Práctica común entre los vendedores de libros viejos: hojear periódicos atrasados. Ahí a veces se hallan notas curiosas que al vendedor le causan primero indiferencia y luego escozor porque a medida que las va masticando se van convirtiendo en un ataque solapado, o no tan solapado, contra su ya de por sí precarizada actividad.