/ por Sergio Domínguez y Carla Bravo
(Banda sonora sugerida para la lectura: Benny Moré)
El plan y el desvío
Todo viaje supone una determinada suma de planificación, toda ruta una posibilidad de desvío. Nuestro plan inicial era ir de un extremo a otro de Cuba. Desde Pinar del Río en el poniente (provincia donde nació SenDog de Cypress Hill) hasta Santiago, en el extremo oriental, donde el ejército rebelde liderado por Fidel Castro, a bordo del Granma, arribó desde México en el 56 para hacer la revolución.
A diferencia de aquel plan, el nuestro fracasó rotundamente.
El ya escaso presupuesto que teníamos disminuyó drásticamente en los primeros días debido a los altos costos que la ruta turística impone a los visitantes —a quienes aplica de manera indistinta las tarifas que el primer mundo establece . Pero si la extensión de nuestra ruta se redujo a la mitad de lo planificado; la intensidad, en cambio, se multiplicaría por un factor indeterminable (la x de la incógnita).
Fue un domingo, en la segunda semana del viaje, en la cama de la habitación, cuando comenzamos a sacar de bolsas, bolsillos, estuches y monederos toda la plata que nos iba quedando: en peso cubano, CUC y euro. Junto a todo esto, el arrugado mapa de Cuba que ya a esa altura habíamos abierto y cerrado decenas de veces. No pudimos decidir en el momento (¿ya mencioné antes nuestro problema de planificación?), así que nos fuimos caminando hasta la terminal para averiguar ahí mismo los precios de los viajes y, en consecuencia, las posibilidades reales de continuar nuestra ruta.
Luego de desechar definitivamente el Plan A y decir adiós al turismo revolucionario, nos fijamos en las otras ciudades intermedias hacia el oriente, como Holguín, Camagüey y Granma. Pero la verdad es que no sabíamos casi nada de estos lugares. De Ciego de Ávila, en cambio, la ciudad a la que terminamos yendo y que está justo en el corazón de Cuba (y ahora también en el nuestro, por supuesto), no sabíamos absolutamente nada. Queda justo en la mitad, afirmamos, podría ser el primer capítulo de algo.
Cuando ya íbamos en el bus, nos enteramos de que Ciego era una ciudad que, en la ruta turística, significaba simplemente el paso hacia los cayos, es decir, hacia la zona más explícitamente kem piña de todo el país. Por eso, al llegar a la terminal, fuimos los únicos en no continuar el trayecto hacia el norte. Notamos con extrañeza que casi no había gente esperándote al bajar del bus para ofrecerte habitaciones o restaurantes, todo lo contrario de lo que nos pasó, por ejemplo, en Pinar del Río, donde la sensación de sentirnos agobiados cual estrellas de rock nos había dejado shockeados casi todo el día. Y es que claro, no hay que ser ninguna lumbrera para darse cuenta que en la economía actual de Cuba el turismo es una de las patas que sostiene la mesa. Un dólar o un euro son divisas miradas con deseo, pues unos pocos de esos billetes pueden ser el equivalente a un sueldo mensual.
En una primera impresión de Ciego (valga el juego de palabras), entendimos que esto era lo que estábamos buscando desde el principio. Una Cuba menos mediada por la lógica del turismo así como, por fin, el contacto con el pueblo cubano. Fue la misma tarde que llegamos cuando nos enteramos de la existencia del Moro. Entramos a una galería que estaba en la calle principal del centro. Ahí nos encontramos con una exposición de los trabajos de distintos ilustradores avileños . Después de una vuelta rápida y algo desinteresada por la exposición, nos encontramos de repente con los dibujos de Michel. Dentro de ese panorama, nos llamó la atención la fina ejecución y el tono marcadamente sarcástico de su obra. . No eran más de diez, sin embargo, cada uno de ellos nos causó gran impresión e interés. Tanto, que fue necesario detenernos en cada uno buscando analizar el discurso que articulaban. Sin saber muy bien para qué en ese momento, se nos ocurrió preguntarle a la encargada de la exposición por este tal Michel Moro. Ahí nos dijeron que era un muchacho del pueblo que estudiaba en La Habana y que era muy amable y sencillo. Nos dijeron también que si estábamos interesados pasáramos al día siguiente, que intentarían contactarlo para que lo pudiésemos conocer, pues sus padres vivían a solo un par de cuadras. Se nos ocurrió que, si esto funcionaba, tal vez podíamos grabar una entrevista improvisada en video para publicarla en algún medio de difusión en Chile o simplemente en YouTube. Pero nada de esto pasó, porque el Moro ese fin de semana se había quedado en La Habana. Días después, por esos desvíos de la ruta, nos terminamos haciendo amigos de algunos de sus amigos, y entonces el vínculo invisible se estrechaba ya por sobre nuestra voluntad.
Al volver a La Habana, en los últimos días de nuestro viaje, lo intentamos llamar a un número que nos habían dado sus/nuestros amigos, pero tampoco esto dio resultado y por alrededor de un año quedó todo ahí, en la carpeta de los proyectos inconclusos. Hace poco, gracias a internet, uno de los temas preferidos del Moro, nos pudimos por fin poner en contacto y le pedimos que nos respondiera estas preguntas. Tan amable y sencillo como nos advirtieron, nos dijo que sí de inmediato.
¿Quién es el Moro?
Carla: ¿Cuándo empezaste a dibujar?
Michel: A dibujar comencé desde muy pequeño, me pasaba horas reproduciendo personajes de las películas de Disney que encontraba en las revistas extranjeras que compraba mi papá . Creo que esta es una de las causas de mi cercanía a ese gusto pop, esa cultura visual que adquirimos. Pero dibujar en serio fue un poco más acá, cuando era estudiante de la Academia de Artes. El dibujo me apasiona. Creo que ante todo soy dibujante, el color es complemento.
C: ¿Cuáles son tus dibujantes favoritos?
M: En un pedestal bien alto están Daumier y Goya. También están Boligan, Ares, Alessandro Gatto, Roberto Fabelo, Tomy. La lista es larga y variada.
C: Mencionas a Angel Boligan, caricaturista cubano radicado en México ¿es un referente para ti?
M: Le debo mucho, cuando vi sus dibujos por primera vez por el 2011 quedé impresionado y quise buscar más, dibujar. La caricatura empezó por ahí.
C: ¿Te defines como dibujante, ilustrador o caricaturista?
M: Ante todo dibujante. La caricatura me ha permitido expresar, decir claro y directo.
C: Has sido premiado en distintos certámenes, nacionales e internacionales, ¿cuál ha sido más significativo?
M: Todos me han sido gratificantes, pero la Mención de Honor en WorldPressCartoon me pareció en ese momento increíble. Era la primera caricatura que había publicado y que la premiaran en un certamen tan relevante me dijo: “es por aquí”.
El oficio de dibujante en Cuba
C: En una de tus ilustraciones haces un llamado a tener más wi-fi. ¿Qué te parece la medida del gobierno de habilitar sitios públicos con wi-fi? ¿Cuál crees tú que es el peligro o riesgo que subyace a esta invasión tecnológica a la cual Cuba poco a poco se va sumando?
M: Este es un país en que todo lo nuevo puede parecer un riesgo enorme. Creo que el internet en nuestros tiempos y en mi país es necesario, debe ser accesible a todos sin la más mínima restricción, porque es parte de cualquier sociedad que aspire a ser democrática. Cuba se suma a la invasión tecnológica poco a poco, demasiado lento diría yo. Es una invasión necesaria, inevitable, que encarna peligros. Ahora, hay que ver, peligros para quién. Mi obra en gran parte le debe a esa invasión. Para mí no ha sido peligro, ha sido bendición.
C: Actualmente trabajas en el periódico Invasor, de Ciego de Ávila. Allí colaboras como ilustrador, pero también como fotógrafo. ¿Cómo surge esto de participar en un periódico local?
M: Anteriormente ya colaboraba con Invasor, lo tomé como un reto, la posibilidad de probarme sobre todo con la fotografía con la que tenía relaciones de apreciación, pero nunca la había hecho.
C: ¿Qué te gusta y en qué se diferencian para ti el dibujo y la fotografía?
M: Todo tiene que ver. Cuando miras por el lente de la cámara ves la realidad de una forma sintética y critica, en la caricatura es parecido.
El humor y la política
C: Tus dibujos tienen un contenido político importante y un uso explícito del sarcasmo y la ironía como recursos retóricos. ¿Siempre tuviste este interés?
M: Creo que sí, con la política tengo una relación de amor odio, unas veces la detesto infinitamente, otras me apasiona opinar.
C: ¿Qué rol crees que debe ocupar el artista en el ámbito de lo político y lo social?
M: El artista y el intelectual en general está llamado a ser el agente de cambio en la sociedad, el que pone el dedo sobre la llaga.
C: ¿Crees que los medios tapan la cruda realidad con papeles murales alegres que simulan cielos azules con blancas nubes? ¿Qué opinión tienes de los medios de comunicación en el contexto actual?
M: En el mundo quien controla el poder quiere hacer ver la realidad desde su óptica y los medios masivos son una herramienta útil. En muchos casos, los medios son de desinformación y reflejan la realidad no como es sino como quisieran que fuera. Nos tragamos más mentiras que verdades, porque la verdad no siempre te la dan. La verdad está para cuestionarla, cuando no es así estamos muertos.
C: Hay una imagen en donde un sujeto con capa negra, cara cubierta y metralleta en mano aparece en la punta de un lápiz mina. Curiosamente, lo dibujaste un día antes de lo de Charlie Hebdo. ¿Qué te pasó cuando viste la noticia?
M: Quedé sorprendido cuando vi la noticia. Corrí a ver el dibujo que todavía estaba tibio, quizás fue un poco de intuición.
C: ¿Qué piensas de la controversia sobre los límites del humor que se generó mundialmente a partir de este episodio?
M: La libertad de expresión tiene precios altos. Creo que nada ni nadie en este mundo debe estar exento de ese látigo que es la expresión libre del artista, no pueden haber ataduras, ni al poder ni a nadie.
C: La guerra, el hambre, Estados Unidos, McDonald’s y la Coca-Cola son elementos que aparecen una y otra vez en tus trabajos. ¿Qué representan para ti todas estas cosas?
M: Son formas de ejercer el poder.
C: Hay un personaje que también está presente en tus dibujos: el hombre redondo con traje. ¿Qué simboliza ese hombre? ¿Tiene alguna nacionalidad? ¿Toma coca-cola y come hamburguesas?
M: Quiero que sea ese hombre universal, un hombre de estos tiempos, el más común de todos. Es un alter ego. Aunque nunca he tomado una Coca Cola.
C: “Corrupción y guerra”, “Seguir al dinero”, “Pobreza y poder”, todas son ilustraciones que hacen alusión a elementos concretos que uno podría vincular al capitalismo. ¿Para ti pobreza, miseria y guerra son insumos de este sistema?
M: Estos son insumos de cualquier sistema, son insumos de la naturaleza humana, que nació para domar esa bestia.
C: Uno de tus últimos dibujos es la imagen de Obama saludando desde la puerta de su avión, que al abrirse ha hecho un agujero en un muro de ladrillos. ¿Es así como ves la reanudación de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, como la caída o ruptura de un muro?
M: Es un muro que cae lento pero cae. Detrás de él no está el futuro, está la incertidumbre. Creo que la metáfora del dibujo es clara, al haber bajado Obama de aquel avión en Cuba se abre una grieta más.
Si somos americanos
C: En Chile, hay una banda de música llamada “Los Prisioneros” que sacó una canción en los 80s que dice que Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos. ¿Qué es para ti ser latinoamericano? ¿Qué compondría algo así como la identidad latinoamericana?
M: Latinoamérica es un pueblo marcado por el coloniaje, un estigma difícil de sortear. Sólo su diversidad cultural lo puede salvar, incluso del subdesarrollo. Si algún día se perdiera, estaría condenado para siempre. La identidad no está consolidada y una evidencia clara es la búsqueda constante de esta y de su definición.
C: ¿Y qué piensas de la frase?
M: Estados Unidos es un país al norte de Latinoamérica y a la derecha del mundo… Debería ser así la frase.
C: A propósito de Estados Unidos, el año pasado ganaste el premio especial en el NasredinHocaCartoonContest en Turquía. La imagen era la llama de la estatua de la libertad, cuyo fuego eran presos engrillados. Hay una lectura ahí en torno la opresión del capitalismo y el discurso de la libertad, ¿podrías hablarnos un poco de tu opinión al respecto?
M: La libertad está prostituida en nuestra época. Además de ser un concepto difuso, para ser libres debemos estar atados a algo. El poder la utiliza como estandarte porque sabe que es lo más preciado del hombre. Satirizar como es vista la libertad desde los símbolos mundiales fue una motivación a la hora de dibujar.
C: ¿Tienes alguna referencia sobre el humor gráfico en Chile?
M: Lamentablemente muy poca.
C: ¿Te gustaría exponer fuera de Cuba?
M: Por supuesto. Mi trabajo se ha expuesto en muchos lugares, pero siempre de forma aislada. Me gustaría exponer ya sea en Chile o en cualquier otra latitud, me encantaría exhibir mis dibujos en conjunto.
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