Entrevista realizada por el historiador mapuche Fernando Pairican el jueves 30 de enero del 2020, en Temuco, a la dirigenta y miembro de Ad Mapu; material disponible y publicado a partir del libro “18 DE OCTUBRE: PRIMER BORRADOR. Reflexiones desde abajo para pensar nuestro mañana”, disponible para descarga en el portal de Editorial Quimantú.
Las imágenes utilizadas corresponden a fotogramas del material del Centro de Estudios Interculturales e Indígenas, de una entrevista previa del historiador a Ana Llao disponible acá.
¿Cómo fue el momento constituyente en Temuco?
Si en Santiago partió el 18 de octubre, en Temuco comenzó al día siguiente, el 19 de octubre. Yo quiero partir diciendo que nosotros –como Mapuche–, estamos tan acostumbrados por este estallido social por siglo, por décadas, por tanto, sumarnos a una movilización de una sociedad en Chile no fue muy diferente. Solo que nos sumamos de manera muy dispersa. Eso igual fue un problema, tal vez, una mirada que existe desde el sectarismo o el racismo en este país. Una sociedad que se cree exclusiva a veces, tan integracionista.
Los chilenos comenzaron con sus críticas en las primeras semanas. Que el pueblo mapuche no estaba participando de las movilizaciones, en consecuencia que nosotros veíamos, que habíamos muchos mapuche de manera dispersa participando. Se me acercaron varios lamgenes –que no conozco– y me decían: “usted que es cara visible convoque a una marcha mapuche sola donde nos integremos para apoyar todo este estallido social”.
Comencé a conversar con dirigentes para unirnos como mapuche para salir como uno solo. Fueron los del Hogar Mapuche Pelontuwe los que vinieron a conversar directamente conmigo yo estando en la Asamblea Popular Plurinacional de la que me hice parte como organización Ad Mapu. De hecho, estos temas fue como volver a ese tiempo los ‘80. Nosotros como Ad Mapu hablábamos en ese tiempo de una nueva constitución.
Fueron los chiquillos del Pelontuwe los que llegaron a plantear que organizáramos una marcha para visibilizar nuestra participación. La crítica era muy grande, inclusive a niveles nacionales. Yo escuchaba en Santiago que decían que los mapuche no estaban solidarizando con nosotros cuando apoyamos en distintos momentos la causa mapuche en momentos difíciles. Claro. Difíciles son cuando matan a uno hermano. Pero no ha sido constante su apoyo.
Salimos un día en la tarde. Nunca pensamos que nos iba a salir todo el movimiento social de Temuco. En un momento, a dos cuadras, se comenzó a ser la columna innumerable. Salimos de la plaza de armas y llegamos a la Cárcel de Temuco y todavía había gente caminando desde la plaza de Armas. Entonces dijimos: “ya, aquí está el tema que debemos organizarnos como movimiento mapuche y de manera transversal”. De ahí comenzamos a participar en todo este estallido social. Llegamos con propuestas de cómo veíamos este estallido social, de cambiar la Constitución. Los dirigentes de los ‘80, de los compromisos de Imperial, uno de ellos había sido cambiar completamente la Constitución de los ‘80. Otro acuerdo que no se cumplió.
Nosotros planteábamos en los ‘90 la necesidad de un Estado Plurinacional. Por eso debe haber una constitución que reconozca con todos los derechos al interior de esa carta magna. Pero es ahí donde nos encontramos con algunas dificultades. A mí me gustaría recordar algo: cuando nosotros decíamos ya no son 30 años de Constitución, nosotros decimos que son cien años de injusticia. Ahí la importancia de este estallido social: cambiarse la constitución con una hoja en blanco puede ser un gran cambio. Sin embargo, sufrimos, como en la década de los ‘80, críticas de algunos.
Nosotros planteamos la defensa de la Tierra y el Territorio Ancestral. También la participación política. Ello no significa que nos vamos a institucionalizar. Casarnos con el Estado y participación de una nueva institucionalidad estructurada desde el Estado. Lo que planteamos es que podemos ser autónomas como organizaciones, de levantar nuestras propias demandas como la Libre Determinación.
El problema es que nos encontramos con tres poderes estructurales poderosos. Entre esos el Ejecutivo, Legislativo, Judicial, e incluso daría cuenta de un cuarto: las religiones. En Temuco, dentro de este movimiento social, nos comenzamos a encontrar, a tener diferencias al interior, con estos poderes que intentaron intervenir de alguna manera. Contaminar el movimiento social a partir de la división. Esto es fuera del movimiento mapuche, porque al interior siento que estamos en un camino de construcción. Buscando lo mejor que podríamos incorporar. Dentro de ello la mirada que nosotros como pueblos indígenas tenemos. La mirada del mundo mapuche. Nosotros tenemos una mirada diferente desde la perspectiva filosófica del mundo. Que es lo que puedo decir: nosotros vemos la concepción de la vida como un bien común para todos. No es para una elite. Es para la supervivencia para todos. En ese concepto tenemos diferencias con el wingka.
Nosotros lo vemos desde el Intro Mogen, el Buen Vivir. Hablamos de los mares, sus ruidos, sus elementos para el desarrollo de la vida. Hablamos de los bosques y de la tierra que permite la alimentación. Ese es un concepto –podríamos decir–, si tomamos la Plurinacionalidad como un concepto, abstracto, genérico desde lo político. Para nosotros la nueva Asamblea Constituyente debe incorporar la Plurinacionalidad. Ella no debe quedar reducida tan solo a la palabra. Debe dotarla y desprenderla de todos estos temas: la filosofía del Buen Vivir. Cómo vemos el mundo desde el punto de vista económico, social y cultural. Deben haber articulados sobre estos temas. Eso va de la mano con la Autodeterminación y el Autogobierno.
Entiendo a los lamgenes cuando dicen “por qué debemos pedir permiso al Estado para aplicar nuestra libre determinación”. Claro, estamos de acuerdo, pero estamos hablando de una nueva Constitución que garantice eso. En la actual Constitución, ni siquiera existimos. Existimos con la Ley 19253 que aparece un apéndice del último eslabón cuando ya tenemos el Convenio 169 de la OIT que reconoce los derechos colectivos. En Chile, si no nos ponemos al día con las nuevas normativas, como las declaraciones emitidas por la ONU, seguiremos sin avanzar en nuestros derechos.
Nuestra mirada es holística. De ese modo percibimos la política y la vida. La política la entiendo como el poder. El país está obligado de poder darle al proceso una participación política con escaños reservados, sin la mediación de partidos políticos y con la categoría de género, es decir, con paridad. El pueblo mapuche debe prepararse para ponerse al día con la paridad de género. Ahora tenemos nuestra especificidad distinta al pueblo aymara o rapanui. Cada pueblo debe discutir su dinámica de cómo participar en estos procesos.
Ante esto nos encontramos con un cuarto poder: el religioso. Es uno de los más peligrosos al interior de nuestro Territorio. Debemos incorporar nuestra religiosidad propia, es parte de nuestra integralidad. Ahí queda afuera la religión externa. Sin embargo, en nuestras comunidades debemos discutir en el buen sentido de la palabra las religiones, ya que sabemos que nuestra gente comparte algunas religiones wingka. Son temas por discutir en el buen sentido de la palabra. Pero no pedirles a ellos que nos incorporen al debate. Porque lo que ellos quieren es que dentro de la Plurinacionalidad sean los partidos los que nos den escaños reservados.
A nivel internacional, la Plurinacionalidad ha sido una experiencia desarrollada por el movimiento indígena. Esta discusión se da en momentos de golpes que desean derribar estas experiencias.
Mirando al pasado, la discusión sobre Plurinacionalidad nace a raíz de los golpes fascistas que derribaron los gobiernos democráticos en los ‘80. Cuando se denunció a nivel internacional la situación de los pueblos indígenas bajo las dictaduras, y la resistencia a ellas que coincidió con la fecha del Quinto Centenario, empezaron las corrientes progresista –digámoslo– del mundo de pueblos originarios, entre ellos, a recorrer los países latinoamericanos la Rigoberta Menchú, el mismo Evo Morales y la Mirna Cunningham. Esas experiencias internacionales fueron importantes, algunas se estaban instalando, como la Revolución Sandinista. Ya en ese tiempo Evo nos decía que llegaría al poder. Y lo cumplió. Él siempre dijo que llegaría a ser diputado y luego gobierno. Nos reíamos.
El proceso constituyente que vive hoy Chile no lo podemos ver tan a largo plazo. Es a corto plazo. Debemos prepararnos recogiendo estas experiencias que de repente, han tenido sus pro y sus contra. En el caso de Nicaragua, una autonomía de los pueblos indígenas, como los Miskitos, fue un avance, pero dentro de ella, hubo también grandes dificultades desde la mirada de los no indígenas. La clase política, en este caso, los no indígenas tiene miradas, puntos de vista, lo queramos o no: neoliberalistas o pro mercado por decirlo mejor. Ellos no ven –por decirlo dentro de esta constituyente– las especificidades indígenas. A la Revolución en Nicaragua le sucedió algo parecido. Ellos deseaban la explotación de los recursos por sobre los derechos de los Miskitos. Por eso nosotros hablamos de nuestro Infro Mongen. Entonces cuando vienen estos gobiernos progresistas, como el de Salvador Allende, pasaron por lo mismo.
Ningún Ejecutivo han tomado ni escuchado las propuestas que ha hecho el pueblo mapuche, porque no es tan solo la demanda territorial –que nos devuelvan las tierras–, sino también se encuentran nuestras propuestas políticas, como nosotros, queremos y deseamos autogobernarnos. Varios gobiernos han pasado por la misma situación. Ellos jamás han querido escucharnos, no ven el mundo como nosotros lo vemos, con esa mirada integral.
Eso sucede con la Autonomía en Nicaragua o el caso de la Plurinacionalidad que se quiso llevar en el Ecuador. Rafael Correa también actuó con represión a los hermanos, eso que se dijo que era un gobierno socialista. Allá hubo Asamblea Constituyente y Escaños Reservados para los pueblos indígenas. Así como el caso de Bolivia. Fue una situación, dentro del estallido social –conociendo a Evo de muchos años (aunque hoy no tenemos mucho contacto) como dirigente– que a mí me inspiro el trabajo del Evo. De llegar y convencer con ese movimiento amplio del que yo también fui vocera unas semanas del Movimiento Asamblea Popular aquí en Temuco.
Pero tuve una mala experiencia: los partidos políticos volvieron a meterse. Lo mismo que pasó en la década de los ‘80. Me recordé de ese tiempo de Ad Mapu, cuando iniciamos el diálogo con la Asamblea de la Civilidad y el Movimiento Popular Democrático en Santiago. Estoy hablando de fines de los ‘80, cuando hablábamos con los compañeros de echar a la Dictadura. Esa experiencia me hizo por un tiempo no tolerar la palabra ‘compañero’ o ‘compañera’. Eso me hizo tener una opinión crítica de todo –no es que sea anti comunista como algunos decían–, por la manera en que deseaban focalizar la demanda mapuche. Es una crítica frente a la izquierda latinoamericana, como ellos nos han querido poco incorporar dentro del movimiento social amplio, viéndonos como campesinistas o puntos de vista de obreros. Esa es la mirada que tienen todos los gobiernos, incluyendo a Evo Morales, que siendo indígena se dejó llevar por los partidos políticos que tienen esa óptica de vernos como de esa forma: como representantes de pueblos originarios. Si nosotros planteamos un punto de vista distinto, nos dejan marginados, como a mí me ha pasado. Yo había sido elegida Consejera de CONADI por voto de mi gente, pero por no estar adoctrinada por algún partido de la ex Concertación o la Nueva Mayoría, me dejaron afuera. En Chile, para que uno pueda participar en un proceso político, tenemos que dejarnos adoctrinar por los partidos políticos externos o la religión.
A mí me tocó ver al interior del movimiento popular Plurinacional en Temuco, nuevamente sentir cómo se estaba repitiendo exactamente lo que estaba sucediendo a fines de los ‘80 y principios de los ‘90: cómo los partidos querían volver a monopolizar y cómo los partidos encubiertamente meterse en las organizaciones sociales para terminar llevando a poner sus ideas. Son dos miradas a la larga diametralmente opuestas.
Ahora, cómo entendemos la política de alianzas, la línea estratégica, la política circunstancial. Llamaría a los jóvenes mapuche, los he visto a algunos destacados dentro del movimiento, que obedecen a las doctrinas partidarias, existe por lo tanto el temor a plantear, esta mirada diferente a la luz de lo que ha pasado en Nicaragua y Venezuela. Hay una opinión crítica desde los pueblos originarios. En el caso de Ecuador y de Bolivia. De este último cuando me estaba inspirando, sufre un golpe de Estado. Mi pensamiento es porque el Evo no hizo lo que hizo Salvador Allende. Evo no se la jugó, teniendo respaldo político y social, porque no se quedó y defendió el proceso. No se refugió en alguna de sus comunidades. Porque arranca y parte a México. Entonces, cuando estábamos en pleno proceso plurinacional, siendo vocera, pasa lo del golpe de Estado.
¿Cómo entiende la Plurinacionalidad?
La Plurinacionalidad, desde mi humilde mirada, desde mi humilde lectura, es un proceso que estamos construyendo. En este proceso que estamos construyendo debemos incorporar los mejores conceptos y aportar las mejores opiniones que siempre van a ser colectivas. De esas opiniones colectivas poder construir, nosotros mismos, los mismos mapuche, que seamos capaces de construir.
Confío en los jóvenes, en sus nuevas lecturas y sus revisiones continentales que vienen haciendo, porque vienen planteando varias cosas.
A mí me tocó leer a Galeano, cómo él miraba a los pueblos indígenas e incluso él mismo que tiene una mirada sesgada y racista, me refiero a Vargas Llosa también tiene una mirada sobre los pueblos indígenas. No digo que hay que copiar, digo que hay que construir, de colocar los conceptos, como el de Plurinacionalidad como un concepto político. Como dice nuestro lamgen Millabur,“corriendo el cerco” podemos ir avanzado de a poco.
No podemos quedarnos afuera de este proceso, porque si nos quedamos afuera quedaremos fuera de la Constitución. Esa hoja en blanco, la van a llenar otros. No podemos volver a darle el poder al Parlamento, menos hoy, ellos son los menos indicados. Llevan 30 años en el poder, que gracias, a este estallido social, que hicieron los jóvenes y que los estudiantes tienen la razón, comienza este proceso de construcción. Hasta la ultra derecha se encuentra opinando.
¿Qué temas debería contener la nueva constitución en un país Plurinacional?
Yo creo que incorporando todos nuestros derechos propios. Esa mirada desde el punto de vista filosófico –por ocupar un concepto–; es decir, cómo nosotros percibimos el mundo para todos. Al interior de ese mundo para todos, cómo concebimos la economía colectiva, cómo percibimos el gobierno colectivo, la participación colectiva, la regulación o la autorregulación de los constituyentes que sean escogidos.
Para el caso mapuche debe incorporarse el Kimün Mapuche, es decir, el conocimiento y el saber. Porque nuestros antiguos, Leftrarü, cómo fue capaz de organizar y hacer participar inclusive a los mismos delatores o hermanos que no se encontraban de acuerdo. Eso existía y es una parte humana. Intentar llevar a eso, puede resultar a partir de la incorporación de gente joven y de las mujeres. Sobre todo, de las mujeres.
La Constituyente, quienes lo provocaron fueron los jóvenes y las jóvenes. Hombres y Mujeres. ¿Quiénes son los que están en la primera línea? Los jóvenes. ¿Quiénes han sido en el caso mapuche los asesinados? Los jóvenes. ¿Quiénes son los que están presos, privados de su libertad? Los jóvenes. El mundo capitalista, la sociedad neoliberal, ve peligroso a la persona que piensa. ¿Quiénes son los que piensan? Los jóvenes. Muchos de ellos los que tienen conocimiento. Aquí está una de las grandes tareas del pueblo mapuche: recuperar el Kimün mapuche, el conocimiento que teníamos antiguamente.
Antiguamente nuestro pueblo estaba organizado desde el punto de vista social, político, cultural y religioso desde nuestras propias particularidades. En ese sentido, cada territorio tiene sus propias particularidades. El territorio Nagche es muy distinto al Wenteche, este a la vez muy distinto al Lafkenche y Pewenche. Yo creo que nosotros, las dirigentes que estamos en este caso, tenemos que respetar esas particularidades. Tenemos la capacidad de tener esa mirada transversal dentro del mundo mapuche. Dentro de esa transversalidad existen las particularidades.
El otro día asistí al encuentro de la diversidad sexual dentro del mundo mapuche. Ese es un tabú que nadie quiere tocar, pero existe. Afortunadamente siempre han existido. Nosotros a veces, por querer aplicar una norma tan estricta, tratamos de cerrar estos espacios en consecuencia que esto existe dentro de la transversalidad. Dentro de ellos las mujeres, que siempre han sido un movimiento fuerte. No podemos dejarlo afuera, el tema de las mujeres no puede quedar fuera de la Constituyente y de la Plurinacionalidad. La Asamblea Constituyente Plurinacional debe contener el papel de la mujer desde ese punto de vista.
Aquí estamos todos hoy para poder construir una Asamblea Constituyente. Pero es justamente ahí en que me encuentro en un vacío: no tenemos aún una mirada unificada. Algunos ya están lanzando el autogobierno, tiene redactados estatutos y tiene poco más que declarada la institución. Pero esa gente no va a todos los trawün. En la práctica lo que quiero decir es que solos no se puede construir un proyecto.
Esto urge, pero en Bolivia se demoraron treinta años en construir su proyecto de Asamblea Constitucional Plurinacional. Pero en Chile no están las condiciones para esperar. Estamos ante una tarea maratónica.
A partir de su experiencia internacional, ¿la Plurinacionalidad ha resuelto el tema los indígenas?
No. No se ha resuelto. El caso de Nicaragua se aplica la represión a los de la Costa Atlántica. Otros participan en los poderes, pero no se han resuelto las cosas. Pero a pesar de eso, no podemos cerrar la puerta, se puede incidir. Yo le tengo fe que podamos incidir con nuestras propias propuestas. Debemos escribir los artículos para el autogobierno, para el nuevo proceso constituyente. Debemos dejar nuestros artículos al interior del Estado de Chile. Yo vuelvo a decir: no es ir a pedirle permiso al Estado, significa abrir un espacio político para que podamos incidir políticamente nosotros. Digo nosotros a nuestra generación o las que vienen más adelante, o bien, las que aún vienen más adelante.
¿Qué artículos debería tener la plurinacionalidad?
En el artículo uno el derecho y el respeto al derecho colectivo; el respeto a los territorios, tal como dice el Convenio 169 de la OIT. También como se podría plantear la reparación de la violación sistemática de los Derechos Humanos a lo largo de nuestra Historia. Días atrás alguien me dijo eso de los siglos. Nosotros debemos sostener que existe una violación permanente de los Derechos Humanos. Desde el momento de la invasión. Desde el inicio de la política de colonización.
Hoy estamos en una política de neocolonialismo. El neocolonialismo significa la educación que nos han querido formar, como nos han educado ante la religiosidad, como si fuera dios quien viene a resolver los problemas. La política neocolonialista nos ha venido a cambiar esa mentalidad. Nosotros tenemos que salir del neocolonialismo, dentro del estatutos propio, colocar nuestros temas como el Buen Vivir, Infro Mongeñ, nuestra propia política instalada. Que diga en un artículo propio la norma de la justicia mapuche que existía en nuestros tiempos. Nos condenan injustamente. Quien paga, quien repara esos procesamientos fallidos. Como debe considerarse la misma justicia. Ese poder judicial debe reconocer nuestras normas como pueblo. Lo que también pasa por la educación. Nuestra propia educación. Nuestro idioma. ¿Por qué debemos pedirle permiso al Estado para hablar y enseñar nuestro mapuzugun? ¿Por qué el Estado a través de un certificado debe decirnos que somos mapuche? ¿Por qué esas normas? Nosotros nos normamos a nosotros mismos.
Pienso en artículos sobre el reconocimiento, que ponga la existencia como pueblo, con nuestro territorio ancestral, con nuestro suelo, subsuelo. ¿Por qué no se puede avanzar? Porque están las grandes mineras, así como las forestales, porque dicen que no tenemos derecho a nuestro subsuelo. Debemos ser tan metódicos, aplicar la metodología. Atraer a nuestra gente preparada.
Yo creo que debemos hacer un gran trawün donde discutamos. Donde esté todo el mundo mapuche, desde los profesionales, intelectuales y dirigenciales. Recuperar todas esas visiones. Solamente tenemos que buscar quien podría sistematizar, porque yo creo que las propuestas están dando vueltas. Habría que sentarse a conversar.
¿Usted cree que la Plurinacionalidad ‘domestica’ los derechos de Autodeterminación?
Depende de cómo nosotros queramos aplicar y desarrollar. Creo que si nosotros dejamos bien claro dentro de nuestros estatutos, artículos, no tan solo cómo entendemos el concepto de Plurinacionalidad, sino también la libre determinación y lo que es la libre determinación y lo que es el autogobierno propio. Si nosotros lo dejamos articulado claramente en esa nueva constitución, no tendría por qué haber domesticación esperando al Estado subsidiario en este caso. Nosotros somos re’ buenos pa’ decir que vamos a levantar nuestra autonomía y libre determinación, pero de repente estamos golpeándole al mismo Estado que se supone no queremos nada de ello. Yo creo que lo que pasa es que no queremos un Estado subsidiario, sino que la economía de este país, la riqueza de este país, debemos ser parte como sociedad en general y mapuche en particular.
Te imaginas que nosotros hoy en día cuando todas las riquezas nacionales se están privatizando, ahí podríamos decir, como lo hicimos en los ‘80, decíamos que si el 10% de la riqueza chilena podríamos resolver educación, salud y tierra. Pero hoy ni siquiera tenemos el 1,3% del presupuesto que se lo pasan a CONADI y además se lo reajustan. Entonces, así, ¿cómo vamos a tener Autodeterminación? Tiene que haber desde el punto de vista una Asamblea Constituyente Plurinacional o como sea que se llame, debe darnos la libertad a nosotros de auto determinarnos en lo económico y político. El primero sustenta el autogobierno, la segunda crea las normativas para la primera. Si tenemos una economía colectiva propia, pero junto a la economía chilena, podremos sustentar el autogobierno. Solos será muy difícil. Pero podemos crear una economía propia, que nos pueda ayudar a crear nuestras propias universidades, nuestros consultorías, hospitales, nuestras propias escuelas, nuestros propios jardines infantiles. Para eso, debemos mantenerlo con economía.
La Plurinacionalidad es un camino para la Autodeterminación. Es un camino que va de la mano. Creemos que si incorporamos a la Plurinacionalidad respetando nuestras particularidades, respetando los derechos colectivos de nuestro pueblo, ya estamos al otro lado. Estaríamos saltando el cerco. Es un tema que tenemos que hacerle conciencia a la sociedad chilena. La sociedad chilena debe comprendernos que no queremos ser más los hijos menores y que ellos son los hermanos mayores. Ellos deben dejar de creer que deben llevarnos de la mano. Nosotros ya sabemos cuál es el Norte y cuál es el Sur. Siempre lo hemos sabido. Siempre hemos sabido cruzar la calle. Pero resulta que aquí, los temas partidarios, religiosos, la justicia colonialista, que aplican represión sobre nuestro pueblo.
De las experiencias que usted conoció en América Latina (independiente de sus errores), ¿cuál es la que serviría para Wallmapu o para Chile?
Yo tenía fe con la experiencia boliviana que estamos bastante cerca. Podría ser la más acertada de cómo se trabajó e incorporó al movimiento social e indígena. Sin embargo, la izquierda latinoamericana, en específico el MAS, el tema de imponer políticas erradas, ajenas a los intereses de las comunidades aymaras. Ese es el temor que tengo. Para el caso de Chile, que la futura Constituyente, deje supeditado lo indígena a lo wingka. Tengo ese temor por la experiencia de Bolivia, en específico del MAS, cómo intentó aplicar su política izquierdista foránea a la cultura nuestra. No es la misma dinámica. Es ahí donde no nos entendemos con nuestros lamgenes militantes que son muy cerrados. A veces sectarios.
¿Cómo lo ve al interior de Wallmapu?
Algunos participarán. Respeto a quienes no participen. Hay que respetar las diversidades, pero los que deseamos participar, que no nos condenen por eso. Respeto la diversidad. Que nos respeten también. Lo otro que no exista perpetuación en el poder. Si lo hizo bien: bien. No pueden ser eternos, como los parlamentarios aquí en Chile. No puede. Debe haber políticos rotativos.
¿Cómo se imagina el futuro?
El respeto a la diversidad, a la tolerancia y a que nos respetemos. A veces, me encuentro con experiencias al encontrarme con el movimiento no mapuche que nos miran como si fuésemos pobrecitos mapuche, con lástima. Nuestro pueblo no inspiración de lástima. Queremos que nos reconozca porque somos los primeros habitantes y dueños de este territorio. Que se de ese respeto donde nos reconozcamos nuestros derechos como corresponde. Que el aceite y el vinagre convivan –lo segundo lo digo por los agricultores–.
Sueño con una sociedad humana, donde podamos sentarnos a conversar, nos saludemos todos, podamos decir: “si, efectivamente hay injusticias y podemos corregir esa injusticia”. Estoy segura de que hombres y mujeres soñamos con esa justicia, entre mapuche y no mapuche, entre afrodescendientes y blancos. Que lleguemos a una sociedad humana. Por último que si no alcanzamos a vivirlo nosotros, que se lo dejemos a nuestros hijos y nietos. Esa es mi razón por la que ando a veces, luchando, poniendo newen. Darse el newen para participar.
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