/ por Ciudadano a pie
La semana pasada, he pasado delante de la casa que alberga la embajada de Turquía. Una embajada impecable, sin velas o flores que recuerden que han muerto 41 personas en el atentado que ISIS se ha atribuido, en el aeropuerto de Estambul.
Es cierto, es apenas “una barbaridad más”. Un detalle en el noticiero de turno. Un año pasa tan rápido que no se alcanza siquiera a pensar en conmoverse –otra vez más, como tantos días. La antigua Constantinopla no reviste el impacto mediático de París, Londres o Nueva York; ni su recordada imagen a la que sólo le faltó la aparición de Stallone, Willis o Chuck Norris para repeler lo que fue inevitable.
Los grandes medios aún logran captar la atención cuando el impacto está asegurado por el escenario en el que ocurre. La estadística fría de muertos y heridos no importa tanto como el audio rescatado de una víctima en su última hora o el video tembloroso de un cuerpo cayendo al vacío. Aunque si de números fríos se trata, en Ruanda, en la década de los 90´ del siglo XX, murieron más de 200 mil personas, (si no me quedo corto); pero Ruanda, y África en general, queda lejos… ni por asomo de titular. Y esto corría tanto para El Mercurio como para el New York Times o Le Monde. Las líneas editoriales occidentales saben qué puntos geográficos provocan más en “su público”, así como Al Jazeera hace lo suyo en su circunscripción terrena. Eso es lo que nos toca, en el lugar que nos tocó habitar. Con este idioma y esta visión de mundo que nos acerca más a Bruselas que a la franja de Gaza. Aunque los muertos y los horrores irracionales que distinguen con abyección a nuestro género, valen igual acá que allá.
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*Para la precisión estadística, esto fue garabateado dos días después de la noticia del atentado. Como tiendo a circular por el sector del que se habla, al día siguiente o subsiguiente, he visto un par de ramos, los muñones de esperma de lo que quedó de las velas y un papel impreso que trata de explicar lo que pasa y que no he podido fotografiar por falta de espacio en el teléfono (no tan) inteligente.
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La raza