En ambas partes, Gabriela Wiener nos lleva hasta su cama –grande, “de unos tres metros”– donde duerme y “folla”, como refiere al sexo, con su esposo, con su esposa, y en donde duerme con sus hijes. Cinco personas caben en lo que pudiera parecer un paraíso poliamoroso. Pero, contada así, la historia sería recta, aburrida, y seguiría un camino idílico para experimentar una forma de vida que, entre otras cosas, corresponde a un contrarrelato de la monogamia y la heteronorma. Pero no. La autora nos lleva a los desvíos de la cotidianidad, lo doméstico, los celos, el control… a la humanidad misma: inseguridad, susceptibilidad, inseguridad, susceptibilidad, inseguridad, susceptibilidad…mostrándonos transparentemente los desafíos de toda relación entre personas; aquí, los de la vida poliamorosa.