Publicado originalmente en La tinta
“Ausencia de mí” se estrenó el jueves 25 de abril en el Cineclub Municipal de Córdoba. El documental de la argentina Melina Terribili relata, sobre todo, la pena y la tristeza del exilio de Alfredo Zitarrosa a partir de un exhaustivo y cuidado trabajo con la documentación de su archivo personal, de la mano de la familia del propio artista.
“Se trata de hablar de política, porque no hay otro tema tan importante como ese en este momento. Para siempre, diría yo, mientras estemos vivos y podamos ocuparnos de este asunto”, dice Alfredo Zitarrosa en una de las grabaciones que el documental de Melina Terribili nos convida. No sabemos si está cantando o está contando, porque así es con él. Lleva la música en el decir y, sin esfuerzos, canta lo importante.
Si Zitarrosa no tiene reveses en sus producciones artísticas, con este documental, se pone aún más en relieve su transparencia. El filme no hace más que volver a mostrarnos al músico comprometido y genuino, que lo es todo, si de Zitarrosa se trata.
Maletines de cuero, valijas y cajas con caracoles. Sus colecciones, sus manuscritos. El proceso de recuperación de su legado material implica movimientos de los grandes y de los minúsculos, de los de mover cajas sin que se rompa nada y de los de sacudir emociones, especialmente, para sus hijas quienes -en 2014- decidieron entregar en custodia al estado uruguayo el archivo de Alfredo, y la directora argentina logra registrar -en 80 minutos- mucho de todo esto.
Serena y Moriana, las hijas de Zitarrosa, hablan igual que mi amiga Vito, mi hermana, la uruguaya feminista, la de mirada fuerte, la de palabras grandes. El mismísimo músico estuvo en el casamiento de su madre y su padre, allá por junio de 1975, antes de exiliarse, primero, a Argentina y, luego, a España y México. No sé bien si es por sus relatos o por el amor especial que muchos y muchas cordobesas tenemos por el país hermano, pero Ausencia de mí parece estar hablándonos directo a los corazones. Las fotos que vemos podrían ser las de cualquiera de nuestras casas de infancia, casas conocidas, como nuestras historias. Tristezas y dolores conocidos, como los nuestros, los surgidos durante y después de las últimas y sangrientas dictaduras militares.
Terribili hace del documental, cuya investigación se extendió por una década, una obra de arte sembrada de emociones. Con la propia admiración por el músico y con una vida entera escuchándolo, la directora del filme dio origen a la producción audiovisual que tendrá dos funciones diarias en el Hugo del Carril durante una semana.
Mientras suena “Aguantá corazón” en la voz del artista, el uso de placas con breve información escrita es el recurso con el que se van señalando los exilios del músico y su regreso al Uruguay. Ausencia de mí no solamente nos transmite la angustia de tener que irse de la Patria, sino la tristeza del regreso a un país desmantelado. “El exilio, para mí, ha sido una profunda inmersión en lo que quiso ser olvido y nunca pudo ser tal. El exilio ha sido, para mí, una experiencia extremamente dolorosa, extremadamente desgarrante”, dice Zitarrosa al volver.
En marzo de 1984, Uruguay lo recibe con pasacalles y con “el pueblo unido jamás será vencido” a los gritos.
Uruguay lo recibe en una caravana a pie, en moto, en bicicleta, en auto, a caballo. Uruguay lo recibe con pobreza y dolor.
Amamos a Zitarrosa como amamos el mate. Amamos al cantor popular cuya guitarra -esa guitarra negra- ha logrado emocionarnos desde siempre, pero, con el documental de Melina Terribili, amamos a la persona detrás de las canciones, aún más.
Si Zitarrosa siempre nos hizo conmover, el cruce logrado por el equipo de realización y producción en este filme, haciendo dialogar el obsesivo archivo del artista, sus grabaciones caseras, sus poemas inéditos, las entrevistas dadas para medios internacionales y sus fotos hogareñas con imágenes de archivo de la dictadura militar en el país vecino -y querido- nos hace llorar.
“Lo que nos queda es la lucha” dice el compañero uruguayo. “En todos los terrenos: desde el escenario hasta el sindicato, desde la fábrica hasta el taller de poesía”, agrega.
Habrá que seguir haciéndole caso. Aguantá corazón, aguantá, aguantá.
Perfil del autor/a: