Presentación de La trilla, de Chiri Moyano

julio 31, 2025
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Sobre este libro publicado por Editorial Anagénesis, Lionel Lienlaf señala que “esta especial mirada que va más allá del hecho antológico, tiene la particularidad de recorrer la obra del poeta como una biografía literaria. La cuidadosa selección nos va guiando por la historia de los libros como actas de nacimiento o diarios de vida. Leído y releído van apareciendo paisajes y territorios vividos y vivibles. Hay una constancia en volver a los lugares como un eterno retorno, pero no es la nostalgia, más bien un cuadro que está ahí”.

Pasé la infancia viviendo en el campo, en las cercanías del lago Rapel, en casa de mi abuela. Tengo los mejores recuerdos de ese tiempo donde lo natural y el paisaje fueron abrigo, abriendo puertas a lo salvaje en mi vida. Fue así como pude descubrir lo domesticados que estamos quienes vivimos en la ciudad, alejados de nuestro instinto animal. Así también, en esos primeros años, pude explorar la conexión profunda con la naturaleza viva, desde las plantas hasta los más ínfimos bichitos, como parte de esta cadena que se devora a sí misma.

Constaté in situ el esfuerzo y sacrificio de las labores campesinas de mis abuelos, desde la primera hora de la mañana hasta el anochecer, así como también experimenté de adolescente el letargo, aburrimiento y desconexión que produce la vida del campo.

Pienso, ¿cómo se rescata la cultura de un pueblo? ¿Con las historias de sus habitantes? ¿Con sus relatos de boca en boca? ¿Con la preservación de sus oficios? ¿O sólo permaneciendo en el lugar para que este no desaparezca? O escribiendo poesía, como lo hace el poeta Chiri Moyano. El título de su libro, La trilla, hace referencia a una tradición campesina donde yeguas corren en un corral circular, pisando las espigas que separan el trigo de la paja, utilizando la fuerza para obtener el grano después de una cosecha.

Pienso en La trilla como una colectividad en donde prima la celebración de esa cosecha, pero también la economía campesina, los trueques, la autonomía alimentaria en la vida del campo. Pienso en la importancia del cultivo y la siembra como una forma de sobrevivencia y resistencia, fuera de toda lógica de mercado, donde no necesitas nada porque la tierra proveerá.

Así entro a esta trilla a la que nos invita la obra de Chiri Moyano, mirada profunda e íntima de la vida campesina, oriunda de una tradición de poetas que le preceden, como lo fueron Rosamel del Valle, Humberto Díaz Casanueva y Pablo de Rokha, entre otros. El sentido identitario del territorio, la familia y la cultura campesina hacen una conexión profunda con la vida rural doméstica, desde una mirada íntima al entorno salvaje y natural que habita el hablante. Con una introspección melancólica y a ratos irónica, el poeta nos adentra en su imaginario.

Estos textos reúnen una serie de libros recopilados y compilados cuidadosamente por la Editorial Anagénesis, los que convocan a la vida con una poética llena de energía vital, pero a la vez consciente de la fugacidad de aquello que intenta desaparecer o sacudir el letargo de lo doméstico. Cito: “Y acá quedamos nosotros / resistiendo esta ráfaga de viento / maldito / en este nidal de pájaro / ruinoso y hostil // Y acá quedamos nosotros soportando / y odiando / la velocidad de la luz y del tiempo”.

El eje del amor, la soledad, las relaciones humanas y los afectos cosechados amplifican la realidad en un lenguaje poético abierto, con imágenes instantáneas de paisajes y atmósferas que desmantelan el discurso instaurado de la vida campesina idílica y contemplativa. Más bien, el poeta lo hace real y sin ostentaciones, con un verso claro y directo que carece de los artilugios mesiánicos del autor que se retira para encontrarse a sí mismo. El hablante sabe de dónde viene, cultiva y nutre sus orígenes desde el afecto, conectando con su entorno desde lo macro a lo micro, como una araña que construye su tela con su saliva.

Podemos encontrar en esta voz la rebeldía y la convicción de creer en nuevas formas de sobrevivencia y autonomía, dignificando la tierra que nutre y entrega a quien la sabe cuidar y resistir: “Ha quedado el esqueleto de un río / en medio del olivar / y con el tiempo / las piedras empezaron a enterrarse / entonces brotaron flores / con colores e himnos anarquistas”.

Los conflictos híbridos que afectan hoy los campos en Chile de norte a sur, como el robo del agua, el saqueo, los pesticidas, las semillas sintéticas de Monsanto y la fruta que ya no cae del árbol, son temas que aparecen en estos poemas. Cito: “Una especie humana sola / llega a su morada de alfombra de pino oregón / y persianas de alerce. / Ahí la especie humana sola se desvela / todos los días, cerca de las cinco de la madrugada, / bebiendo de la tosca y vieja vasija / agüita de sanguinaria para purificar / su sangre, / oxigena y se levanta”. Esa resistencia/insistencia en permanecer en la ruralidad a sabiendas de las complejidades, en donde huir no es opción, sino la porfía por volver a la esencia, a la raíz, a lo perdurable: “El suelo del olivar está podrido a coléricos musgos / y en el centro hay una anciana haciendo fuego / para pasar agosto / admira el trabajo y la organización / de las hormigas”.

Destaco en esta compilación el arraigo del poeta con su tierra y su cultura, reflejo de su identidad. Piensa, se emociona y se duele de manera honesta y transparente; dibuja símbolos de la tradición y costumbres campesinas, la tierra que da vida y nutre como motor. Así va tejiendo la medida del tiempo con las manos en el barro, dichoso de los privilegios del territorio, orgulloso de la herencia de su legado que ansía perpetuar: “Mi madre nos crió a nosotros a pata pelá / y no vendió la tierra / nosotros a pata pelá nos estamos desarrollando / y no vendimos a nuestra madre / y no vendimos la tierra / y no vendimos la tierra”.

Me quedo con la resistencia campesina, con la circularidad de volver a la tierra. Celebro las poéticas honestas sin pretensiones, la colectividad de la trilla, porque de ahí vengo y allá quiero regresar.

Sobre Chiri Moyano

Poeta, investigador y marroquinero. En poesía ha publicado: Hace siglos que no iba a la ciudad (Vértice, 1998), Taciturno (1999), Las cosas de Magdalena (2002), Las confesiones del caballero andante (2004), El olivar (Cataclismo, 2011; Xilema, 2024), Todo cocido a leña (Inubicalistas, 2014) y Color hormiga (Inubicalistas, 2018). También algunas investigaciones como: Ocios campesinos del Valle del Aconcagua (Inubicalistas, 2014 y 2018), Rescate de la memoria fotográfica de Quebrada de Alvarado 1890-1973 (2015) y Rescate de la memoria fotográfica de Olmué 1890-1970 (2022).

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