Hay dos escenas de la película Johnny 100 pesos que me parecen cruciales para entender críticamente el panorama cultural chileno de las últimas décadas. La primera, cuando Johnny descubre que los periodistas están yendo demasiado lejos con su vida privada y le dispara a la tele. La segunda, cuando un grupo de pobladores se aburre del show mediático provocado por el protagonista y hace estallar un set de televisión móvil. Ambas buscaban reflejar el descontento frente a un lenguaje televisivo agobiante y desalmado. Un lenguaje fundado en dictadura y que sin lugar a dudas persiste hasta hoy, quizá no intacto, pero sí asentado sobre las mismas bases. Contra ello está escrito Arial 12.
Cabe destacar que David Bustos trabajó más de 10 años como guionista de series y telenovelas. Es alguien que conoce a fondo el lenguaje de la TV. De hecho, es muy consciente de su lugar allí. “Sobrevives a tu peor pesadilla a pesar de ser un personaje secundario” (50), afirma. Es decir, sólo un trabajador asalariado más. Un escritor tras bambalinas, nunca bajo los reflectores del escenario principal.
Es en ese margen, en ese lugar crítico donde se escribe con la tipografía que le da título al libro: “Arial 12 era la fuente de la letra, / letra tinta quebrada / sangre en el ojo televisivo” (100). Con este registro estándar se debe dar vida a historias subastadas bajo las leyes del mercado. La literatura se ve así forzada a convivir con el marketing, el consumo y la competencia. La labor del escritor se vuelve ingrata y asfixiante. Sobre su propia experiencia, Bustos señala: “Los capítulos no se detienen, tenemos un mínimo que cumplir. Intrabajable fábrica de calzado. Zapatillas gastadas de manera desigual en la carrera por el rating. Somos botas de goma en el fango” (81). O más adelante: “Dramáticos ochenta capítulos que para todos los que escriben son en realidad bastante menos, pero que por razones comerciales se extienden con fuertes fármacos, cirugías, implantes, terapias invasivas que terminan por matar lo que alguna vez gozó de pulso y lenguaje” (87).
En otras palabras, la televisión disloca la labor de la literatura. Sacrifica la relación estética que ésta tiene con el lenguaje en pos del rating y la demanda. Eso sí, Bustos sugiere que el ámbito literario tampoco está exento de estos males. La competencia y el exitismo no son patrimonio exclusivo de la TV. En la literatura también hay autores y autoras peleándose por llamar la atención, brillar en solitario bajo los focos y desplazar al resto. “Perpetuaron la desigualdad con su ego modelado. Fascinados por los fondos concursables” (45), dispara el autor. Y en esa misma línea, en un texto completo acerca del tema titulado “Consejos de un maestro”, se recomienda con ironía: “Haz fama con cosas que los demás puedan recordar de ti. Escribe un artículo incendiario. Interrumpe los recitales o lecturas. Di, por ejemplo, que nadie sabe escribir, que eres el mejor y que todos te copian. Si hay algún escritor de tu edad traducido y que le va bien afuera, ese debe ser tu objetivo. Habla pestes de él, desfigúralo, haz de ese escritor exitoso una pesadilla” (40).
Me parece que Arial 12 es un oportuno desmontaje de las quimeras tanto del espectáculo televisivo como de los círculos literarios. Es un duro relato sobre la industria cultural en el marco del capitalismo más salvaje. Por lo mismo, y por explicitar el tedio que esto le genera, Bustos se arrastra por una navaja de doble filo. Desmonta el hastío y a la vez lo expone, a través de un lenguaje que en un comienzo se muestra tan opaco y sin sobresaltos como lo que intenta exhibirse en su decadencia. El Coronel Kurtz, interpretado por Marlon Brando en Apocalypse Now, sueña con un caracol deslizándose por una navaja y lo interpreta como una pesadilla. Bustos cita esta escena como epígrafe de Arial 12 y revela la pesadilla. No hay calma, no hay claridad, no hay autocompasión. “El lloriqueo es de mal gusto, el rating no tiene sentido” (83), nos dice. Esa forma cabal de ingresar en el problema acaba por aguzar a un libro escrito contra la oferta y la demanda, tenso como la verdad dicha a secas, fuera de la luz de los focos.
Arial 12
David Bustos
Libros del Pez Espiral
Poesía / 105 páginas
*Imagen extraída y recortada de jampster.cl
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