Los cambios históricos que marcan un antes y un después tan profundo, suelen ser difíciles de procesar; a veces nos confunden o angustian y no logramos adaptarnos con la rapidez que quisiéramos. Para entender y saber enfrentarlos, es necesario mirar hacia atrás y dar cuenta de que no son hitos aislados sino parte de las múltiples capas que componen la historia de la humanidad; la historia de la lucha de clases. En cada momento histórico hay contradicciones, afectos y compromisos íntimamente vinculados con los proyectos de transformación revolucionaria. Pueden haber retrocedido dos pasos, pero logran avanzar en la medida que damos continuidad a las luchas populares y feministas. De esa manera, a la memoria latente sobre nuestras compañeras y compañeres que lucharon antes que nosotras, agregamos nuestra historia reciente.
Aunque parezcan gestos pequeños comparados con las iniciativas e imposiciones del bloque en el poder, espacios como el nuestro nos permiten enfrentar las contradicciones y desafíos de un nuevo período. Aferrarnos a esos afectos y convicciones colectivas, nos arma de las herramientas más sólidas para dar cara, no solo frente a una pandemia que intenta mermar los lazos construidos, sino también frente a un Estado policial y militarizado que busca reforzar mediante su violencia política sexual el amarre de nuestros cuerpos, hacernos dóciles, fortalecer este sistema de opresión y dominación.
Pero nunca hemos sido dóciles. Estos cuerpos se movilizan, se colocan en primera línea, codo a codo y se hacen conscientes no solo de las opresiones que buscan sujetarlas, sino también de los aprendizajes populares, del feminismo revolucionario que busca convertirlos en proyectos de transformación real. La base fundamental de un mundo sin clases ni identidades oprimidas, es la construcción de nuevas relaciones sociales. Estas no esperan a los cambios épicos, a los relatos heroicos que aplazan la necesidad de acabar con el patriarcado. Este nuevo mundo del que tanto hablamos, no nos está esperándonos en la meta final. Esta nueva sociedad se construye hoy, en los ejercicios de solidaridad de clase y feministas, en la reivindicación de nuestras luchas actuales, en el amor que nos tenemos, en la memoria combativa.
Los espacios que alguna vez sirvieron como cuarteles para la tortura y el silencio, hoy son reapropiados por la comunidad. Cada esfuerzo colectivo, territorial,
feminista y popular, se hace imprescindible en miras de recuperar la iniciativa para el campo popular. Las herramientas históricas del bloque dominante que denunciamos, como la tortura, la violencia política sexual, la desaparición forzada, el olvido desde la omisión, solo pueden ser combatidas mediante un feminismo interseccional, revolucionario, popular, desde la solidaridad de clase internacional, desde los afectos y la memoria rebelde.
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Proclama leída el jueves 10 de septiembre en el centro de detención y tortura Venda Sexy.
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Hoy estamos aquí para recordar a nuestras compañeras detenidas desaparecidas y sobrevivientes de esta casa de tortura. Estamos aquí para recordar a todas las luchadoras de ayer, de hoy y del porvenir.
Estamos aquí a pesar de toda la muerte, de la misoginia, de la represión bestial que ha caído sobre nuestros cuerpos de mujeres a lo largo de la historia. Estamos aquí: no nos derrotaron, no nos destruyeron, no lo lograron.
Estamos aquí; no somos víctimas, somos sobrevivientes a este Estado capitalista y patriarcal y no dejaremos que impongan sobre nuestros cuerpos sus mandatos de posesión y de muerte.
Estamos aquí, continuando el camino pavimentado por quienes nos precedieron, honrando a todas quienes habitan nuestras memorias de rebeldía, lucha y resistencia, construyendo memoria feminista de futuro.
Estamos aquí, de pie, junto a los pueblos que habitan este territorio, luchando decididamente por construir un futuro sin clases, sin opresiones, sin racismo y sin patriarcado.
Estamos aquí, porque más temprano que tarde, ocuparemos este lugar, que nos pertenece. Estamos aquí, porque nunca nos hemos ido ni nos iremos. Estamos aquí porque ¡no olvidamos!, ¡no perdonamos!, ¡no nos reconciliamos!, ¡ni traZamos! !La lucha sigue, y seguirá siempre!
Compañera Nilda Peña, ¡presente!
Compañera Ida Vera, ¡presente!
Compañera Eugenia Martínez, ¡presente!
Compañera María Isabel Joui, ¡presente!
Compañera Marta Neira, ¡presente!
¡Basta ya de impunidad, al milico violador!
!¿Hasta cuándo la justicia protegiendo la inmundicia?!
!¿Hasta cuándo el estado sosteniendo el patriarcado?!
!Las mujeres torturadas no nos quedamos calladas!
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