Hubert Fichte (1935-1986) fue un escritor bisexual y etnólogo alemán que ha sido considerado como uno de los precursores de los estudios postcoloniales y los estudios queer. Durante los años ’70, visitó el Chile de la Unidad Popular junto a la fotógrafa Leonore Mau. Se entrevistó con Salvador Allende y sus ministros, escribiendo varias crónicas donde retrata ese tiempo proponiendo un ojo que se enfoca particularmente en la represión hacia la homosexualidad. Este texto, del cual presentamos un extracto, se escribió en el contexto del seminario del proyecto Hubert Fichte: Amor y Etnología que tuvo como finalidad recuperar la escritura y experiencias de este autor en su paso por Chile. Se publicó un libro que recopila los textos de Fichte en su paso por el país llamado Chile: Un Experimento por el Futuro (Metales Pesados, 2018).
Recuperar la obra del novelista, etnógrafo, polemista alemán y viajero Hubert Fichte, “un mestizo de primer grado, un hijo ilegitimo, y, por si fuera poco, un marica”, quien visitó Chile en los años de la Unidad Popular, desde un activismo de disidencia sexual local nos permite recordarnos que por siempre han existido sujetos que desafían la norma sexual y que eso lo han hecho particularmente a partir de la escritura.
El trabajo de Hubert Fichte -que mezcla de manera promiscua crónica, poesía, ensayo y entrevistas- nos alerta que siempre es importante dejar memoria escrita porque no siempre todo va mejor y el futuro es incierto. Al leer el trabajo de Fichte, quien escribió más de 50 libros, además de dramaturgias, columnas de opinión y programas radiales, se hace patente que las discusiones sobre el tiempo son aún más complejas, porque si uno investiga en sus textos ese pasado que habitó, es posible constatar que la represión sexual de su época sigue repitiendo las violencias del presente, por más que ahora exista una ley antidiscriminación, unión civil entre parejas del mismo sexo, legislación del aborto, penalización de femicidios y transfeminicidios. Sus textos nos siguen diciendo que el tiempo no siempre progresa hacia adelante en la política sexual, sino que los debates y resistencias que él vivió y patentó en sus libros siguen siendo presentes en la actualidad. Es aún más interesante que en los textos del libro Chile: Experimento por el futuro (Ediciones Metales Pesados, 2018) se presenten detalles poco explorados del Santiago de la Unidad Popular, como que inclusive en los hoteles más lujosos tenía que existir un menú popular, que la entrada al cine era una necesidad básica subvencionada por el estado y que en Santiago existen los pobres mejor vestidos del mundo:
“Movilidad y ropa bien planchada: esto es lo que se ve… Los enamorados en el parque tienen libros en la mano … Los mendigos golpetean incansablemente con sus tazones de loza” 1.
Sus notas de campo ponen en cuestión el supuesto progresismo de las izquierdas en temas sexuales. “Existe en Chile una ley que prohíbe el coito entre hombres. En este país la homosexualidad no tiene ninguna importancia”, versa una de ellas. Creo que la pregunta que se hace varias veces en el texto que dejó de su visita a Chile -“lo que Jacki (su alter ego) quería saber principalmente en Chile era si un régimen socialista, que les daba un litro de leche por día a los niños hambrientos, les había concedido su octava partecita de crema a los maricones”, junto a “¿Y si a Salvador realmente no se le olvidó la octava partecita, la dieciseisava, la trigésimo segunda parte de la crema para los maricas hambreados?” 2– es una interrogante que sigue estando vigente en cuanto son pocos los representantes que desde una sexualidad disidentes a los cánones heterosexuales, ocupan espacios significativos en la política, en la ciencia o en la investigación social desde las izquierdas, lugares dominados principalmente por hombres cisgéneros y heterosexuales. La izquierda política, desde Fichte, pero también pasando por los textos de Pedro Lemebel, Néstor Perlongher, Reinaldo Arenas y Severo Sarduy, aún no toma apuntes de estas escrituras y no reconoce como debiera su homofobia internalizada. Los maricas afeminados seguimos cuestionando la idea del “hombre nuevo” como ícono del revolucionario masculinizado y la izquierda no ha hecho gestos reparatorios por la violencia homofóbica que es parte de su historia política.
La teoría de los afectos
La lectura de Hubert Fichte me ha llevado a revisar lo que se conoce como la “teoría de los afectos y las emociones”que, en su aproximación al estudio del pasado, se preocupa de la relación afectiva entre el historiador, etnógrafo o activista con el pasado a estudiar y el presente que habita. Estas teorías hacen un giro afectivo al recuperar una dimensión obliterada (las emociones del presente) por quienes estudian el pasado. La apasionada búsqueda de desacomodados sexuales en la historia visual de un país o una cultura no tiene como finalidad hacer un archivo de excentricidades sexuales que se unan a otros archivos hoy consagrados por la nación, sino más bien buscan volver extraña la idea de archivo y su clasificación donde la historia misma no sólo se escribe con fuentes tradicionales que recrean efemérides, rescatan héroes o pintan batallas nacionalistas.
Autores como Roland Barthes, para quienes la pregunta por el pasado era una constante en su trabajo escritural, hablaban de la metáfora del “contacto afectivo” con los sujetos del pasado, esto es, que la fragmentación de la historia no clausura los deseos de hasta querer tocar a quienes vivieron antes, en particular en momentos difíciles para las sexualidades no-normativas, siendo afectados físicamente en el presente de sus escrituras. De hecho, Michel Foucault admite haberse sentido tocado por aquellos hombres que se encuentran en su trabajo de archivo. Pienso cuánto vibra mi cuerpo al estudiar la obra de Hubert Fichte, cuántos deseos activan en nuestros cuerpos activistas las escrituras abiertamente sexuales del escritor que visitó el gobierno de Allende. La verdad es que mucho de la historia de la insurgencia sexual de la Unidad Popular que vivió privaciones y censuras no se tiene registro. Salvo una escenificación ocurrida en los últimos meses del gobierno de Allende donde se alzó una revuelta popular de homosexuales y “locas” quienes se subieron a la estatua de Pedro de Valdivia ubicada en la Plaza de Armas de Santiago para acariciar los genitales del caballo sobre el que se sienta el “conquistador español” de Chile. Diarios como el Clarín publicaron portadas con expresiones como “Ostentación de sus desviaciones sexuales hicieron los maracos en la Plaza de Armas” y “Colipatos piden chicha y chanco”. Este ambiente de hostilidad queda muy bien retratado en los textos de Fichte:
“Puro Chile. Primera plana. Titular principal. En Agustinas 2080 se desbarató un nido de homosexuales. Los maricones arrestados son: (Siguen sus nombres)” 3.
Mientras Fichte se pregunta después de entrevistar a Allende “¿por qué tolera que en Puro Chile, un periódico de la Unidad Popular, se persiga a los homosexuales?”, Néstor Perlongher, otra “marica viajero”, escritor y activista homosexual argentino, que hiciera un recorrido sexual en ciudades similares que Fichte, asegura en Informe sobre Chile (1980) que “cierto es que la aventura Allendista no provocaba desmanes sólo en el campo del reparto de los bienes terrenales. Chile gozó bajo Allende las turbulencias de un desmelenado ‘destape’: hippies, gays y toda suerte de marginales deambulaban abiertamente por las calles en un clima de agitación social casi anárquico. El alcoholismo y la presunta cocainomanía de Allende —en la imaginería popular jamás faltaba una damajuana de vino debajo del escritorio presidencial— escandalizaron a los militantes tanto o más que las utopías distribucionistas del partido comunista”. No soy experto en literatura, pero me parece que un análisis de “literatura comparada”, en este caso, seria un gesto de sensibilidad decolonial. ¿Cómo contraponer estas expresiones de Néstor Perlongher con las narraciones que muestran una gran violencia sexual en la Unidad Popular de Salvador Allende retratadas por los ojos extranjeros y a veces distantes de Hubert Fichte sobre las tramas locales?
Como primer dato podríamos decir que el hecho que Néstor Perlongher escriba esta crónica desde la época más cruda de la dictadura Argentina, donde la homosexualidad fue torturada, penada y desaparecida puede generar una idea más romántica de lo que significó el gobierno de Salvador Allende. Otra opción puede ser que en su desafiante escritura blasfema, Perlongher recree en esta crónica una ironía que pueda generar una comparación odiosa con los gobiernos de izquierda de Argentina al enarbolar, en base de rumores, un paraíso liberal sexual chileno y así molestar a sus referentes locales trasandinos. Perlongher, dirigente del Frente de Liberación Homosexual (FLH), siempre fue muy crítico de la izquierda de su país, y tiene varios textos donde aborda la homofobia que vivieron los homosexuales desde Perón. Un hecho ampliamente estudiado que ejemplifica el deseo transgresor de Perlongher con la izquierda y su decidido rechazo del sexo, es su texto “Evita vive en cada hotel organizado”, donde a través de una ficción desbordada presenta la resurrección de Eva Perón quien ahora es prostituta y pobre y se mueve por distintas partes de la ciudad “chupando pijas”, desacralizando así la idea impoluta y casi beatificada de Eva Perón. Este texto fue leído como una afrenta, lo que llevó a amenazas de muerte, desaprobaciones públicas hacia su persona y cierre de proyectos editoriales. Esta era la estrategia política y sarcástica de uno de los más grandes escritores argentinos.
La desaparición de la homosexualidad
Hubo un tiempo, un tiempo que en alguna medida todavía existe, cuando la homosexualidad masculina era vista como un vicio, una inversión, un degeneramiento, un ejercicio contra natura, una infamia abyecta, una congregación de pederastas, una gangrena sodomítica. De alguna manera la homosexualidad siempre ha sido vista como un límite moral, inclusive dentro de quienes enarbolaban el amor libre. Por eso mismo es importante patentar que en el contexto chileno, todavía hasta el año 1999 la sodomía era considerada un delito a tal punto que, para el estado, esta práctica sexual era un peligro para el orden público, encarcelando a quienes la realizaran.
El trabajo de Hubert Fichte nos vuelve a traer presente que una homosexualidad crítica puede aún correr los límites de nuestra vida democrática, siempre y cuando, pretenda explorar una escritura y unas formas de filiación que no se conformen con el guión heterosexual de la reproducción, el éxito y la igualdad. Fichte no se refiere en su obra a lo homosexual como un territorio romántico ni alegre, sino más bien habla del desafío de lo que significa tener un deseo torcido para hacer una revolución, “pues los maricas, Jäcki estaba convencido, son la revolución más antigua, la permanente, la que nunca se supera”.
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El futuro es femenino, el futuro es la promesa, el futuro es la tecnología, el futuro es terapéutico, el futuro es latinoamericano, el futuro será mejor e inclusive el biólogo italiano Stefano Mancuso dice en su último libro que el futuro es vegetal[1]. Las plantas, dice el científico, encarnan un modelo mucho más resistente y moderno que el animal puesto que son la representación viviente de cómo la solidez y la flexibilidad pueden unirse. Solo con agua y luz del sol construyen su alimento, además de purificarnos el aire con su respiración.
Stefano Mancuso argumenta en su libro esta aseveración debido al hecho que el reino vegetal puede tener memoria sin la necesidad de poseer un cerebro ni un sistema nervioso central. La memoria no está en la cabeza, sino que en el cuerpo porque las plantas, a pesar de no tener cerebro, llevan memoria en sus raíces, en sus troncos y en sus hojas. Estos modelos vegetales nos enseñan que la memoria no es la acumulación de información de un tiempo presente en un órgano central (la hipótesis básica de la neurociencia), sino que, por el contrario, la memoria es la selección del tiempo pasado en el presente de un cuerpo que subsiste acéfalo.
Esta metáfora biológica de la memoria en las plantas sirve para conectarse con los debates de la temporalidad queer, una discusión que mira el futuro con sospecha e inclusive con cierto pesimismo, escapándose de la idea que lo que ocurrió en el pasado está ya superado y que el presente se presenta siempre como mejor. La memoria del pasado continúa en los cuerpos colectivos del hoy, en esas historias que debemos encontrar y arrastrar al presente para interrogarlo. Es así como la vertiente más antisocial de la teoría queer ha puesto en jaque la idea del futuro como la progresión del tiempo, pues para los disidentes a la norma reproductiva, el futuro no se conforma en la descendencia encarnada en la figura del Niño, que autores como Lee Edelman estudian desde una perspectiva psicoanalítica en su libro No al futuro: “el Niño (con mayúscula para distinguirlo de los niños históricos y para pensar la figura del Niño cercano a nociones psicoanalistas como como “Real” por ejemplo) señala una fijación fetichista de la heteronormatividad: una investidura cargada eróticamente en la rígida semejanza de la identidad, una identidad que es central en el discurso obligatorio del futurismo reproductivo”[2].
La idea de un tiempo no lineal para la política sexual, un tiempo que no sigue ciclos consecutivos de progresismo sexual, es fundamental para el futuro de un activismo kuir que intente desmontar la moral sexual establecida y pensar un lugar donde las identidades que no se ajustan al binarismo de género tengan al fin una posibilidad. Es por esto que para mirar el futuro tenemos que inevitablemente enfocarnos en nuestro pasado, pues ahí encontraremos formas de habitar lo colectivo. Para muchas culturas indígenas latinoamericanas, el pasado funciona como una pantalla que, delante de nuestros ojos, nos traza una ruta que seguir. Porque reactivar el pasado no es volver a contarlo de la misma manera en la que ocurrió, sino que buscar nuevas formas de narrar desde el presente. Hacerlo nos entrega herramientas para sopesar la herida del tiempo y configurar nuestras ideas del futuro.
[1] El Futuro es vegetal. Stefano Mancusso. Editorial Galaxia Gutenberg, 2017.
[2] No al Futuro. Lee Edelman. Egales Editorial, 2004. (El paréntesis aclaratorio es mío)
Perfil del autor/a:
Biólogo y escritor disidente sexual