En Pocas Líneas se asoma por una ventana redonda, por donde entra a fotonazos la luz y a la vez sale a ventarrones el aire mil veces dioxicarbonado. Es un recambio de intenciones, donde la rapidez de los hechos, la síntesis y el movimiento definen una plataforma narrativa pura, rústica, abierta y blanda. La sensación se antepone al sentimiento; la experiencia se adelanta al dolor.
David y Paula se desenredan en una historia, que en un comienzo parece ser común, sin embargo, a medida que se van hilando momentos, se van agregando a los aspectos comunes y humanos, tintes existenciales, mágicos y sutiles, que dan forma a un romance intenso, lúdico, crudo y singular.
La memoria se desliza por el recuerdo de un amor dilatado por la ilusión, por la distancia, por la necesidad ansiosa o la ansiedad justa y necesaria que se concibe con perfecta torpeza en la juventud. Ella, leve, doliente, valiente, difusa, fuerte y escurridiza. Él, desenfocado, desmenuzado, simple, dócil y espontaneo. Juntos y a dispar escriben una historia que, al no concretarse en términos “ideales”, se convierte en una historia de amor ideal. Valdivia, la lluvia, el verano, los estudios, los amigos y la música, conforman un escenario cálido para que la realidad y la imaginación entrelacen sus dedos, con las manos abiertas, y así se genere un desfile de momentos en sepia y otros en definición, de colores, extrema. Los dos protagonistas existen en la ilusión del otro de manera muy distinta entre sí, pero a la vez ambas ilusiones son cómplices. David se abre a un universo de posibilidades de encuentro, mientras Paula avanza por la senda del encuentro consigo misma. El punto de intersección es el sentido que ambos desde su propio sitial quieran o necesiten darle a su propia experiencia. La intensidad del amor o del vínculo amoroso, misterioso y dependiente, va recogiendo valores diferentes a través del tiempo. El término, el final de la historia o la conclusión del ensayo, será, por ende, perfecto.
El fondo se reduce a “serás parte de mí, estés o no conmigo, pienses o no en mí, sea yo parte de ti o no lo sea. Que así sea.”
Las, a instantes sublimadas, líneas de En Pocas Líneas narran ágilmente un romance disfuncional, interpretativo, en extremo ensoñado y nostálgico, espacio que, en convivencia de narradores, da efervescencia a un desarrollo breve e intenso y posteriormente a un desenlace vertiginoso y dulce.
El autor nos regocija con su dinámica, con sus tonalidades cálidas y vibraciones elevadas, con sus giros emotivos y con la evidencia de un texto tembloroso, que está plagado de epicentros y dobleces.
La historia transcurre en plenitud y conforme al tiempo y al espacio que logra absorber al lector con cada tramo, salto y fotografía.
El entorno de la obra proporciona en cierta forma un colchón cómodo para que los hechos descansen, pero a la vez entrega en magnificencia la total y exclusiva importancia al lazo romántico que nace y se expande a lo largo del libro. Se trata de sutileza, justicia y generosidad del autor para/con todo quien se interne en este reducto que se desprende “en pocas líneas”.
«En pocas líneas»
Diego Corvera Mallea
Alarido ediciones
2018
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