Comenzamos con el ciclo de entrevistas y divulgación de las obras de lxs artistas que forman parte de la curatoría del Festival Periférica. Como media partner, medio pana, semana a semana iremos compartiendo las visiones de quienes participarán de la primera edición de este encuentro.
¿Un recordatorio de qué va esta primera versión del festival? Pues acá está disponible el manifiesto que ya publicamos en Revista Raza Cómica.
Esta oportunidad vamos con Danny Reveco
Danny Reveco (1987) es un artista multimedial que vive y trabaja en Valparaíso. Su trabajo incluye murales, video, performance e instalaciones, con la calle como espacio político. Su mural “Cuando se acabó Chile” graficó la historia del estallido social y fue vandalizado en varias oportunidades por grupos de extrema derecha.
Para el artista, Periférica es una necesidad. “Ahora les artistas habitamos los contextos y somos parte de los territorios. Desde ahí nos manifestamos. Muchos venimos desde sectores periféricos, de los bordes, y nos vinculamos políticamente a estos espacios creando desde la pertenencia”.
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Hoy el artista en la calle arriesga su vida. ¿Por qué crees que es necesario ese riesgo?
No solo les artistas arriesgan su vida en este contexto de terror político, es la vida de todes la que está en riesgo. No solo quienes visibilizan, critican, ponen en tensión a través de su práctica estarían en riesgo, sino que cualquier cuerpa que se manifieste frente a un aparato estatal aniquilador, frente al modelo patriarcal y extractivista. No solo peligra la vida humana en este territorio de devastación y despojo, son las distintas formas de vida las que constantemente están bajo amenaza. Somos parte de un todo que de alguna u otra manera busca formas de resistir y se hace necesario hacerlo de manera crítica, porque vivir sin cuestionar es inconcebible. La tranquilidad no existe bajo una red de relaciones llena de pillerías y chanchullos, la prepotencia tiene rienda suelta para violentar y sobrepasa cualquier protocolo.
Para mi hoy la resistencia es una responsabilidad común que se asume y se practica, no queda de otra si se tiene un mínimo de empatía. Mirando desde una perspectiva histórica, la resistencia es una constante de los pueblos y su gente, desde lo contextual no podemos hacernos los lesos con esa herencia cultural, hay que plantarnos críticamente a lo que aquí sucede y si hoy eso significa un riesgo, se asume y se habita a pesar de la incomodidad.
¿Cómo se enfrenta un mural a la publicidad y a la mercantilización del arte?
Soy un artista que trabaja con múltiples formatos para levantar imágenes críticas y como tal, me planteo desde ese lugar. Creo que la disputa es más compleja que enfrentarse a la publicidad, hay una mercantilización de la vida a toda escala y bajo ese paradigma, hay que plantarse políticamente al poder que inhabilita lo esencial para superponer lo económico. La publicidad es el brazo visual de este modelo, el arte de persuadir los deseos de les consumidores. Después de 18 de octubre y lo que trajo consigo la revuelta, me hace pensar que el arte callejero y el arte en general no tienen solo una disputa con la publicidad, sino con el modelo impuesto. Su importancia radica en el aporte a los imaginarios comunes y la revisión de nuestras formas de relacionarnos que desde los distintos puntos de reflexión van levantando un movimiento político complejo y triestamental, su potencia radica en la empatía y los afectos de las cuerpas en resistencia. Criticar la publicidad no es mi tema en particular, habitar críticamente la calle y cualquier espacio donde me desenvuelva me hace más sentido desde mi práctica.
¿Por qué se necesita una instancia como Periférica en la actualidad?
Es necesaria porque el Arte hace rato dejó de ser la manifestación cultural de una elite, o eso era lo que nos querían hacer pensar. Ahora les artistas habitamos los contextos y somos parte de los territorios y desde ahí nos manifestamos. Muches venimos desde sectores periféricos, de los bordes y nos vinculamos políticamente a estos espacios creando desde la pertenecía y nos dejamos manchar por los paisajes simbólicos de los que somos parte, no creamos mirándonos el ombligo.
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