Hay quienes sostienen que la distinción entre el fondo y la forma en el contexto de la creación artística es arbitraria e inconducente. Hay quienes afirman que la forma y el fondo están entrelazados de manera tal, que es imposible pensar en estas categorías como cosas diferentes. En el contexto de la escultura, por ejemplo, ¿no son la forma y el contenido la misma cosa? Es evidente que la forma condiciona y determina, al menos en parte, el contenido de una obra de arte. Esto también es cierto en el contexto de nuevas formas de tecnología de la comunicación, e incluso de aplicaciones virtuales recientes. El caso de Tik Tok es particularmente interesante. El uso casi exclusivo del formato de pantalla vertical en esta aplicación nos dice muchísimo acerca de su ideología subyacente.
Desde sus inicios a finales del Siglo XIX, el cine ha tenido un formato horizontal. Con la excepción de proyectos experimentales contemporáneos, la pantalla del cine siempre ha sido, y probablemente seguirá siendo, una pantalla horizontal. En la pintura y la fotografía, el formato vertical prima en el retrato y el autorretrato, mientras que los paisajes y las tomas panorámicas tienden a representarse de manera horizontal. Una pantalla horizontal es más que una simple elección pragmática (aunque ciertamente también es una elección práctica); el formato horizontal es más inclusivo que el vertical. En una película, por ejemplo, el formato horizontal le permite al espectador hacerse una idea del contexto en el que los personajes existen e interactúan entre sí. En otras palabras, esta elección formal nos permite ubicar a los personajes en un espacio, considerar su contexto, y observar sus interacciones con otros personajes. El formato vertical de Tik Tok que, en mi opinión, es su característica más inusual -y por lo tanto la más original- también nos dice mucho acerca de la naturaleza de esta aplicación digital, y de la ideología latente que determina en gran medida su uso y contenido (en otras palabras, su “fondo”). Si en el contexto del cine la pantalla horizontal ubica al individuo en un contexto natural, arquitectónico y social determinado, la pantalla vertical de Tik Tok de alguna forma le resta importancia a este contexto, concentrándose en el individuo que, casi siempre, es el centro formal y temático del video.
Otra característica particular de Tik Tok es que los videos que se pueden subir a la aplicación deben tener una duración de entre 15 segundos y un minuto. Esta primacía (esta celebración) de la brevedad ya estaba presente en aplicaciones audiovisuales como Vine, o verbales como Twitter. Por su naturaleza misma, Twitter se presta a la discusión de asuntos políticos, culturales, sociales, etc. No es inusual encontrar conversaciones de cierta profundidad en esta red social. En Vine, por otra parte, primaba el contenido cómico, muchas veces realizado por grupos de amigos, colegas, familias, etc. Este hecho tiene que ver, naturalmente, con el formato horizontal, que primaba en los videos de dicha aplicación. Este aspecto “colaborativo” de la producción de muchos de los videos de Vine, y la naturaleza dialógica de Twitter (la cual se presta para la conversación crítica, pero también para la disputa infantil, el insulto y la difamación), están ausentes de Tik Tok. Pero sería un error pensar que esta aplicación se presta entonces para el monólogo. La brevedad de los videos en Tik Tok hace que sea muy difícil desarrollar una idea compleja de forma elaborada. Claro que hay excepciones, por supuesto. Por ejemplo, el científico Bill Nye ha subido videos de divulgación científica a la aplicación, tocando temas de interés como los beneficios del uso del tapabocas para frenar la propagación del Coronavirus, o las razones evolutivas por las cuales los seres humanos de diferentes regiones tienden a tener diferentes tonos de piel. También abundan los videos en los que los usuarios de la aplicación presentan opiniones o ideas acerca de temas tan variados como la religión, los videojuegos, las tensiones raciales en los Estados Unidos, etc. No obstante, este tipo de contenido no es el que prima en Tik Tok. La mayoría de los videos se centran en una sola persona; los videos de bailes, por ejemplo, circulan por diferentes redes sociales a gran velocidad. Podría decirse que Tik Tok se ha convertido en una vitrina para el yo, que se cosifica y entra en circulación virtual, transformándose en producto. Muchos de los videos en esta aplicación parecen haber sido producidos por quienes son también el objeto o contenido del video. Esto le confiere a esta aplicación una naturaleza individualista que lo aleja de actividades culturales como el cine. Tik Tok es una aplicación en la que prima el individuo, no sólo en términos de contenido, sino también de producción y edición. Aunque también hay videos de Tik Tok en los que participan varias personas, el video personal sigue siendo mucho más común en la aplicación.
En síntesis, estamos frente a una vitrina donde se presenta el cuerpo para el consumo de todos, una celebración superficial del más arraigado individualismo. En esto consiste, precisamente, la ideología de Tik Tok. Tal vez no sea una coincidencia que se trate de una aplicación que se ha hecho tan popular en Latinoamérica en un momento en el que muchos de nosotros nos encontramos encerrados en nuestros apartamentos, alejados de nuestros familiares y amigos, y a veces completamente desconectados de la realidad que viven millones de personas que no se pueden dar el lujo de encerrarse para protegerse del Coronavirus.
Aunque la ideología de Tik Tok no puede separarse de la ideología de la cultura en la que se origina, tampoco deben hacerse extrapolaciones arbitrarias. Por ejemplo, el hecho de que los usuarios de Tik Tok sean en su mayoría jóvenes (en febrero se calculaba que el 41% de los usuarios tenían entre 16 y 24 años, también se calculaba que 50% de su audiencia no alcanzaba los 34 años, y que el 26% por ciento de dicha audiencia oscilaba entre los 16 y los 24 años) no quiere decir que esta generación sea más egocéntrica o superficial que las generaciones que la precedieron. Tampoco debe asumirse que la enajenación inherente a Tik Tok (esa enajenación del joven que produce videos encerrado en su habitación, para un público de jóvenes y adultos que consumirán dicho material audiovisual también en la más absoluta soledad) es el producto de una generación enajenada y egocéntrica, con poco interés en los problemas ecológicos, sociales o políticos que aquejan nuestro mundo. En otras palabras, este texto no es una diatriba contra una generación en particular, ni un ataque a una aplicación virtual. De hecho, este artículo ni siquiera es una denuncia. En este breve texto solamente quise formular ciertas preguntas y compartir algunas observaciones acerca de las características formales (y sus connotaciones ideológicas) de esta aplicación virtual que se ha hecho tan popular.
Empecé este artículo sugiriendo que en el contexto de la obra de arte las categorías de fondo y forma son menos concisas y estables, y están menos diferenciadas, de lo que inicialmente podría creerse. Esta distinción a veces se hace absolutamente imposible de articular (vale la pena pensar de nuevo en el caso de la escultura). Pero a este complejo sistema hay que sumarle una variable más: la de la ideología. Fondo, forma e ideología se mezclan, creando un todo homogéneo y complejo. En el caso de Tik Tok, su ideología subyacente parece caracterizarse por el más arraigado y superficial individualismo, por su celebración de la diversión banal, de la belleza física como atributo supremo y, en fin, de la más exacerbada e improductiva vanidad.
Imagen: @kuantosae
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