/ por Mario Garcés
La toma de terreno que dio origen a El Cortijo 3 se produjo el 24 de agosto de 1970, a pocos días de la elección de Salvador Allende, el 4 de septiembre de ese mismo año. En la historia del movimiento de pobladores de Santiago, la coyuntura electoral de 1970 favoreció la expansión de “operaciones sitios” que organizaba el gobierno y “tomas de sitios” que realizaban los pobladores. Se estima, según estudios de la época, que ese año se produjeron al menos 103 tomas en Santiago y 220 a nivel nacional. El movimiento de pobladores que había entrado en escena en 1957 con la toma de La Victoria alcanzaba hacia 1970 su mayor desarrollo. Se trataba de un nuevo movimiento social que se movilizaba más que la tradicional clase obrera, tal vez sólo comparable con el movimiento campesino, que multiplicaba las huelgas y tomas de fundos para acelerar el proceso de la Reforma Agraria.
Dicho de otro modo, en los años 60’s y, particularmente, hacia fines de esa década, se estaba produciendo en Chile la mayor movilización social –lo que explica, entre otros factores, el triunfo de Allende en 1970– que multiplicaba a actores o grupos sociales en movimiento: la clase obrera, los campesinos, los pobladores y los estudiantes.
Es verdad que en esta época no se hacían muchas diferencias entre pobladores y trabajadores, o entre clase obrera y pobladores. Se pensaba que eran lo mismo: el trabajador o el obrero en su lugar de residencia. Algunos analistas indicaban que se trataba del subproletariado o de un segmento empobrecido de la clase obrera. No viene al caso reproducir estos debates, de los que ya se acumulan muchos trabajos con diversos enfoques y miradas y que han complicado más de una vez a la izquierda en su incapacidad para establecer diferencias y subsumir todo en la noción de clase obrera y del partido de vanguardia que encarna los intereses de la clase obrera.
El hecho es que los pobladores alcanzaron un estatus propio como el gran segmento del pueblo en sus propios territorios: las poblaciones. Se movilizaron por la vivienda entre 1957 y 1973, y transformaron la geografía urbana de Santiago y de algunas capitales de provincias. Y en la dictadura fueron el actor más movilizado en el ciclo de protestas nacionales entre 1983 y 1986. Si se tienen en cuenta estos hechos, tal vez se trate del mayor movimiento social de la segunda mitad del siglo XX en Chile.
Un movimiento social suele moverse en dos direcciones, en dos tiempos: hacia dentro y hacia afuera, en las calles y presionando al Estado; pero especialmente hacia sí mismo, buscando producir las transformaciones por las que se lucha. En el caso de los pobladores, esta segunda dimensión es fundamental, ya que mediante una toma se alcanzaba una posición, un logro que debía ser reconocido por el Ministerio de Vivienda, pero “construir la población” implicaba un gran esfuerzo de organización comunitaria. Sin esa organización, con una directiva debidamente reconocida y los diversos comités e iniciativas locales, la población no se constituiría, no sería tal. Este libro* habla justamente de esa hazaña, de la toma, las negociaciones con la CORVI, la organización interna, los conflictos, la construcción de las viviendas, el acceso a los servicios básicos, el enfrentamiento de los problemas de desabastecimiento durante la Unidad Popular. Y, por cierto, el énfasis está puesto en sus protagonistas: los dirigentes, las familias y los pobladores con nombre y apellido, que hicieron posible el nacimiento y desarrollo de El Cortijo 3.
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* Este texto sirve de prólogo al libro El Cortijo 3. Origen de una población (Alarido, 2017) de José Antonio Chaparro.
Perfil del autor/a:
Debisemos entender o al menos analizar que, la actual política publica del estado, no da solución ni solucionara el derecho ciudadano a una vivienda mientras no considere como punto de partida un trabajo organizado en conjunto con las agrupaciones y comités sociales(lo cual se ejecuta pero como respuesta a la necesidad de dar solución a un problema urbano movido incluso por la especulación inmobiliaria). Por otra parte, por lo que menciono la necesidad de analizar de verdad, es necesario que estas agrupaciones no se dejen instrumentalizar con las ofertas de campañas las que no tienen otro fin mas que obtener votos a cambio de casas dentro del marco actual de política de solución habitacional actual lo cual valida el mal trabajo desarrollado sin poder generar un quiebre. Las necesidades de estas agrupaciones comunitarias deben ser asesoradas por profesionales, tecnicos o voluntarios independientes, críticos del actual sistema y que trabajen de la mano con las personas rechazando desde el inicio cualquier ayuda obtenida bajo el diseño del actual sistema. Al igual que la educación y la salud, el techo también es un derecho, y las soluciones deben ser dignas en lo material e integrado a la ciudad y su sistema urbano, político, económico, cultural y social.