/ por Manualvez
Un mes como este me presenta variadas cosas, algunas simples y hermosas. Ya se han superado los sudorosos días de verano para dar paso al frescor del otoño; el follaje de los árboles se empieza a acumular en las veredas, dando paso a ese pequeño placer, personal y mundano, de pisar hojas secas. Llegan las primeras lluvias, fenómeno un tanto esquivo los últimos años en la capital, pero que dado los sucesos recientes, ha producido sorpresa y optimismo (siempre y cuando la negligencia de los privados no siga quitando esperanza al milagro); pero, sobre todo, para el consumidor recreativo de cannabis es un mes esplendoroso: empieza la cosecha, y ojalá nunca acabase.
Para muchos este es un momento crucial. Llegó la hora de la recompensa después de meses de trabajo, es la olla de oro al final del arcoíris, la paz espiritual luego de recorrer el camino de Santiago de Compostela; en fin, use la metáfora que quiera. Lo cierto es que después del proceso de lavado de raíces, el manicurado (sí, ella también lo merece), el secado y curado (sí, no todo es tan fácil); se está listo para adentrarse en el goce de una bocanada de tu producto personal, a cuyo efecto se suma la satisfacción de un trabajo bien hecho (tal como llegar a la cima de la torre Karin y que te den las semillas del ermitaño sin subirte a la nube voladora).
Sin embargo, no todo es tan bueno, ya que estamos en Chile y las miradas al consumo de marihuana siguen siendo duras. Ya sea por las sanciones legales y persecutorias como por la propaganda mediática ambigua, y muchas veces negativa, que prima sobre el tema. Esto, sin contar además con que la discusión sobre su legalización lleva meses congelada en el congreso (aunque por dar prioridad a otros temas, como el aborto terapéutico, que le gana por goleada). Como la discusión por la legalización sigue esperando, (aquí también puede seguir haciéndolo) me concentraré más bien en las primeras.
Llegó el momento de contar historias. A comienzos de marzo un canal abierto de televisión de cuyo nombre no quiero acordarme, emitió un reportaje sobre la ruta de la marihuana paraguaya en Chile. Dicha investigación se centraba en algunos tópicos como las inmensas ganancias que este tipo de droga genera (En Chile, afirmaba, se paga doscientas veces su valor). También la explotación de capital humano de dicha empresa, la colaboración internacional necesaria para combatir la red de distribución a nivel sudamericano y la llegada de esta droga a Chile, siendo la comuna de San Bernardo el lugar de acopio.
Un amigo y excelente twittero preguntó mientras se transmitía dicho reportaje, cómo es que ninguno de sus acostumbrados y fieles seguidores/seguidos lanzaba opinión alguna o crítica sobre esta información, maravillado sobre todo por las cifras que el reportaje arrojaba. Ante la honestidad de su pregunta, de la cual no dudo, ni me es posible ver asomo de cinismo o ironía, le dije que nadie que él conociera admitiría fumar marihuana paraguaya; ante lo cual su genuina y magistral respuesta fue que entonces estaba marcada por un sesgo de clase, como si fuera el sopaipleto del cannabis. Y claro que sí, no por nada la “acumulación”, como decía el reportaje, se concentraba en San Bernardo y no en Providencia, a lo que se suma que esta localización geográfica particular es estratégica, pues aquella comuna periférica del sur de la capital es vecina a muchas comunas de clases bajas como El Bosque, La Pintana, Puente Alto, Lo Espejo, Maipu, La granja y San Ramón; además de ser la única salida de Santiago hacia las regiones del sur. Negocio redondo en términos de expansión. A eso hay que sumarle que el valor en estos sectores se da mucho más por dosis que por gramaje, como es acostumbrado en el mercado ilegal del centro capitalino (Por lo que me han contado), y que más allá de la curiosidad de mi amigo, es algo de lo que el reportaje no se hacía cargo.
En fin, era algo completamente olvidable. Sin embargo, días después estando de visita en casa de unos familiares, fui, como solía hacer desde un tiempo a esa parte, a deleitarme con el cultivo de un ejemplar de cannabis que tenían. Dicha planta la usaban para infusiones, (se trata de personas que crecieron en el campo y como tal acostumbran a tomarla como té de hierbas para muchas cosas). Ésta en particular la utilizaban para relajación, como si fuera cedrón o melisa. Cuando llego a la parte trasera de la casa, donde tenían su planta, y no la veo, pregunto qué sucede, y la respuesta que recibo es categórica: la arrancamos porque después de que vimos el reportaje nos dio miedo seguir teniéndola, pensamos que podemos terminar presos porque algún vecino la verá. Me sorprendió la impresión que el reportaje dejó en esa persona, no solo por la paranoia mediática (a esa ya me acostumbré desde la H1N1) sino también por el sentido humano de criminalización que hizo nacer, aun cuando sabían que no estaban haciendo nada incorrecto, pues su consumo ni siquiera cae dentro de lo común.
Afortunadamente eso ya puede empezar a cambiar. Espero que se hayan enterado, si no, esta es su oportunidad. Hace un par de semanas la corte suprema decretó como ilegal el decomiso por parte de Carabineros por tenencia, esto albergado en el principio de inocencia y proporcionalidad. Hoy ya no se puede ingresar a la casa de una persona por el solo hecho de observar la tenencia de cannabis en el lugar, ya que esto solo se puede usar como último recurso dentro de una investigación, (salvo en caso de flagrancia) para lo que se necesita comprobar un fin ilegal mediante señales de comercialización, además de testigos de acciones de venta. Lo que se estableció fue que la tenencia de marihuana es legal y lícita cuando se trata de consumo personal, exclusivo y próximo en el tiempo (esto último es un poco ambiguo). Es curioso, pero en Chile es uno quien tiene que comprobar que el uso de cannabis es personal y no la fiscalía. De todas maneras, y si necesitan mas información pueden encontrarla en el sitio web de Fundación Daya, quienes tienen un instructivo de cultivo para mantenerse dentro de los marcos de la legalidad. Lo bueno es que desde ahora ya se puede tener tranquilidad a la hora de cultivar y, respecto al vecino sapo, ya no hay que preocuparse. Hoy abril puede florecer en todas nuestras ventanas.
Perfil del autor/a:
La raza