Chile despertó, pero aún no amanece,
reina el claroscuro,
y no sabemos si se está
en medio del crepúsculo
o la alborada.
Sombras se divisan inquietas
son zombis, sonámbulxs, insomnes;
que corren yendo de un lado a otro, torpes
en una carrera que no acaba de empezar
ni saben dónde termina.
No son monstruxs, pues habitan la noche,
desde tiempos inmemoriales
y almas pusilánimes, deambulan
fagocitan su clarividencia
en medio de las sombras.
Lxs sonámbulxs se enredan
en sábanas de miles de hilos
se arrellanan despavoridxs en sus camas
al oír dictado por su ego
“este es tu momento”.
Obedecen entusiastas
dando el salto fuera de su lecho
ansiosxs, sudorosxs y
cautelando que sea con el pie derecho.
Redactan revelaciones descubiertas hace siglos
proclaman asociaciones libres sin sentido
-y es que aún están dormidos-
caen escalera abajo
tutelados por el absurdo propio.
Anuncian seminarios de obviedades
berreando al mundo su despertar
mientras siguen dándose cabezazos,
contra el muro,
sus cabezas duras se oyen a lo lejos.
Tampoco ven el ridículo reflejo que proyectan
les consume la preocupación por su equipaje:
focos gigantes en sus bolsillos,
palos de selfie enormes
y un sinfín de máscaras adecuadas al momento
de la performance de su vida.
Todo acontecimiento es registrado
deber de los insomnes en la penumbra
cada hecho personal
parte de la Historia con mayúscula
porque así se politiza.
La deformidad de la imagen proyectada
a nadie le importa, ya es histórica.
No se discute el embuste del individualismo
neoliberal de zombis que deambulan
dormidxs creyendo haber despertado.
Zombis que son ekekos con bártulos de ornamento,
insomnes tropiezan encandiladxs
al cruzarse con sonámbulxs que no ven
pues creen iluminar todo a su paso
cuando sus propios flashes les enceguecen.
Es raro quien brilla en medio de las tinieblas,
el éxito que se consigue en medio de la muerte
va teñido con colores propios
o pactos del inframundo.
Quien corre con ventaja en la hora cero
se desgarra internamente
pues invierte esfuerzos colosales
para amplificar la mínima luz del cielo.
Para ello, zombis,
sonámbulxs e insomnes
cargan con espejos de cuerpo completo
sobre sus espaldas,
para reflejar su luz propia y alumbrar al mundo
en medio de la penumbra.
Chile despertó, pero aún no amanece
hay quienes aún duermen
tranquilidad, silencio, templanza
confianza en un desenlace
conocido, deseado, construido
mientras la vanguardia anacrónica perece.
Del asombro de ser consciente
de que, tras la noche, hay otro día
hay quienes sueñan aún a estas horas
una vida posible, mientras la reparan
caminando lúcidxs por un sueño colectivo
que les sonríe cada mañana desde hace siglos.
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