No puede no ser horroroso presenciar un genocidio a partir de una gestión de la devastación de la seguridad social convierte a los contagiados en responsables individuales de su incapacidad para pagar su salvación; culpables dobles, tanto de contagiarse como a la vez de no haber capitalizado y gestionado su miseria con mayor esfuerzo para pagar hoy su cura.