“la lucha es un ritual” Leslie Marmon Silko
Ahora mismo en Minneapolis, Minnesota, personas Negras, Indígenas y de Color, acompañadas por cómplices (personas blancas), están en un estado de rebelión en contra de la tiranía militarizada. Estamos en una llamarada caótica que está iluminando las posibilidades abolicionistas de un cambio histórico. Negocios que en su momento estuvieron eufemísticamente clausurados por COVID-19 ahora están tapados con madera. La cuadra está caliente.
En un mundo globalizado y en tiempos de pandemia, las fotografías en internet y nuestro paisaje urbano pavimentado despliegan una nueva normalidad. Durante las últimas dos semanas, he perdido una buena cantidad de sueño leyendo las actualizaciones en redes sociales. También he alimentado a personas y he sido alimentada. El otro día pasé por un mural que declaraba “Estamos todes juntes en esto”. No creo que esto sea verdad. Hay niveles de proximidad. Hay algunes de nosotres que estamos más cerca de las llamas esta vez.
Estoy alerta porque vivo en una casa ubicada en una calle principal, porque si algo estalla, lo cual podría pasar, se que voy a tener que arrancar. Soy Negre en Estados Unidos. Arrancar es un ritual que mi cuerpo recuerda. Mi corazón habita dentro de esta llama parpadeante y todavía está dolido y en duelo por Ahmaud Arbery, está celebrando la vuelta al sol de Breonna Taylor, y está recordando a Tony. El trabajo de crear nuevos ritos tiene muchas capas. He protegido nuestro hogar y he llamado a mis seres querides para saber si es que están bien. Nos estamos mudando y hay cajas desparramadas en el piso. He estado viviendo desde mi “go-bag” (bolso de emergencia).
Si alguna autoridad militarizada determina que es necesario prenderle fuego a mi cuadra, se que pueden y que lo harán. También me asustan las milicias de supremacistas blancos que están intentando avivar las llamas de una nueva guerra de razas o boogaloo. Quiero desesperadamente que los militares (esta policía increíblemente militarizada) y que mis vecinos blancos bajen sus armas. Se claramente que no van a desaparecer con tranquilidad bajo el manto de la noche. Yo quiero la abolición policial. A pesar de esto, hay gran tensión entre lo que mi intuición sabe y lo que mi mente hace.
Lo que empezó el fuego esta vez fue: cuatro policías mataron a un hombre negro afuera de un almacén, en una esquina muy frecuentada en el sur de Minneapolis, y este crimen está cambiando al mundo. O así es espero. Mientras el verano comenzaba a dar sus primeros frutos, George Floyd fue asesinado por una manada de “cerdos”. Un policía lo asfixió durante nueve minutos. Floyd murió. Mientras moría, George gritó, llamando a su Mamá en su súplica final. Repudio a este estado por no protegerlo.
Repudio a este estado por quitarle la vida por un billete supuestamente falso de veinte dólares. Es tan importante que las calles están llenas de manifestaciones, especialmente en un tiempo de pandemia, especialmente en este lugar. Dentro de este supuestamente-llamado Estados “Unidos”, Minneapolis es una ciudad con altos niveles de desigualdad racial, que inciden directamente en los ámbitos económicos, educativos y de salud. Además de estas desigualdades sistémicas, la policía súper militarizada y la guardia nacional regularmente usan fuerza excesiva y letal en niveles alarmantes. Este comportamiento ha encendido la llama para que la respuesta sea la rebelión.
Nos acercamos a Juneteenth, fecha que honra la aprobación de la Proclamación de Emancipación de 1865, pero aún hay mucho trabajo por hacer, o deshacer. La abolición es un proyecto de largo plazo y de muchas capas. La Supremacía Blanca ha sido entretejida firmemente como parte de la tela de esta nación. Me enfurece saber que nuestras condiciones ultra-militarizadas son vestigios de la colonialidad aún presente.
Mi corazón furioso ha estado en un grado casi constante de agitación. En todos lados huele a pólvora, gas lacrimógeno, y aceite quemado. Imaginado o real, no estoy segure. Se escuchan sonidos de helicópteros por todos lados y doy saltos con el percutir las de balas. Suenan sirenas por todas partes.
Le he estado perdiendo la pista a mis pensamientos. Se me olvida comer. Creo estar clínicamente paranoide. Después de casi tres meses de completo aislamiento, he peleado con mi pareja que también es Negre, por tener poco espacio de silencio y soledad. A la vez lo único que quiero es estar con mi gente para hacer el duelo y celebrarnos colectivamente por haber llegado a este momento. Pero, ¿dónde es que estamos?
Estamos en otro lugar. Estamos en un lugar más viejo. Me enojo con mis vecinos blancos que piensan que los tanques de la guardia nacional pasando por nuestra calle son entretenimiento nocturno para mirar boquiabiertos con tragos en la mano. Mientras estamos tratando de deshacer un sistema de justicia criminal fundado sobre el asesinato, esclavizacion y tortura de personas Negras e Indígenas, las personas del comité de vigilancia barrial están replicando el comportamiento policial y no entienden mi miedo negro y estado de alerta. Estoy cansade.
En las últimas semanas, hemos tenido incendios hechos por una red de supremacistas blancos sincréticos que contrataron pirómanos para traer el terror a nuestra ciudad. No sabemos cuán organizados están. No sé si eso es importante. Están disparando y escondiendo bidones de gasolina en los arbustos.
Con pirómanos pagados recorriendo las calles, tenemos la nueva rutina de manguerear nuestra casa antes del toque de queda. Saludo a los vecinos y a veces hablamos. Recientemente, Keila Anali Saucedo, compañere artista y vecine que vive cerca se despertó una mañana con cruces y esvásticas en el frontis de su patio delantero. Asustade, armó un altar en el patio para recuperar su espacio. Otre amigue fue sorprendide en su departamento por un equipo médico que iba acompañado de una unidad de la guardia nacional respondiendo a un llamado de emergencia médica del 911. Estes son mis vecines cuir negres y morenes. Estoy asustade. Mojo mi casa de nuevo con la manguera. Duermo con el extintor.
Muchas noches me quedo despierte observando las calles u observando las redes sociales buscando noticias sobre las calles. Todes tenemos los ojos puestos sobre las calles. Todo esto está ocurriendo en un momento en el cual acercarnos menos de dos metros puede causar pánico, hemos encontrado una válvula de escape para estas eternas frustraciones mientras intentamos discernir entre lo que es Americano de lo que es racista. Puedo ver que solo estamos parcialmente listes para el trabajo que nos queda por delante.
La intersección donde Floyd fue asesinado ha sido bloqueada para impedir el tránsito vehicular y es ahora un altar conmemorativo, de dolor comunitario, con flores, fotos, letreros, y música. Dejen que el altar se quede ahí.
Las Protestas tienen todo tipo de cuerpos en la primera línea — que dan cuenta de una nueva solidaridad en acción. Marchas en Washington DC, Louisville, Memphis, Los Angeles, Nueva York, Houston, Seattle y otras latitudes tan lejanas como Japón han sentido el fuego esta vez. La distancia entre el Río Misisipi y el lago Bde Maka Ska ha sido incinerada y la mayoría de los negocios siguen tapados con maderas. La ciudad se ha llenado de murales exigiendo justicia y honrando a nuestro nuevo ancestro.
Pero sé que la lengua destructiva de la revuelta popular no es garantía de transformaciones si no hay una lucha continua. Las propuestas reformistas pueden ser un voladero de luces que no prometen un ave fénix libre de redes supremacistas blancas y de violencia letal.
El verano llega a Minnesota, la temperatura sube y la pandemia complica poder salir. Hay personas con hambre, personas adoloridas, personas con miedo. También estamos exigiendo cambios potentes y estamos marchando. A veces hacemos ambas cosas en un día.
Por supuesto que aquelles más cercanes al daño han sido y siguen siendo indígenas, negres, y latines. Por supuesto que aquelles más cercanos al daño han sido y siguen siendo personas en situación de discapacidad y personas en situación de pobreza inmunocomprometidas. Por supuesto que las personas más cercanas al daño han sido y continúan siendo aquellas que trabajan en el sector de servicio para las élites.
Tengo razones para sospechar que estamos nuevamente en un tiempo de cambio para volver a lo mismo. Negocios proveedores de servicios en comunidades mayormente Negras y Latinas en el centro de nuestra ciudad han sido completamente destruidas por el fuego. La brutalidad ha sido perpetrada en el centro por la policía que habita cómodamente a las afueras de la ciudad.
Una nueva oleada de COVID-19 de seguro exacerbará las desigualdades racializadas del sistema de salud. Nuestra memoria colectiva tiene una capacidad limitada para recordar a nuestres hermanes trans que permanentemente están en riesgo de ser completamente excluides de la conversación y de la defensa colectiva. Los almacenes de esquina, se ubican en las intersecciones porque son importantes. Sin embargo la seguridad de las personas Negras nunca ha sido importante.
Pasé un día en el teatro donde trabajo distribuyendo comida a quienes habían sido afectades directamente por los incendios, y de una forma u otra, ayudamos a ordenar lo que se viene después del levantamiento. La mayoría de esta comunidad es Negra y Latines y algunos se encuentran en situación de pobreza, algunos son inmigrantes y seguro algunas son personas blancas. Yo estaba con mascarillas y echándome alcohol gel cada quince minutos. Es probable que haya sido vigilada por el Estado o por algún vecino, ¿Estuve segure?
Personas blancas de los suburbios venían a dejar pan de molde y duraznos en conserva. No habían suficientes donaciones de tortillas. Los mangos son demasiado delicados para meterlos en una bolsa de papel acompañando las latas de atún. Algunas personas tenían puestas mascarillas, y otras no. Habían turistas que paseaban en sus bicicletas sacando fotos, como si estuvieran frente a un espectáculo, ¿qué pasa con la seguridad de las personas que venían a buscar comida? No lo sé. No sabremos por 5 a 14 días. Si es que nos hacemos el test. Quizás más tiempo. Mirando, Mirando. Tantos teléfonos sacando fotos. Mirando, mirando. Fotografiando y grabando la necesidad. Haciendo una performance de ser aliades en la lucha. Tantas caras sin mascarillas.
Decir que estoy a salvo del fuego, es una mentira que no estoy dispueste a aceptar. No puedo alejarme de las llamas.
1 – “Cerdos”, Es un término atribuido a lxs Panteras Negras para referirse a la policía.
Bio:
Lisa Marie Brimmer es poeta, ensayista y artista teatral, habitante del territorio Dakota. Su trabajo ha sido publicado en Gasher Journal, The Public Art Review, Open Rivers Journal, The Alliance of Adoption Studies and Culture Journal, Tennessee e Ishmael Reed’s Konch Magazine y múltiples antologías incluyendo Fierce Lament (Red Bird Chapbooks), Walk Towards It y más recientemente en A Garden Of Black Joy: Global Poetry From The Edges Of Liberation And Living (Button Poetry-Wise Ink Pub. 2020). En 2019, Brimmer co-editó la antología Queer Voices: Poetry, Prose, and Pride con John Medeiros y Andrea Jenkins.
Traducido y adaptado al castellano por Camila Leiva Anderson y Erick Valenzuela Bello.
Portada Mural Homenaje a George Floyd realizado por #CreativesAfterCurfew
Fotografías de N. Musinguzi (@afrikansniper) / www.nmusinguzi.com / venmo: afrikan-sniper
Perfil del autor/a: