La Central de Abastos de Ciudad de México (ex-Distrito Federal) es el equivalente a La Vega Central o Lo Valledor acá en Santiago. Es decir, una pequeña ciudad que se nutre de una más grande y a la que, a su vez, se encarga de alimentar. Lugar de obreros y obreras vieja escuela, de los que empiezan su jornada de noche y a quienes debiesen estar realmente dirigidas las bendiciones y plegarias de sobremesa. Entre ellos, buscan también el sustento algunos niños pepenadores y jóvenes diableros que no necesitan jugar al GTA para aprender el rigor de las calles de la ciudad.
Toneladas de frutas, verduras y abarrotes (así como cerros de cajas de madera que allí llaman guacales) componen el colorido trasfondo cotidiano de los que ponen el hombro y sudan la gota gorda. Pero también, cómo no, el entorno donde se comparte y ríe junto a los compañeros de labor en el descanso; donde alguno tiene un día de suerte y encuentra un tesoro entre los desperdicios; o donde, simplemente, la mente se deja llevar por un hilo de secretos pensamientos. En fin, un espacio lleno historias que, gracias al ojo de Iván Zaragoza, les traemos en forma de instantes perpetuos.
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