La adultez en tiempos de crisis: Entrevista a Cecilia Alfaro, autora de “Futrono”
Endeudada con cinco bancos, la protagonista de esta novela vuelve donde sus padres a “Futrono”, que es como la familia llama a una bodega ubicada al fondo del patio. Paulina —la protagonista— nos relata cómo es ser una adulta en apuros, mientras va pagando cuota a cuota. En esta entrevista, Cecilia Alfaro nos cuenta sobre “Futrono”, su novela debut ganadora del Premio Municipal de Santiago de novela inédita el año 2023, el deber–ser, la valoración externa y la rigidez de la familia que rodea a su protagonista.
Tu novela debut es una novela en cuotas. ¿De dónde nace esta idea? ¿Cuál fue la inspiración?
Fue una deuda súper grande que tuve, me desordené en mala. No me di cuenta en realidad, y en un momento tuve que pedir ayuda. En verdad, me dieron ayuda, no es como que la pedí. No estaba suficientemente consciente para saber que necesitaba ayuda. Sí o sí tenía que pagar la cuota o la tarjeta o lo que sea, pero bueno, en ese caso era un crédito de consumo súper grande. ¿Por qué una novela en cuotas? Bueno, porque efectivamente es una deuda, que efectivamente ocurrió, y las historias son historias muy fragmentadas y al final se me ocurrió que eran cuotas, y que sea como la cuenta regresiva. Una condena. La quise terminar en la cuota 8 porque es el número preferido de mi mamá y porque es el infinito al revés. Al final las cuotas son para temporalizar y darle espera, darle un poco de ansiedad.
Leyendo, sentí que el centro de esta historia era más que el tema del endeudamiento, pues hay muchos elementos muy interesantes. ¿Cuál dirías que es el corazón de esta historia?
La falta de identidad. Definitivamente. Para mí es el tema de la búsqueda permanente de identidad o de querer encasillarte en un grupo porque todos los hacen; no saber decir que no, porque tú piensas que, si dices que no, te van a mandar a la punta del cerro por el resto de la vida. Es un tema súper generacional. Querer ser parte de, pero ni siquiera cuestionarse si quieres ser parte de ello. Y también, no querer mirarse. Porque yo creo que igual hay un tema con esto de la “soledad no deseada”, porque también es un personaje que está permanentemente buscando valoración sexoafectivamente. Necesita sentirse validada, en parte, y eso yo creo que también es un problema de identidad, el no querer mirarse a uno mismo.
Me llamó la atención cómo la trama desarrolla el fracaso de la protagonista como mujer, como ex–esposa, y hermana, pero sobre todo como hija. ¿Por qué muestras a la protagonista siendo hija en el libro?
El primer corpus lo trabajé con la Claudia (Apablaza) en un taller que ella hacía. Le dije “esto se trata de una galla que está endeudada, lo pierde todo, y quiero que sea la loca del ático, alguien que hable de sus excesos”, y ella me dijo “esto va a hablar de la familia”. Yo le dije que no, porque sentía que no hay «familia». Pero sí, claro, tiene mucho de ser hija y eso de ser niña, pese a estar en la treintena. Todavía estar actuando desde su persona infantil. Todavía esperando la validación, esto de como… síndrome de Peter Pan, que quedas como niño para siempre, y también como síndrome de Estocolmo.
La muestro como hija más que nada porque tiene ese rechazo de los papás, y uno podría extrapolarlo, ser más pretenciosa, y decir que los papás representan el deber-ser, el deber social. Ella quiere eso, quiere esa validación. Entonces le cierran la puerta y le dicen “no puedes entrar acá” y en verdad está atrás, escondida, y si se ve la foto, estamos todos contentos, y ¿dónde está Paulina? Ah, no, está de vacaciones con los amigos. No existe. Y de repente aparece en el patio y se les deforma la cara.
Ser hija es como eso, en este caso particular de la novela. Es muy desde el rechazo, del buscar reconocimiento. Una actitud súper infantil. Padres representan el deber ser, hija representa la necesidad, ya enfermiza casi, de algo que no va a existir porque en el fondo son como analfabetos emocionales (los padres). Entonces está ese pensamiento mágico que de a poco va trabajando como “ya, mamá, te quiero mucho, no me importa qué hay al otro lado, igual te voy a querer”.

¿Cuál dirías que es el rol de la familia en esta novela? ¿Cuál era tu intención al mostrar esos padres en especial?
El rol de la familia yo creo que lo resumiría en el correo electrónico que le mandan a la protagonista. Poner reglas para «enderezar a la niña», también infantilizándola, y ella actuando desde lo infantil a lo largo de toda la novela. Se ve como una persona que dices “¿cómo tiene treinta y tantos años?”, entonces el rol que corre la familia es de poner límites extremos, pero absurdos.
En la generación de padres, al menos la que yo conozco, que son los hijos de los ‘80 al menos, hay muchos que son hijos del rigor. Muy de que tal vez son la primera generación que estudió en la universidad, y son los que dicen “yo lo logré, y saqué mi título” y que el esfuerzo, y que Chile era más pobre, no sé. Esa misma rigidez la siguen manteniendo un poco. Viene mucho de eso, padres muy estrictos y analfabetos emocionalmente que creen que el único camino “correcto” es el trabajo duro.
Esta novela también es una novela de crecimiento. ¿Cómo percibes el asumir la adultez en tiempos de crisis?
Por un lado, está el tema de que la protagonista claramente no quiere ser adulta, por eso termina un matrimonio. Tiene esa cuestión como de la angustia del compromiso. Yo creo que hay mucho de eso, de «sí me quiero comprometer, pero me da miedo». Y, por otro lado, asumir la adultez muy en el sentido del deber-ser: «ya, yo tengo que ir al trabajo, me tiene que ir bien en el trabajo, no puedo rendir mal, tengo que llegar temprano, estar al pie del cañón, y pagar religiosamente todos los meses». La protagonista lo hace en lo laboral, lo que es el trabajo, pero por otro lado, en lo que es ella misma, su desarrollo personal real, se niega totalmente a serlo. Peor: ni siquiera está consciente de ello. Yo esperaría que se viera una evolución más consciente sobre desde qué personaje está actuando, desde qué Paulina ella misma está actuando, que es una pregunta que le hace el psicólogo en la novela, para que ella se pregunte “¿lo estoy haciendo por mí, o por otros?”.
Ganaste el Premio Municipal de Santiago de novela inédita el 2023 con este debut literario. ¿Cómo fue ganar? ¿Qué ha cambiado tu vida desde ese momento?
Nunca me esperé ganar, obviamente. Le conté a mi mamá y a unos amigos, porque no podía publicarlo, y estaba súper emocionada. No lo conté en la pega hasta la semana de la premiación, porque tuve que pedirme el día. Fue bacán, y siento que fue un premio personal, porque uno escribe para exorcizar etapas, como para darle un cierre a una etapa, aunque no es un cierre, es para “aceptarlo”, para que dejemos el lado más víctima de lado. Lo sentí más personal, dije “mejor final ever”. Y después, bueno, lo de la publicación fue mucha ansiedad, bueno, todo el año pasado, desde que firmé con Hueders.

El lanzamiento fue como tener diez cumpleaños a la vez. También la exposición, que obvio que hay un lado que sueña con ser súper expuesta, pero al mismo tiempo está la esencia introvertida. Es abrumador. Me puse a hacer talleres, igual fueron bacanes. Hice para la tercera edad en Lo Prado, otro para mamás en Pudahuel, e hice uno de tres meses, que ese fue importante y lindo, con la residencia de las niñas del Hogar de Cristo, pero al mismo tiempo era emocionalmente muy desgastante. Fue mucha actividad de ese tipo. Fue abrumador, agotador, me dije “no puedo, lo dejo hasta aquí”. Obviamente buscar exposición, pero al mismo tiempo medirme, medirla.
Al final del libro hay una gran lista de agradecimientos. ¿Cómo fue la influencia de estas personas en tu desarrollo como escritora?
La mayoría son compañeros de taller que, voluntariamente, quisieron leer mi texto, y eso lo agradecí mucho, era como “ya mándalo”, y eso no ocurre, ocurre poco, y mis hermanos que fueron mis primeros lectores, que fueron la primera aprobación que necesitaba. El resto, sí, son compañeros de taller, mi tía, que es como una segunda mamá…y mi gato, obvio, que fue el primero porque ha estado toda mi vida.
¿Hay algo que quisieras que tus lectores supieran?
Que voy a sacar un libro de cuentos. Se llama: “No es nada en tu contra”.



