirtió en el hit del norte grande. Sonó en radios regionales, fueron invitados a eventos y a programas de televisión. Cantaron en Sábado Gigante, conducido por Mario Kreutzberger, y en el Festival de la 1, presentado por Enrique Maluenda. Ha sido una de las canciones más reversionadas de la música folclórica chilena: desde una versión de cumbia interpretada por Américo hasta una rockera por Chancho en Piedra. También la cantó Mon Laferte cuando compitió en Rojo, en 2003.
La canción, con su sonoridad andina y mestiza, festeja la creencia de que el desierto florece gracias a la generosidad de la Virgen, a quien alzan para rendirle culto en el día de su procesión. Y lo que provoca en los fieles es una mezcla de alegría y llanto, un sentimiento colectivo y popular. La canción ha traspasado generaciones y sobre ella se cuentan incluso leyendas, como, por ejemplo, que fue compuesta inicialmente como una cantata. Tanto ha significado, que es considerada el segundo himno de Tarapacá.

Hito cultural
Desde comienzos de los 80´ hasta mediados de los 90´, Calichal compuso y produjo nueve discos. Tuvieron el gran éxito en Viña y una carrera ascendente llena de momentos que los reafirmaron como un gran aporte a la identidad nortina. Eso, sin embargo, quedaría suspendido por la muerte de Luis “Toño” Miranda, a sus cortos 45 años, uno de sus fundadores y principales músicos del grupo. Se cumplía una primera etapa de su historia.
Su hijo, Rodo Miranda, tenía seis años cuando presenció el éxito de la canción que marcaría el destino de su vida y el de su familia. Fue el único que siguió los pasos de su padre en la música. “Cuando las personas saben que soy hijo suyo o que él no está vivo me transmiten el cariño a mí. Hay gente que se ha puesto a llorar, que me ha dicho que lleva años bailando la chinita con esta canción”.
Cada año, sin excepción, alguien lo llama o lo despierta, pone la música de fondo y le dice: “Mira lo que están tocando”. El legado de la canción, dice Rodo, es tremendo.

Y, la segunda parte de esta historia, se cuenta casi veinte años después. En su nueva apuesta de retomar el legado histórico del grupo, y bajo la dirección de Rodo, el grupo compuso una canción, llamada Canto a la Tierra, que presentaron a la competencia del Festival de Olmué 2024. No esperaban el éxito tan pronto, pero el nuevo comienzo tuvo la misma fuerza que su etapa anterior: clasificaron y ganaron el segundo lugar de la competencia. El triunfo se le dedicaron a las personas que le dieron vida al grupo y a su tierra.
El reciente 24 de febrero, se cumplieron 40 años de ese gran hito cultural. Se celebró en grande la canción con un evento en el que participaron más de quince artistas, entre ellos Fernando Ubiergo, el cantautor nacional que también compartió escenario con Calichal ese verano del 85, Roberto Márquez, vocalista de Illapu, La Chinganera, quien ha reversionado la canción, Pascuala Ilabaca, entre otros. Es también la oportunidad en que lanzarán un nuevo disco de antología, titulado Fiesta y Tradición, que recopila el trabajo del conjunto folclórico.
¿Qué significan para Calichal estos 40 años?
-Estamos esperando cerrar un ciclo-, dice Rodo Miranda.
Sin duda, cada vez que se toque, baile y escuche, esta canción del repertorio nortino seguirá haciendo historia.
Conoce las reversiones de Reina del Tamarugal
Mon Laferte en Rojo
Americuatro:
Américo:
Bafona:
Perfil del autor/a: